Conciliar al pueblo con sus dirigentes
Macron se siente frustrado porque a los ciudadanos no les basta un gesto de acercamiento: quieren que se les tome en serio
"No he conseguido conciliar al pueblo franc¨¦s con sus dirigentes¡±. La frase es del presidente Macron. Al tiempo que intentaba tallarse una figura de monarca republicano a imagen y semejanza del general de Gaulle, pero sin la autoridad forjada en la guerra ni la iron¨ªa que distingu¨ªan a su referente, su car¨¢cter pele¨®n le ha llevado a buscar el cuerpo a cuerpo con sus compatriotas. A veces le ha perdido la arrogancia. Otras ha salido chamuscado. Y ahora se apresta a la autocr¨ªtica: ¡°Nuestros conciudadanos hoy quieren tres cosas: que se les considere, que se les proteja, que se les aporten soluciones¡±, dice el presidente. Y a?ade: ¡°la consideraci¨®n no ha sido suficiente¡±.
La reflexi¨®n de Macron es de utilidad en un mundo en que la pol¨ªtica viste h¨¢bitos viejos en medio de transformaciones profundas. Y los intentos de adaptaci¨®n en vez de favorecer el encuentro con la ciudadan¨ªa aumentan la distancia y favorecen una polarizaci¨®n a menudo artificial. Da la sensaci¨®n de que, m¨¢s pendientes de arriba que de abajo, los l¨ªderes pol¨ªticos no saben a qui¨¦n se dirigen y no entienden que lo que la gente quiere no es o¨ªr buenas palabras sino ser escuchados: que su voz llegue arriba. Y los medios ya no son el agente doble que manufacturaba y enviaba mensajes de abajo a arriba y de arriba abajo, contribuyendo as¨ª a configurar el espacio del debate democr¨¢tico.
La ¡°consideraci¨®n no ha sido suficiente¡±. Macron se siente frustrado porque a los ciudadanos no les basta un gesto presidencial de acercamiento: quieren que se les tome en serio. Es decir, que se les reconozca poder y palabra y, por tanto, protagonismo pol¨ªtico. ?A este desencuentro con una ciudadan¨ªa que se siente ajena a las pol¨ªticas vigentes, como ha respondido la pol¨ªtica? Con la arrogancia tecnocr¨¢tica y con la grandilocuencia enardecedora de la estrategia populista (comparto con Eric Fassin que populismo no es un categor¨ªa pol¨ªtica, es una manera de actuar) Es decir, con el dominio de los expertos y la exaltaci¨®n contra el otro, estimulando el resentimiento ante la incapacidad de resolver los problemas. Ambas opciones est¨¢n al servicio de lo mismo: la sumisi¨®n de la pol¨ªtica al poder real, al dinero. La diferencia es que el discurso de los expertos no pretende amagar sino legitimar este orden -no hay alternativa- y el ruido de los polarizadores, que preparan al terreno a la soluci¨®n autoritaria, enrarece el ambiente y es contaminante.
Los expertos callan a la ciudadan¨ªa en nombre de la complejidad del mundo. Gobernar no est¨¢ al alcance de todos, s¨®lo los que est¨¢n preparados -y han pasado por los ritos inici¨¢ticos del poder tecnocr¨¢tico- pueden hacerlo. La pol¨ªtica pierde sentido porque no hay opci¨®n: se hace lo que dicen los que saben. Hasta el punto que hasta la socialdemocracia estorba: Ejemplo: la impaciencia de gran parte del complejo econ¨®mico y medi¨¢tico para sacar al PSOE y sus aliados del gobierno. La rigidez de los expertos -y de aquellos a quienes representan- es tan grande que ni siquiera son capaces de celebrar lo que algunos ya llaman el milagro espa?ol: los antisistema se han incorporado plenamente el sistema. Les duele porque temen que abra una v¨ªa para ensanchar el campo, aqu¨ª en Espa?a como en Portugal. La dominaci¨®n de los expertos ¡ªque deja el poder cada vez m¨¢s en manos de poderes contramayoritarios¡ª es incompatible con una democracia liberal.
Los expertos callan a la ciudadan¨ªa en nombre de la complejidad del mundo. Gobernar no est¨¢ al alcance de todos
La otra v¨ªa, es la grandilocuencia apocal¨ªptica para la explotaci¨®n del miedo. Ganarse a la gente moviliz¨¢ndola contra falsos enemigos: los inmigrantes, los musulmanes, los que nos quieren robar la patria, los separatistas, las minor¨ªas, todo lo que se mueve. Un ejercicio con efectos directos en t¨¦rminos de represi¨®n y restricci¨®n de libertades. Es la desjerarquizaci¨®n de las prioridades de la ciudadan¨ªa: construyendo enemigos y haci¨¦ndolos responsables de nuestros males se confunden las prioridades. Y se crea una sensaci¨®n de emergencia que permite eludir las cuestiones que la ciudadan¨ªa demanda. Moralistas pol¨ªticos, como dir¨ªa Kant, que configuran la moral seg¨²n las conveniencias del que manda.
Macron constata que la gente sigue desconfiando. Que ni el discurso de los expertos, ni las apelaciones patri¨®ticas, ni el miedo dan el reconocimiento, la protecci¨®n y las soluciones esperadas. Por lo menos, es capaz de enunciar el problema, en vez de apelar al griter¨ªo como gran parte de la derecha europea, espa?ola incluida.
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