A la Luna con Tint¨ªn y Armstrong
CosmoCaixa junta c¨®mic y ciencia en una exposici¨®n para conmemorar los 50 a?os del 'Apolo XI'
"?Yo a la Luna? ?Y con usted? ?Usted est¨¢ mal de la cabeza! ?A la Luna!". Las excitadas frases se las suelta el capit¨¢n Haddock al profesor Tornasol cuando este les comunica a Tint¨ªn y al irascible marino en Objetivo: la Luna que planea embarcarse hacia nuestro sat¨¦lite y llevarlos a los dos con ¨¦l. En la siguiente aventura, Aterrizaje en la Luna,conseguir¨¢n llegar y lo har¨¢n en 1953, ?16 a?os antes que la misi¨®n real del Apolo XI! Vamos que Tint¨ªn precedi¨® m¨¢s de tres lustros a Neil Armstrong, al menos en las vi?etas, y adem¨¢s llevando a Mil¨². Herg¨¦ acert¨® tanto en l¨ªneas generales en su descripci¨®n que luego le pidieron que hiciera una historieta-reportaje sobre la siguiente misi¨®n, la del Apolo XII. En ella, T¨ªnt¨ªn y Haddock con sus trajes espaciales naranjas sal¨ªan a recibir a los astronautas estadounidenses, para su gran sorpresa, cuando estos alunizaban.
La exposici¨®n Tint¨ªn y la Luna que se inaugur¨® este lunes en CosmoCaixa pone juntas la peripecia espacial del personaje de Herg¨¦ con la gesta del Apolo XI para conmemorar de una forma muy original y simp¨¢tica los 50 a?os de la llegada a la blanca compa?era de la Tierra, el ¨²nico cuerpo celeste en el que los seres humanos han puesto hasta ahora los pies (el aniversario se cumplir¨¢ el 20 de julio de 2019).
La muestra (visitable hasta el 26 de mayo y que podr¨ªa titularse Fly me to the Moon Tint¨ªn) ) no es muy grande pero tiene much¨ªsimos atractivos. Se exhiben reconstrucciones a tama?o natural de la cabina del m¨®dulo lunar Eagle, en el que Armstrong y Aldrin descendieron a la Luna, y del m¨®dulo de mando Columbia (la parte del Apolo XI que regres¨® a la Tierra con ellos dos y Collins), objetos relacionados con los viajes espaciales (incluidos alimentos con pinta de caducados y pasta de dientes de la NASA que se puede tragar), y algunas reliquias especialmente conmovedoras como un verdadero trozo de Luna (un fragmento peque?ito de meteorito lunar o lunalito, que son rocas expulsadas de la Luna al chocar contra ella otro cuerpo celeste y que se precipitan a la Tierra) o un trocito del tama?o de una u?a del revestimiento t¨¦rmico del m¨®dulo de mando del Apolo XI.
Destacan tambi¨¦n los dispositivos interactivos que permiten tener una visi¨®n aumentada a placer de la superficie lunar, revivir minuto a minuto el alunizaje del Eagle en el Mar de la Tranquilidad, con la imagen real de lo que captaban las c¨¢maras del m¨®dulo (no era f¨¢cil, se guiaba con un ordenador menos potente que un smartphone de hoy) o experimentar personalmente, si te atreves, lo que se siente al estar en gravedad lunar (seis veces menor que la terrestre) colg¨¢ndote de un arn¨¦s y saltando alegremente como si estuvieras en una actividad extravehicular (EVA), es decir, en un paseo lunar.
La visita a la exposici¨®n arroja bonitas vistas (como es l¨®gico) y permite contemplar a la vez, bajo la misma Luna, un cohete Saturno de las misiones Apolo (el m¨¢s poderoso que se haya construido jam¨¢s) y el no menos ic¨®nico X-FLR 6 de Tint¨ªn, tan deudor de las letales V-2 del III Reich, por mucho que lo disimule su pintura a cuadros rojos y blancos. Los Saturno y las V-2 eran por supuesto hijos del mismo padre, Wernher von Braun, el entusiasta cohetero de Hitler y luego,?tap¨¢ndose mucho la nariz los estadounidenses para ficharlo, del programa Apolo.
Hay que recordar que si bien Armstrong fue el primer hombre en pisar la Luna, Buzz Aldrin fue el primero que hizo pip¨ª all¨ª (dentro del traje, por eso), aunque sin frase para la posteridad.
La muestra se divide en cinco ¨¢mbitos que cubren desde la historia de la obsesi¨®n humana con la Luna y las observaciones de Galileo hasta ideas para colonizarla en el futuro. La parte dedicada a Tint¨ªn incluye una ilustraci¨®n ampliada a tama?o mural de los planos del cohete de Tornasol (de impulsi¨®n at¨®mica pero con nevera) y una selecci¨®n de originales de Herg¨¦ de la aventura lunar, incluidos preciosos bocetos a l¨¢piz, que permiten contemplar la forma de trabajar del creador. Se exhibe uno de los libros que emple¨® para documentarse L'astronautique, de Alexandre Ananoff (1950): la sala de mandos del cohete de Tint¨ªn es igual que la que se muestra en el volumen.
Entre las cosas curiosas de la exposici¨®n figura una bolsa de recogida de heces de cosmonauta, usada, seg¨²n se indica, en las misiones Apolo, Soyuz y Skylab (esperemos que la hayan lavado bien). Hay que recordar que si bien Armstrong fue el primer hombre en pisar la Luna, Buzz Aldrin fue el primero que hizo pip¨ª all¨ª (dentro del traje, por eso), aunque sin frase para la posteridad. Entre la letra peque?a de la conquista del espacio figuran tambi¨¦n unos cubiertos met¨¢licos de la MIR o el pionero traje espacial inventado por el espa?ol Emilio Herrera en 1935 y cuyo original acabaron troceando unos milicianos en la Guerra Civil para hacerse impermeables.
Hay que subrayar que, aunque haya sistemas interactivos, no todo se puede tocar en la exposici¨®n. Un entusiasta visitante, asaltado por el s¨ªndrome de los (muchos) botones y el recuerdo del bonito traje de astronauta que tuvo de ni?o, trat¨® este lunes de pulsar un interruptor del m¨®dulo lunar cuando nadie lo ve¨ªa y rompi¨® la clavija. Correspond¨ªa a la indicaci¨®n ¡°4 jet enable¡±. Esperemos que la misi¨®n lunar no haya fallado por su culpa...
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