Van Gogh como experiencia para los sentidos (y para el m¨®vil)
La exposici¨®n multimedia que recorre la obra del artista holand¨¦s se traslada desde Alicante al C¨ªrculo de Bellas Artes de Madrid a partir del 26 de diciembre
A la entrada de la exposici¨®n multimedia Van Gogh Alive- The Experience hay una reproducci¨®n a escala de la habitaci¨®n de Arl¨¦s que el artista holand¨¦s convirti¨® en uno de sus cuadros m¨¢s c¨¦lebres. Los visitantes se fotograf¨ªan con la cama, la silla, la mesa y la ventana al fondo. Pretenden sumergirse en el tortuoso mundo del genio pelirrojo. En realidad, unas cintas impiden que los espectadores se acerquen demasiado. Es toda una met¨¢fora. Este es el territorio de Van Gogh. No dejaremos que te acerques demasiado.
La muestra, que ha permanecido tres meses en la Lonja del Pescado de Alicante, y que se trasladar¨¢ al C¨ªrculo de Bellas Artes de Madrid el pr¨®ximo 26 de diciembre, contin¨²a con una sala en la que, en primer lugar, introducen al visitante en la tecnolog¨ªa que est¨¢ a punto de disfrutar. La idea es acabar con el viejo m¨¦todo de las exposiciones al uso. De esos paseos de sala en sala de los museos. Ya no m¨¢s silencio, dicen. Ya no m¨¢s permanecer en pie delante de una obra est¨¢tica, dicen. Llega el turno de estimular los sentidos y de sentirse part¨ªcipes de las obras de arte. Tres paneles m¨¢s dividen la vida de Van Gogh a partir de sus etapas existenciales. Una selecci¨®n de diez obras arroja datos al espectador que desee pasear ante ellas y detenerse en silencio. Aqu¨ª est¨¢n todas las explicaciones que se recibir¨¢n a lo largo de la experiencia. En una sala contigua, el espect¨¢culo est¨¢ en marcha.
Antes de entrar al universo audiovisual de enormes pantallas, un reloj cuenta el tiempo que resta para que pueda acceder el siguiente grupo de espectadores. Hay quien lo respeta visitando la tienda. Hay quien decide saltarse la tiran¨ªa de los minutos y segundos. Cuando por fin el contador est¨¢ a cero, el p¨²blico se adentra en una sala que los recibe a oscuras. Pero pronto comienza a aparecer una biograf¨ªa f¨ªsica de Van Gogh, realizada a partir de sus autorretratos, reproducidos a tama?o colosal y llenos de brillo. Es en ese momento cuando la exposici¨®n se revela como hija de su tiempo. Buena parte de los visitantes dan la espalda a los retratos, que se suceden sin pausas en negro que los delimiten, y comienzan a disparar sus m¨®viles para legar a la posteridad un selfi con Van Gogh de fondo. La m¨²sica empieza a sonar.
En la siguiente sala, cobra sentido la advertencia anticipada. Ya no hay paseos. Ya no ha silencio. Unos pufs diseminados por todo el espacio van llen¨¢ndose de espectadores, que se acomodan para disfrutar de la obra de uno de los artistas m¨¢s reconocibles de la historia, ese que nunca vendi¨® un cuadro, ese que se cort¨® la oreja. Los ¨®leos se acrecientan al m¨¢ximo, desde su primera etapa en Holanda, llena de tonalidades oscuras, hasta su traslado a la luz del Mediterr¨¢neo. Los espectadores est¨¢n a oscuras, la mayor parte de ellos grabando las im¨¢genes con sus m¨®viles. M¨¢s pendientes de que la peque?a pantalla est¨¦ bien encuadrada que de la abrumadora magnitud de las reproducciones.
Suena m¨²sica cl¨¢sica, en una selecci¨®n que no tiene concordancia con la ¨¦poca en la que vivi¨® el protagonista de la muestra, ni con su pa¨ªs. Mozart, Bach. De vez en cuando, un rumor de viento. O el graznido de unos cuervos. En un paisaje con molino, las aspas comienzan a girar. Es uno de los alicientes de la exposici¨®n, la animaci¨®n virtual, que no se prodiga demasiado. En determinados momentos, aparece una cita atribuida a Van Gogh. En ning¨²n lado se especifica que puedan proceder de las cartas que Vincent escribi¨® a su hermano Theo. Tampoco consta que procedan de otros lados, como el c¨¦lebre texto de Woody Allen: "Si los impresionistas hubieran sido dentistas".
Tampoco en ning¨²n momento se explica la t¨¦cnica de Van Gogh. Sus trazos nerviosos. Sus colores explosivos. Sus goterones de pintura. Simplemente, van sucedi¨¦ndose obras, una tras otra, incluso en el suelo, procedentes de un proyector cenital. ¡°No se puede estar en el polo y en el ecuador al mismo tiempo¡±, reza una de las citas escogidas. Llega un momento ¨¢lgido. Toda la estancia se ilumina en amarillo. Es el turno de Los girasoles. Una espectadora deja por un momento de mirar el m¨®vil. La imagen es hipn¨®tica.
La secuencia de im¨¢genes contin¨²a con otro hito ineludible, La noche estrellada. Unos veinte minutos despu¨¦s del inicio, los proyectores se apagan. Los altavoces se callan. Y el p¨²blico tiene dos opciones. La primera de ellas es un cuarto en el que se han instalado unos caballetes ante unas pantallas de v¨ªdeo. En ellas, se explica c¨®mo dibujar una figura humana. Pero no al estilo de Van Gogh. Solo una figura humana. Algunos visitantes se han decidido a seguir las instrucciones, con un l¨¢piz y sobre una hoja de dibujo.
Otros prefieren salir. Y, como subraya Banksy, antes de regresar al exterior atraviesan la tienda de merchandising. Los ni?os pueden esperar en unas mesas especialmente habilitadas para su tama?o. Un corcho recoge las piezas que han dibujado para la ocasi¨®n. La oreja de Van Gogh es la indiscutible estrella. Se ven orejas por todos lados, algunas incluso con el trazo ondulado de las nubes caracter¨ªsticas del amigo de Paul Gauguin. En los estantes, esperan multitud de objetos, todos con un motivo de Van Gogh estampado. Un kit de pinturas cuesta 35 euros. Un plato para depositar la bolsa del t¨¦ usada, 20 euros. Un bolso de fiesta, 70 euros. Puede que el autor de La casa amarilla no vendiera un cuadro. Pero su legado es una mina. Los datos que aporta la organizaci¨®n cantan. M¨¢s de 60.000 personas han pasado en tres meses en la cita en Alicante.
Datos pr¨¢cticos
- La exposici¨®n Van Gogh- The Experience combina 3.000 im¨¢genes en movimiento, luz y m¨²sica para sumergirse de lleno en el universo del artista neerland¨¦s. Llega el 26 de diciembre al C¨ªrculo de Bellas Artes (Alcal¨¢, 42), donde va a estar dos meses, hasta el 26 de febrero.
- El horario de la muestra es continuo: abre de lunes a domingo (de 10.00 a 23.00). Los d¨ªa festivos de Navidad hay un horario reducido: el 31 de diciembre y el 5 de enero, de 10.00 a 17.00; el 1 de enero, de 16.00 a 23.00.
- Las entradas cuestan 16 euros aunque hay descuentos para ni?os (de 4 a 15 a?os; 12 euros) y tambi¨¦n para estudiantes, mayores de 65 a?os, desempleados y personas con discapacidad (14 euros).
- En Alicante, donde la muestra ha estado tres meses, un total de 60.000 personas se han acercado a visitarla.
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