La derecha espa?ola a la vista de Europa
Hay un punto de ingenuidad y desconocimiento en la percepci¨®n europea de que la extrema derecha no exist¨ªa aqu¨ª, como si el pecado franquista la hubiese condenado para siempre
En torno a la irrupci¨®n de Vox y su influencia en la derecha espa?ola, la prensa europea destaca tres cosas: El hecho en s¨ª, la aparici¨®n de la extrema derecha en una democracia que no la ten¨ªa en n¨®mina. La radicalizaci¨®n del Partido Popular. Y la rapidez con la que la derecha ha dado carta de legitimidad a la extrema derecha, colocando a Ciudadanos en inc¨®moda contradicci¨®n con sus aliados europeos.
Hay un punto de ingenuidad y desconocimiento en la percepci¨®n europea de que la extrema derecha no exist¨ªa aqu¨ª, como si el pecado franquista la hubiese condenado para siempre. El nombre hace la cosa y es cierto que no ha habido un partido con r¨®tulo de extrema derecha con peso significativo. La representaci¨®n del franquismo en las primeras elecciones democr¨¢ticas tuvo dos cabezas: una en blanco negro (Alianza Popular) y otra en technicolor (UCD). Alianza Popular, de la mano de Manuel Fraga, acab¨® mutando en el Partido Popular que, con la implosi¨®n de UCD, incorpor¨® a una variada gama de sensibilidades liberales y conservadoras para convertirse en el gran partido de la derecha. La traves¨ªa del desierto termin¨® con la llegada al poder, de la mano de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, en 1996.
Si no hab¨ªa extrema derecha en Espa?a era porque estaba perfectamente acomodada bajo el mando de Aznar
El m¨¦rito del expresidente fue integrar a toda la derecha en un solo partido, condici¨®n necesaria para el asalto al gobierno. Si no hab¨ªa extrema derecha en Espa?a era porque estaba perfectamente acomodada bajo el mando de Aznar, uno de los precursores del ¡°iliberalismo¡±: liberal sin complejos en lo econ¨®mico, conservador y autoritario en lo dem¨¢s, dispuesto incluso a blanquear el franquismo. Fue con Mariano Rajoy que el tren perdi¨® unidades a la misma velocidad con la que el PP se desdibujaba ideol¨®gicamente y, como todos los partidos sist¨¦micos (PP y PSOE en este caso), perd¨ªa el contacto con la sociedad en un momento de grandes cambios. Entr¨® en escena Ciudadanos, que desde Catalu?a dio el salto a la pol¨ªtica espa?ola inicialmente con etiqueta centrista. Y la extrema derecha, en buena parte surgida del conflicto vasco, encontr¨® en la inmigraci¨®n y en la cuesti¨®n catalana los catalizadores para dar el salto. Y as¨ª creci¨® Vox sobre los t¨®picos tradicionales, (el patriotismo, la moral cat¨®lica, el patriarcado y la xenofobia) y con la construcci¨®n de chivos expiatorios (feministas, inmigrantes, independentistas) para capitalizar el malestar general. D¨®nde hab¨ªa un partido, ahora hay tres.
En Europa sorprende que PP y Ciudadanos se al¨ªen a la primera con la extrema derecha. Ciertamente, hay algo de hipocres¨ªa, como ejemplifica el caso franc¨¦s. All¨ª funcion¨® el cord¨®n sanitario ante el Frente Nacional y el desistimiento republicano a favor del candidato mejor situado evit¨® cualquier opci¨®n electoral de la extrema derecha, hasta que la lealtad empez¨® a torcerse con la presidencia de Sarkozy, el primero que asumi¨® abiertamente parte de la agenda del lepenismo. Y as¨ª sigui¨® en tiempos de Hollande, cuando Valls, como ministro del Interior y primer ministro, compr¨® sin rubor el discurso contra la inmigraci¨®n. Resultado: hoy Marine Le Pen es la principal rival de Macron. En toda Europa, los progresos de la extrema derecha han seducido a muchas conciencias conservadoras y s¨®lo han conseguido reforzarla. Pero precisamente ahora, en vigilias de unas elecciones europeas trascendentales, la cuesti¨®n es especialmente sensible. El frente de la extrema derecha europea, de la mano de Orban, Salvini y Le Pen, prepara la cita electoral de mayo como un asalto al poder comunitario. No es tiempo de concesiones.
Dando por hecho que el PP ha optado por la radicalizaci¨®n, la prensa europea pone ¨¦nfasis en los equilibrios de Albert Rivera. No hay nada m¨¢s rid¨ªculo que negar lo evidente. Y lo evidente es que Ciudadanos estar¨¢ en el gobierno andaluz gracias a un acuerdo del PP con Vox, a cuyo cumplimiento se ha comprometido el futuro presidente andaluz Juanma Moreno. El que niega lo que todo el mundo ve s¨®lo consigue poner en cuarentena su palabra.
Blanquear a Vox sit¨²a a la derecha espa?ola en la oleada radical conservadora. Y la experiencia demuestra que la extrema derecha siempre sale ganando cuando se le da legitimidad. Pablo Casado lo hace con alegr¨ªa, porque se corresponde con el giro que ha dado su partido. Albert Rivera lo hace con verg¨¹enza, pero lo hace. Y su coraje se ha limitado a evitar una foto de familia con Vox. As¨ª no se para a la extrema derecha.
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