La ultraderecha viene de lejos
La aparici¨®n de Vox, descubriendo las verg¨¹encitas ideol¨®gicas de aliados como el PPr y Ciudadanos, y robando votos a diestra y ultradiestra, es el formato ideol¨®gico final de un largo proceso
Yo soy de los que cre¨ªa, hasta un poco antes de las ¨²ltimas elecciones andaluzas, esa leyenda urbana seg¨²n la cual toda la culpa del resurgimiento (y hago hincapi¨¦ en el prefijo) de la ultraderecha en Espa?a fue y es actualmente culpa del proc¨¦s. Curiosamente esa leyenda surgi¨® del seno mismo de la militancia y dirigencia de la izquierda. Podemos y su mismo jefe de filas, Pablo Iglesias, se abon¨® a ella, si es que no le dio ¨¦l mismo marchamo de salida. Tambi¨¦n en su comienzo me abon¨¦ a ella. Pero que yo opinara lo mismo, no tiene ninguna importancia. Al fin y al cabo soy un cr¨ªtico literario al que s¨®lo la generosidad de este diario le permite opinar sobre ¨¦sta y otras cuestiones. Pero precisamente por ello mismo, para corresponder a esa generosidad, debo ser honesto conmigo mismo, aunque vuelva a equivocarme, y de esta manera serlo tambi¨¦n, con todas las garant¨ªas, con los lectores que mis art¨ªculos puedan tener.
La aparici¨®n de Vox en la parrilla pol¨ªtica andaluza no fue una aparici¨®n fantasmal de un d¨ªa para el otro. Salvando todas las distancias posibles, es como si la aparici¨®n del nazismo-fascismo en la canciller¨ªa alemana en 1933, se hubiera debido s¨®lo a la grandilocuencia parlamentaria y mitinera de Adolf Hitler. Es obvio que no. Se debi¨® al peor del peor huevo de serpiente que conoci¨® Europa en su historia. Alemania, como tambien la Viena del imperio austro-h¨²ngaro, sufri¨® en el siglo XIX un alto y violento grado de antisemitismo, donde la libertad de los jud¨ªos estaba limitada como lo hab¨ªa estado en la Baja Edad Media. Mi lucha, el siniestro texto de Hitler, no fue causa del antisemitismo que llev¨® a seis millones de jud¨ªos de toda Europa a los campos de exterminio alemanes, sino al rev¨¦s. Tambi¨¦n colabor¨® activamente el miedo al comunismo de las clases medias alemanas, junto al chivo expiatorio del juda¨ªsmo traidor en la derrota alemana en la Primera Guerra Mundial. Y el papel de las clases medias alemanas, mucho m¨¢s que las de sus clases trabajadoras, su rol amedrentado hasta las ¨²ltimas consecuencias con su suicidio colectivo, como se mostr¨® hacia el final de la Segunda Guerra Mundial. Quien mejor lo expres¨® fue un poeta: ¡°El mejor aliado del fascismo es siempre una clase media con miedo¡± (Bertold Brecht).
La aparici¨®n de un partido como Vox, descubriendo las verg¨¹encitas ideol¨®gicas de aliados como el Partido Popular y Ciudadanos, y robando votos a diestra y ultradiestra, fue el formato ideol¨®gico final de un largo proceso. Un proceso que viene de la transici¨®n pol¨ªtica del 78, no bien depurada del franquismo superviviente. Viene de la liquidaci¨®n de un partido como UCD en beneficio de Alianza Popular y luego Partido Popular. De un intento de golpe de Estado todav¨ªa en brumas. Termina con el golpe de gracia de la restauraci¨®n de una derecha autoritaria y desacomplejada, con claras reminiscencias franquistas en sus filas y votantes, de la mano de un hombre bajito y con bigote llamado Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. Convendr¨ªa, con respecto a Catalu?a, recordar sin ning¨²n ¨¢nimo revanchista ni victimista, el anticatalanismo militante del ¡°Pujol, enano, habla castellano¡± de finales de los noventa del siglo pasado; y, d¨ªa s¨ª y d¨ªa tambi¨¦n al mejor estilo serbio en las guerras balc¨¢nicas de los a?os noventa, de las peroratas anticatalanas en una cadena cat¨®lica. En lo que respecta a la izquierda, nunca olvido una frase, en un art¨ªculo de opini¨®n, en este mismo diario, escrito por un conocido novelista espa?ol, que dec¨ªa, no s¨¦ si con m¨¢s desprecio que iron¨ªa, que el Estado de las Autonom¨ªas se estaba convirtiendo en un reino de taifas. Durante los gobiernos socialistas, con el franquismo todav¨ªa coleando en sus instituciones judiciales, a nadie se le ocurri¨® en las filas socialistas de entonces, dise?ar un cord¨®n sanitario contra el fascismo, como s¨ª se ha hecho en Alemania y Francia. Y en estos d¨ªas en Suecia.
Mezclar el proc¨¦s con la irrupci¨®n de partidos como Vox o del radicalismo antidemocr¨¢tico del Partido Popular o de las tentaciones liquidacionistas de los fueros vascos por parte de Ciudadanos, es quedarse con el ¨¢rbol sin ver la espesura del ominoso bosque que est¨¢ detr¨¢s de ¨¦l. ?Quiero con este razonamiento decir que el proc¨¦s no ha influido en la aparici¨®n de la ultraderecha en Espa?a? ?O que no lo despert¨®? S¨ª, quiero decir eso, no por lo menos con la mecanicista din¨¢mica causa-efecto que se le atribuy¨® a esta coyuntura. El independentismo cometi¨® muchos errores, errores t¨¢cticos y estrat¨¦gicos. No se vali¨® nunca del principio de realidad que se necesita para gestionar el presente. Sobreestim¨® sus posibilidades rupturistas y subestim¨® al Estado que ten¨ªa en frente, un Estado con un fuerte componente autoritario en sus altos ¨®rganos ejecutivos y legislativos. La ultraderecha en Espa?a viene de m¨¢s lejos. Y nunca estuvo dormida.
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