Bolsilibros, el ¡®pulp¡¯ castizo
Una exposici¨®n retrata el mundo de la novela popular de Bruguera, con la que arranca BCNegra
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
Rafael Barber¨¢n aprovech¨® su luna de miel para escribir uno; y Juan Gallardo, sus pausas entre escenas como actor para aporrear las teclas, un tac, tac, tac que provocaba las iras del director de la compa?¨ªa, Alejandro Ulloa, que le ped¨ªa que no lo hiciera tan cerca del escenario porque se o¨ªa desde platea. Pero es que cada semana hab¨ªa de publicarse uno. Porque Barber¨¢n era Ralph Barby y Gallardo, Curtis Garland, dos de los m¨¢s famosos y fruct¨ªferos autores de Bolsilibros, breves novelas de quiosco que editaba Bruguera en pleno franquismo, lo m¨¢s parecido al pulp estadounidense que ha tenido nunca la industria editorial espa?ola.
Aquello era literatura a destajo: se entregaban al menos tres t¨ªtulos al mes, historias autoconclusivas, relativamente breves, para llenar de 96 a 126 p¨¢ginas de muy peque?o formato (15 por 10,5 cent¨ªmetros). Todo val¨ªa: del oeste, espionaje, b¨¦licas, terror, ciencia-ficci¨®n, rom¨¢ntica¡ Su ¨¦xito fue inmediato, rotundo. Era muy frecuente que las tiradas iniciales sobrepasaran los 15.000 ejemplares (al menos, bien entrados los a?os 80), t¨ªtulos que, adem¨¢s, se reeditaban con frecuencia, como mucho cambiando la siempre impactante portada a color.
Se entiende el furor de unos textos que costaban cuatro pesetas, pero que eran preciada y compulsiva mercanc¨ªa de intercambio en mercadillos o en plena calle. Es la Espa?a de los primeros a?os 50, donde por ser malo o insuficiente lo era hasta el papel y hab¨ªa que sustituir las populares series de Agatha Christie o de Edgar Wallace, derechos entonces dif¨ªciles de conseguir. Aflorando de una prosa algunas veces discreta pero siempre trepidante, brotaba un mundo de ensue?o, con el american way of life de fondo: grandes aventuras, coches y casas inmensos, hasta, con suerte, alguna insinuaci¨®n sensual, la mayor parte de las veces en escenarios for¨¢neos o ex¨®ticos. ¡°Hab¨ªa siempre una base real; se inventaba poco y se pensaba en aventuras que, como mucho, ve¨ªas en las pel¨ªculas; tambi¨¦n se daba cierta denuncia social, pero camuflada; por la censura, muchas no pod¨ªas ubicarlas en Espa?a, hab¨ªa cosas que aqu¨ª no pod¨ªan ocurrir¡±, contextualiza ?ngels Gimeno, la esposa de Barber¨¢n / Barby en ese productivo viaje de novios.
Am¨¦n de autora, Gimeno siempre ech¨® un cable documental y pasaba a limpio los escritos de su marido. Barby tiene s¨®lo visi¨®n perif¨¦rica. ¡°Una vez, me entreg¨® las hojas en blanco porque no hab¨ªa puesto la cinta; pero volvi¨® a repetirlo todo en un periquete y pr¨¢cticamente igual¡±, dice. ¡°No me acordaba casi ni de la que hab¨ªa acabado y ya estaba con otra entrega; los personajes y las tramas las creaba en el entresue?o y al d¨ªa siguiente, ante la m¨¢quina, la historia ya no pasaba ni por mi raciocinio, iban del cerebro al dedo¡±, describe ¨¦l. Lo recuerdan en la mesa redonda Novela negra y Bolsilibros, un largo legado y en la planta de debajo de donde se exponen sus m¨¢quinas de escribir, fetiches de la muestra Secretos de bolsillo, dedicadas a los Bolsilibros de Bruguera, todo en la biblioteca Jaume Fuster de Barcelona. Es el cuartel general este a?o del Festival BCNegra de novela polic¨ªaca que arranc¨® con ellos el jueves y que a partir de ma?ana vivir¨¢ su semana grande.
La otra Rodoreda
De haberlas, hab¨ªa, pero tampoco eran muchas y la pr¨¢ctica de los pseud¨®nimos dificulta m¨¢s su localizaci¨®n, pero tambi¨¦n hab¨ªa autoras en Bolsilibros. Por su singularidad, sobresale Vic Logan, nombre de pluma de Maria Vict¨°ria Rodoreda Sayol (Berga, 1931-Barcelona, 2010). Guionista de c¨®mics desde los a?os 50 en la editorial Toray (Brigada Secreta, Haza?as B¨¦licas...), en los 70 salt¨® a la novela popular de Bruguera, donde mostr¨® pericia en la ciencia-ficci¨®n, si bien era frecuente que en las tramas criminales aparecieran, an¨®malamente, ambientaciones en Madrid y Barcelona y editores y escritores, quiz¨¢ inspirada por su propia situaci¨®n laboral. Y s¨ª, su apellido est¨¢ vinculado familiarmente al de la otra Rodoreda escritora, la de La pla?a del Diamant. Dos mundos muy distintos.
Bajo esas coordenadas, aquello se convirti¨® en una m¨¢quina imparable. La primera colecci¨®n, Servicio Secreto, nac¨ªa en 1950 y la estrenaba Peter Debry, el alias de Pedro V¨ªctor Debrigode, de familia francesa y que empez¨® a escribir en la c¨¢rcel, como Clark Carrados (Luis Garc¨ªa Lecha), pero ¨¦ste, funcionario de prisiones, estimulado por un reo que lo hac¨ªa. Servicio Secreto acabar¨ªa con 1.700 t¨ªtulos. Dos a?os despu¨¦s, arrancaba Detective, a la que siguieron, en los dorados 60, Punto Rojo (1962), Archivo Secreto (1964), Alto Secreto (1967) y luego La Huella (1974)¡
El ¨¦xito era tal que, a rebufo de Bruguera, en Madrid le sigui¨® la estela el sello Roll¨¢n y en Barcelona, Toray. Su vinculaci¨®n a la actualidad, salpicada con t¨ªtulos raros, ayud¨®: ?A qu¨¦ hora le mataron, Mr. Kennedy? puede ilustrarlo. Frank Caudett (uno de los nueve pseud¨®nimos de Francisco Caudet: 800 novelas), que acabar¨ªa fichado en exclusiva por Bruguera, aprovechando el novedoso ¨¦xito de James Bond desarroll¨®, con estilo cortante y c¨¢ustico, las aventuras del Agente 002 y del Departamento At¨®mico de Seguridad Nacional.
¡°Se les ha menospreciado estil¨ªsticamente, pero abundan las met¨¢foras, los cambios de punto de vista, los pasos de primera a tercera persona, la interpelaci¨®n al lector¡ son t¨¦cnicas que en muchos best-sellers actuales ni se dan¡±, defiende Joaquim Noguero, comisario de la exposici¨®n. Y es que Caudett, por ejemplo, fue ¨¢vido lector de Dumas, Tolstoi y Verne, y tambi¨¦n de Jos¨¦ Mallorqu¨ª, el padre de El Coyote. Y lo destilan sus textos. ¡°Yo devoraba todo lo que hac¨ªa Barby y quer¨ªa escribir como Garland¡±, admite Francisco Javier Miguel G¨®mez, que con solo 17 a?os debut¨® como Lem Ryan. Fue de los ¨²ltimos en entrar en los Bolsilibros, en 1982, poco antes del hundimiento de Bruguera (1986), ¡°nuestro Chernobil editorial¡±, dice hoy al lado de Barby, quien recalca que aquellos libros fueron ¡°la literatura que ha alfabetizado a buena parte de este pa¨ªs¡±. Y que, ni que fuera a ritmo estajanovista (Garland tuvo 17 pseud¨®nimos y escribi¨® 2.000 t¨ªtulos) daba para vivir, al menos hasta los a?os 70. ¡°Se cobraba a los dos meses y con los tres nuevos m¨¢s dos reediciones, pod¨ªas tener vivos cinco t¨ªtulos al mes¡±, resume. Luego, empez¨® el declive: ¡°Primero por las del Oeste; las que aguantaron mejor fueron las de terror¡±, ordena Barby.
Silver Kane (Francisco Gonz¨¢lez Ledesma), Keith Luger (Miguel Oliveros Tovar) ¨® Mark Halloran (Jordi Gubern Ribalta) son otros m¨ªticos nombres que pueblan una muestra que no olvida a los dibujantes, en especial a Antonio Bernal, que lleg¨® a hacer, llorando admit¨ªa, hasta cinco portadas semanales para la factor¨ªa Bruguera y se hac¨ªa fotografiar como muerto o cowboy para tener im¨¢genes de recurso en las que inspirarse. A menudo era f¨¢cil identificar en los personajes a actores de Hollywood del momento¡
Exhaustiva, la exposici¨®n deja caer nombres de herederos actuales, un Iv¨¢n Guevara o un Alberto Valle, que hoy, por las ventas, parecen contraculturales. En Amazon, los Bolsilibros van, de media, a cinco euros.
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