¡®Hachazo¡¯ en la novela negra rural
BCNegra debate la existencia del g¨¦nero del ¡®Country noir¡¯
En un crimen rural (literario, se entiende) uno espera tropezarse con un cad¨¢ver descuartizado a hachazos o con motosierra, un rastro de sangre desde el lindar del bosque, unos restos echados en una picadora para hacer abono. Pero parece que no: pueden aparecer un par de ciervos despanzurrados (caso de Los Ca¨ªn, editado por AdN), un inmigrante ilegal proviniente del Este frito a los pies de una vid (como en El porqu¨¦ del color rojo, en Salto de P¨¢gina) o ni?os reci¨¦n nacidos desaparecidos en un contexto de especulaci¨®n urban¨ªstica en una capital de provincias (Piedras negras, en Tusquets); pero no, no se mata distinto en el campo que en la ciudad. As¨ª lo sentenciaron, a las primeras de cambio, respectivamente, Enrique Llamas, Francisco Besc¨®s y Eugenio Fuentes, en la mesa Country noirque les reuni¨® ayer en la biblioteca Jaume Fuster, en el marco del Festival BCNegra.
¡°En un pueblo o una ciudad peque?a todos saben lo que ocurre en el interior de las casas y muy al detalle la vida de los vecinos; al ser un microcosmos, quiz¨¢ los roles son m¨¢s evidentes y la maldad, m¨¢s en directo¡±, concede, a lo sumo, Llamas (Zamora, 1989), que en Los Ca¨ªn se retrotrae a medio franquismo y a media Castilla la Vieja para lanzar ah¨ª a un joven maestro madrile?o que, desubicado, intentar¨¢ ejercer, siendo salpicado por los rencores ancestrales.
La eclosi¨®n del subg¨¦nero, que se nota hasta en televisi¨®n (de la cl¨¢sica Fargo a la castiza Matadero) responde m¨¢s a que ¡°es un territorio menos quemado por la sobreproducci¨®n de novela negra; se trata de buscar un nicho de inter¨¦s¡±, dice, usando su argot de publicista, Besc¨®s, que tras El baile de los penitentes, con El porqu¨¦ del color rojo sigue dando vida a la teniente de la Guardia Civil Luc¨ªa Utrera, la Grande, que se mueve por Calahorra (pueblo de la mujer de su creador), pero con espejo en la embarazada jefa de polic¨ªa Marge Gunderson que Frances McDormand interpretaba en Fargo. ¡°Lo de la inquina de la vieja del pueblo tras el visillo no encaja hoy; esto ha evolucionado mucho¡±, dice Besc¨®s.
¡°El cr¨ªmen rural no es sexual o por honor, con aire tr¨¢gico lorquiano, y el urbano m¨¢s sofisticado, con veneno o vinculado a lo econ¨®mico; hay que salir del t¨®pico de la pana, la azada, la langosta y la crueldad con los animales...¡±, zarandea Fuentes (C¨¢ceres, 1958), estos d¨ªas con la s¨¦ptima entrega de su detective Ricardo Cupido, que vive en el ficticio pueblo extreme?o de Breda, pero que ahora se las tiene con la especulaci¨®n inmobiliaria y el tr¨¢fico de ni?os robados en la Toledo de 2004. ¡°La aparici¨®n de las nuevas tecnolog¨ªas, los neorurales... se ha superado la divisi¨®n sociol¨®gica, la periferia ya no es algo territorial¡±, sostiene. La novela negra rural ya ni sirve, en su opini¨®n, para hacer de suced¨¢neo de la cr¨®nica negra (¡°para eso est¨¢n los informativos de Tele 5¡±, lanza, c¨¢ustico, Fuentes). Y centra el g¨¦nero literario m¨¢s que en un escenario, en dos ingredientes imprescindibles: ¡°Un enigma con investigador y un da?o intencionado, un dolor; lo que ha evolucionado es todo lo dem¨¢s¡±.
Por no ser Country noir no lo son ni sus referentes: Cormac McCarthy y Jospeh Conrad (Besc¨®s), Chandler o Benjamin Black (Fuentes) o Matute o el Delibes de Las ratas (Llamas). Y recuerdan que Simenon no hac¨ªa distingos con su Maigret cuando el comisario investigaba en la Rive Gauche o en la Francia profunda o cuando Dashiell Hammett enviaba a sus detectives fuera de las grandes urbes, como en Cosecha roja. ?D¨®nde est¨¢ la clave, pues? Coinciden los tres en que el g¨¦nero es un anzuelo: ¡°Permite preguntar por qu¨¦ la venganza, el dinero o el desamor desatan nuestros comportamientos violentos; para responder a eso, la novela negra es ideal¡±, resume Fuentes.
El p¨²blico asisti¨®, as¨ª, en directo, a un sorprendente crimen: la muerte, por los supuestos propios autores del Country noir, de la novela negra rural. De un hachazo.
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