Tres amigos unidos por ?frica y por un elefante asesino
El barcelon¨¦s Jorge de Pallej¨¢, legendario autor de ¡®Simba¡¯, publica a los 95 a?os una novela que es un canto a la amistad y a su amor por el continente
?Jorge de Pallej¨¢ (Barcelona, 1924), escritor y ex cazador reciclado en ferviente conservacionista, acude campechano media hora tarde a la cita en su propia casa para hablar de su nuevo libro Tres amigos y el azar (Universo de Letras), una novela sobre la amistad de tres hombres a lo largo de los a?os, enraizada en ?frica y que tiene en su parte central una dram¨¢tica historia ¨Ccon elementos autobiogr¨¢ficos- protagonizada por un elefante asesino. El retraso del autor de t¨ªtulos ya legendarios como Simba (Juventud, 1960), Al sur del lago Tchad (Juventud, 1957) o Los b¨²falos del Okavango (Hispano Europea, 1967), permite, adem¨¢s de disfrutar de un aperitivo servido amablemente en el porche de su bonita casa en Pedralbes que parece tra¨ªda directamente de las colinas de N¡¯Gong o de Simla, entrar despacio en el escenario y el tempo de la vida actual de Pallej¨¢, que en poco tiempo ha perdido a una hija y ha enviudado. El jard¨ªn, cerrado por altos ¨¢rboles, est¨¢ lleno de p¨¢jaros, atra¨ªdos por varios comederos, en este mediod¨ªa sereno y luminoso. Reina un silencio punteado por el canto cristalino de un petirrojo y sopla una brisa melanc¨®lica.
Cuando aparece por fin Pallej¨¢, acompa?ado de su vieja y consentida perra Vera (un braco h¨²ngaro o vizsla), sorprende el contraste entre el cuerpo y el rostro inevitablemente a?ejos del anfitri¨®n y la extraordinaria energ¨ªa que irradia. Hay algo asombrosamente juvenil a¨²n en ¨¦l y hasta un punto de coqueter¨ªa. Hace que nos traigan una botella de Jos¨¦ Pariente fresco que es todo un peligro y acota el terreno de juego como si estuvi¨¦ramos en una cancha de polo (una foto dentro de la casa muestra a su padre practic¨¢ndolo con Alfonso XIII) y ¨¦l fuera el capit¨¢n del equipo.
"Los hombres podemos pasar a?os separados y sin hablarnos y la amistad sigue ah¨ª, intacta. La amistad entre hombres, la de verdad, la aut¨¦ntica, es cojonuda¡±.
¡°No hables de animales muertos, que no salga ni uno, te lo pido¡±, comienza. Dice ¡°te lo pido¡±, pero sabes que a partir de ah¨ª ni una broma con los trofeos de b¨²falos del sal¨®n ni con los dos majestuosos colmillos de elefante del comedor, cobrados cuando la mayor¨ªa no hab¨ªamos nacido y en un safari de Pallej¨¢ casi te pod¨ªas encontrar a Allan Quatermain. ¡°Me he vuelto muy susceptible en eso, matar un animal, de cualquier de tipo, me ser¨ªa completamente imposible ahora. Me arrepiento de haberlo hecho. Aunque suene cursi, si pudiera devolver¨ªa la vida a los que mat¨¦. Fue una estupidez, cazar es una forma de consolidar tu ego. Toda la ¨¦pica se me ha venido abajo¡±.
Hace tiempo que Pallej¨¢, que practic¨® la caza mayor en los tiempos en que cazar leones, elefantes, b¨²falos y cualquier otra clase de grandes animales salvajes era una aventura que nadie censuraba, dej¨® la escopeta y se convirti¨® en un comprometido conservacionista (fue incluso vicepresidente de Adena). Ya en No matar (Juventud, 1994), explic¨® y defendi¨® su nueva posici¨®n como un Saulo de la caza. Pero ahora ha profundizado tanto en ese camino que le pregunto si no se habr¨¢ convertido en animalista, ?¨¦l, el autor de Simba! ¡°No, pero solo porque sigo comiendo carne, aunque poca, y pescado, y porque no quiero imponer a nadie mi forma de pensar¡±. Pallej¨¢ mira hacia el jard¨ªn por encima de su copa en la que destella dorado el vino. ¡°De alguna manera me gustaba la caza porque era una forma de inmersi¨®n en la naturaleza en pos de la belleza de los animales. Pero, claro, era una contradicci¨®n matarlos y ver c¨®mo esa belleza se desvanec¨ªa y acabas encontr¨¢ndote la cruda realidad de una mosca pululando sobre el ojo abierto, sin vida¡±.
Tres amigos y el azar, que es muy entretenida y resucita magistralmente un universo desaparecido, habla de ?frica (de los safaris entre otras muchas cosas, y se explica la creaci¨®n del parque nacional del Chobe, en Botsuana), pero sobre todo de la amistad. ¡°S¨ª, la amistad de tres hombres, tres compa?eros de colegio en Nairobi en la ¨¦poca del Mau-Mau, el alto, el guapo y el feo, como bromea uno de ellos. La amistad masculina no es igual que la femenina. A pesar de que somos menos expl¨ªcitos, m¨¢s hura?os, menos comunicativos, posee una fuerza que a menudo la hace extenderse hasta la muerte. La amistad de las mujeres ¨Cgeneralizando mucho- tiene m¨¢s contacto y confidencias, pero tambi¨¦n m¨¢s complicaciones y altibajos. Los hombres podemos pasar a?os separados y sin hablarnos y la amistad sigue ah¨ª, intacta. La amistad entre hombres, la de verdad, la aut¨¦ntica, es cojonuda¡±.
De los tres protagonistas, Niko es hijo de un cazador profesional, un white hunter; Kulliki, de ra¨ªces mas¨¢is, es un artista que acaba teniendo proyecci¨®n mundial, y Tom, que deviene aviador, el reto?o de una rica familia indo-brit¨¢nica asentada en Sud¨¢frica. Niko se convertir¨¢ en un concertista de piano, lo que permite a Pallej¨¢ introducir su actual obsesi¨®n por la m¨²sica, especialmente el Concierto n¨²mero 3 de Rachmaninov. En la peripecia a¨¦rea de Tom, Pallej¨¢ traslada su amor por el vuelo, algo que sin duda hered¨® de su hermano mayor, Jos¨¦ Felipe, piloto de caza en la escuadrilla de Garc¨ªa-Morato durante la Guerra Civil.
Hay un hecho extraordinario dram¨¢tico que reactiva la amistad en la novela. ¡°El accidente con el elefante, s¨ª. Me permit¨ªa tambi¨¦n introducir un momento de emoci¨®n particularmente intensa en la historia¡±. El elefante es un gran macho enfurecido denominado Killer que tiene una pata quemada por los furtivos y siembra un rastro de miedo y muerte en el condado del r¨ªo Tana en Kenia, una zona que Pallej¨¢ conoce muy bien -precisamente le he hablado al llegar del Diario de Kenia 1902-1906 de Richard Meinertzhagen (Ediciones del Viento, 2012), en el que el oficial de los King¡¯s African Rifles menciona la compleja situaci¨®n de toparte en el Tana con dos leones llevando un solo cartucho-.
Tras muchas vicisitudes y peligros, en la novela de Pallej¨¢ el paquidermo asesino cae abatido sobre uno de los amigos que le ha dado caza y para retirarlo y salvar al cazador hay que usar hasta una gr¨²a. Parece que el autor haya vivido ese tremendo incidente. ¡°Es algo que me contaron y que pas¨® de verdad. Si te cae encima un elefante de cinco toneladas es un trance, sin duda. Por supuesto hay mucho de mi experiencia, de mi conocimiento de los elefantes y su caza, en el relato¡±. No en balde Pallej¨¢ (¡°the famous spanish game hunter from Barcelona¡±) aparece citado ?tres veces! en Hunting the dangerous game of Africa, de John Kingsley-Heath, junto a personajes como Lionel Palmer, Selous o el coronel Patterson. El lector fiel de Pallej¨¢ reconocer¨¢ en Tres amigo y el azar la escena en que el elefante le arrea un rev¨¦s al rastreador bosquimano Mug con un arbolito de mopani que lleva agarrado en la trompa: es igual que el episodio real de la muerte del chef pisteur Ouangara en el ?frica Ecuatorial Francesa, narrado en Simba. Otra escena autobiogr¨¢fica es cuando los protagonistas se encuentran en el bar Delamare del hotel Norfolk de Nairobi a William Holden, las mismas circunstancias en que lo conoci¨® Pallej¨¢.
?Cu¨¢nto hay de gente real en los personajes de la novela?, los hay muy extravagantes, esos valientes cazadores y esas mujeres tan mundanas y seductoras... ¡°Algunos est¨¢n basados en personas de verdad, personas con las que me he ido encontrando y amigos¡±. En Tres amigos y el azar aparece parte de esa galer¨ªa de gente adinerada, cosmopolita, con intereses art¨ªsticos o aventurera que ha frecuentado Pallej¨¢ a lo largo de su vida, en ?frica o en Cadaqu¨¦s.
La muerte de su mujer, Vanessa Collings , que sigui¨® a la de su hija Roc¨ªo, ha sido un mazazo para Pallej¨¢. ¡°Hace ya dos a?os y mantengo muchas cosas como ella las dej¨®¡±, explica mientras se agacha para observar la dif¨ªcil floraci¨®n de un ¨¢rbol Flamboyant tra¨ªdo de ?frica y al que le cuesta aclimatarse. ¡°Estoy bien, un poco desconcertado. Vivo esta nueva etapa como un bis despu¨¦s de un concierto. Escribir la novela me ha entretenido mucho. Siempre me sorprende como la trama y los personajes cobran vida y has de sujetarlos para que no se te escapen de las manos. Dud¨¦ mucho sobre algunas direcciones de la historia. Con Vanessa hab¨ªamos viajado mucho. Recuerdo que cuando nos casamos la llev¨¦ a ?frica para ense?arle un safari a la vieja usanza. El campamento y toda su jerarqu¨ªa, el gunbear que te llevaba el arma, los boys y los que arreglaban los trofeos, los mec¨¢nicos, y los trackers, que se tiraban al suelo cuando disparabas. Luego estuvimos en Botsuana, en la India en 1967, y despu¨¦s en Colombia, cu¨¢ntas aventuras, y qu¨¦ bien las aguantaba ella¡±. Vanessa, nieta del coronel Robert Henry Miles, fue decisiva a la hora de que Pallej¨¢ no tenga sobre su conciencia un tigre.
El lector fiel de Pallej¨¢ reconocer¨¢ la escena en que el elefante le arrea un rev¨¦s al rastreador bosquimano Mug con un arbolito de mopani que lleva agarrado en la trompa
Puede sorprender, en un autor nonagenario, la fuerza er¨®tica de algunas escenas de Tres amigos y el azar y el lenguaje expl¨ªcito que se usa a ratos. ¡°?Te parece?¡±, dice Pallej¨¢, con evidente satisfacci¨®n. ¡°Algunas lectoras mayores me lo han reprochado, pero simplemente he tratado de que mis personajes j¨®venes hablen y se comporten como suelen hacerlo¡±.
Pasamos al comedor donde nos han preparado un almuerzo que tiene como plato central una lubina a la sal y de postre una tarta sacher de Sacha, todo lo cual Pallej¨¢ disfruta enormemente mientras cuenta an¨¦cdotas impagables e incluso imita con notable gracia a F¨¦lix Rodriguez de la Fuente. ¡°Lo conoc¨ª una barbaridad, nos hicimos grandes amigos, era honesto y muy cachondo. Se compr¨® un Porsche porque le dijeron que ya que ten¨ªa dinero adquiriera un buen coche. Una vez me llev¨® a la Casa de Campo en Madrid a ver unos halcones y el t¨ªo iba siempre en segunda. No le gustaba cambiar de marcha. ?En un Porsche!¡±. En el caf¨¦ hablamos de serpientes y Pallej¨¢, que ha visto mambas al lado, explica que su mayor percance fue en Poblet cuando se sent¨® encima de una v¨ªbora. Cuando vuelve a contar la divertid¨ªsima ocasi¨®n en que F¨¦lix lo hizo viajar en un jeep junto a un hirsuto y apestoso oso hormiguero gigante dan ganas de no marcharse de aqu¨ª nunca.
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