Preguntas inquietantes para nacionalistas
El nacionalismo no puede vivir solo. Necesita uno de signo contrario para crecer y fortalecerse. Si no existe, se lo inventa. Si est¨¢ adormecido, lo despierta.
Los nacionalismos se necesitan unos a otros. Se buscan siempre porque siempre buscan pelea. Viven de la pelea. Incluso se echan una mano cuando no est¨¢n suficientes maduros para el combate cuerpo a cuerpo. De ah¨ª que desarrollen extra?os mimetismos que en ocasiones se convierten en simetr¨ªas grotescas. Los sentimientos nacionales son puros e inmaculados cuando son los propios y totalitarios y excluyentes cuando quienes los sienten son los otros. El nacionalismo necesita siempre un enemigo, al que se expulsa a los exteriores de la comunidad nacional. Los insultos y mentiras que fabrican para descalificar al otro sirven para ellos mismos. Son aut¨¦nticos espejos.
El nacionalismo considera la comunidad nacional como un hecho natural en la historia. En el mundo hay naciones como en las naciones hay individuos. La naci¨®n como acontecimiento eterno no puede ser m¨¢s que el fruto de la diferencia y de la excepcionalidad, cifrada en el territorio, la lengua, la raza, la religi¨®n o la cultura, elementos que f¨¢cilmente dan pie a complejos de superioridad y a supremacismos. Hijo de la excepcionalidad es el camino propio o particular de cada naci¨®n preinscrita en la historia que le conduce a la madurez propia de las naciones, a tener un Estado propio independiente y ¨²nico y luego a afirmar su papel en el mundo, con frecuencia expansivo.
La naci¨®n genuina de los nacionalistas no puede ser cultural, no puede ser ling¨¹¨ªstica, ni siquiera puede ser territorial si se halla incluida en otro territorio. Es todo lo anterior y debe ser plenamente reconocida como jur¨ªdicamente distinta, separada de todas las otras naciones, independiente y plenamente soberana. Algo realmente dif¨ªcil, porque estas naciones, para desgracia de los nacionalistas, se hallan en franca decadencia, en la ¨¦poca del multiculturalismo, la globalizaci¨®n y las integraciones regionales y los solapamientos de identidades y naciones.
Las naciones pertenecen a una breve ¨¦poca de la humanidad y no a toda su historia, como pretenden los historiadores nacionalistas, que ven en ellas los sujetos eternos y ¨²nicos del pasado hist¨®rico y de la vida presente de la comunidad internacional. En tal razonamiento milenario se basa el derecho del prototipo de la naci¨®n nacionalista en que se ha convertido Israel a ocupar unilateralmente todo el territorio que hist¨®ricamente le ha asignado su pacto eterno con la divinidad, por encima de cualquier legalidad interna o externa.
El nacionalismo no puede vivir solo. Necesita un nacionalismo de signo contrario para crecer y fortalecerse. Si no existe, se lo inventa. Si est¨¢ adormecido, lo despierta. Si no tiene fuerzas para el combate, se las proporciona. Cuando los nacionalismos est¨¢n bien desvelados llega la org¨ªa, que hist¨®ricamente ha sido de sangre. Afortunadamente no es el caso ahora, al menos en nuestras tierras, donde los duros combates entre nacionalismos de distinto signo son el pan de cada d¨ªa solo en los medios de comunicaci¨®n y en las redes sociales y, con menos frecuencia, en las batallas de signos en las calles y en las manifestaciones. Por el momento.
Tambi¨¦n en el enfrentamiento los nacionalismos suelen comportarse de forma sim¨¦trica. Les gustan y les convienen las simetr¨ªas. Dividen el mundo entre unos y otros, nosotros y vosotros, dentro y fuera, arriba y abajo, cada uno con sus colores y sus banderas, sus creencias y sus fetiches, sus h¨¦roes y sus mitos, con sus lenguas tambi¨¦n si es posible. De forma que los que queden en medio y pidan convivencia, di¨¢logo y pactos ser¨¢n declarados tibios y traidores por cada uno de los bandos.
Cuando el nacionalismo se halla en su plenitud, consigue que la naci¨®n lo ocupe todo. Las banderas, los himnos, las consignas de orgullo y de recia identidad colman la realidad. El destino de la naci¨®n se convierte en el monotema, el tema ¨²nico al que hay que dedicar hasta la ¨²ltima energ¨ªa, una hoguera ¨¢vida que quiere acabar con todo: tiempo, espacio, recursos, campa?as electorales l¨®gicamente. Todo tiene que ver con la naci¨®n y su futuro. Como en la inteligencia paranoica, nada sucede en el mundo que no tenga un efecto o una causa vinculada a la naci¨®n que pugna por su futuro.
En estas estamos ahora. Primer fueron seis a?os del monotema encapsulado y ahora estamos en el monotema en expansi¨®n, en una contaminaci¨®n nacionalista en todas direcciones como no se hab¨ªa visto desde los a?os 30, cuando las derechas, todas las derechas --unas y otras--, las que se saben tales y las que se camuflan, andaban encaramadas en la misma tabarra: la naci¨®n en peligro y su futuro, el p¨¢nico a la decadencia y a la desaparici¨®n, la traici¨®n de los apaciguadores y dialogantes, la exigencia de una liquidaci¨®n del otro que solo puede ser absoluta, total.
A la simetr¨ªa entre nacionalismos hay que responder con la simetr¨ªa de una pregunta inquietante. ?Qu¨¦ ofrecen y qu¨¦ quieren hacer los nacionalistas con los conciudadanos que no quieren pertenecer a su naci¨®n, sea esta Espa?a o sea una Catalu?a independiente? ?Cu¨¢l es el destino que les han reservado a los d¨ªscolos en sus programas electorales? ?Les basta la sumisi¨®n? ?Una vez alcancen su victoria, hasta d¨®nde querr¨¢n llegar, unos y otros, nacionalistas de signos distintos, en la liquidaci¨®n del otro?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.