Votar o retuitear
Se propaga que, al final, habr¨¢ un apa?o ¡ªllam¨¦mosle un pacto¡ª y que los actuales acusados regresar¨¢n a sus hogares previo indulto germinado por el recuento de un domingo de abril
La carteler¨ªa electoral es un gasto in¨²til porque estamos ah¨ª, con nuestro tel¨¦fono m¨®vil, retuiteando ocurrencias m¨¢s o menos graciosas sin ver mucha televisi¨®n y leyendo poca prensa. Esperamos los debates como la palabra redentora pero luego nos parecer¨¢n aburridos. La desgana democr¨¢tica cunde mucho. Hay como para preguntarse qu¨¦ est¨¢ pasando con los novecientos millones de posibles electores que, en votaci¨®n escalonada, har¨¢n sus votaciones en una India que ha dado el gran salto tecnol¨®gico. En la Catalu?a del derecho a decidir la divisi¨®n del voto independentista obliga a atender a cuestiones ¡ªunilateralidad, bilateralidad, indultismo, la verdad infusa de TV3¡ª que son m¨¢s propias de un concilio de car¨¢cter bizantino. Esa no es una divisi¨®n t¨¢ctica, sino el umbral de una alteraci¨®n general cuyos plazos corresponden m¨¢s a la evoluci¨®n de estados de opini¨®n p¨²blica que al calendario electoral. Frente al dogma de la infalibilidad de Carles Puigdemont, ERC pretende orquestar otra tonalidad pero su problema es una trayectoria sin garant¨ªa de credibilidad, sobre todo en aquellos casos en lo que est¨¢n en juego las instituciones por encima de los partidos. De modo aparatoso, uno de los rasgos m¨¢s significativos del panorama electoral en Catalu?a es la hipertrofia divisoria del secesionismo.
Cientos de miles de ciudadanos de Catalu?a quieren votar pero todav¨ªa no saben a qui¨¦n. La confusi¨®n lleva al hartazgo y a la desgana. Habr¨¢ quien vote espejismos, otros votar¨¢n reacciones. Lo m¨¢s probable es que, al votar m¨¢s en contra que a favor, olvidemos que lo que est¨¢ en juego son los esca?os que van a ocupar diputados elegidos por la ciudadan¨ªa de Catalu?a para ser parte indivisa de la soberan¨ªa popular. Mientras tanto, empresarios que ya han deslocalizado sus empresas contribuyen econ¨®micamente a la estancia de Puigdemont en Waterloo, en pleno derrumbe de Junts per Catalunya. De modo realmente parad¨®jico, ERC va ocupando el espacio m¨¢s amplio. Es una reedici¨®n republicana de aquel invento pujolista y que el neopujolismo quisiera recuperar: el pal de paller. Es decir, aquella Converg¨¨ncia como que eje vertebrador de Catalu?a, como columnata fundamental. En aquellos tiempos no parec¨ªa importar que, desde todos los puntos de vista, el pal de paller fuese una mutilaci¨®n de la propia idea del pluralismo. Lo decisivo era que, despu¨¦s de Josep Tarradellas, alguien fuese el hombre fuerte, el propietario de una Catalu?a a la que, seg¨²n se vio luego, su dinast¨ªa expoliaba en lugar de ser la forma ejemplar de un sacrificio por la naci¨®n herderiana. Lo que parec¨ªa tener un l¨®gica interna, acab¨® significando polarizaci¨®n, fractura, deslealtad, asalto a la raz¨®n y colisi¨®n deliberada con el orden constitucional.
Pero estamos retuiteando otras cosas. Vamos a votar sin memoria, salvo si nos dejamos llevar por las identidades inventadas. Para quienes creemos que las identidades son compatibles con el pluralismo cr¨ªtico, la toxicidad de las pol¨ªticas identitarias puede ser a¨²n m¨¢s hostil que para quienes han querido heredar un futuro desconectando con el pasado. Tuiteamos y retuiteamos. Si incluso Donald Trump les dice a los franceses como apagar el incendio de Notre-Dame, ?c¨®mo no asirse del medio minuto de un tuit del ciudadano Rufi¨¢n?
Por contraste con el presentismo, los partidarios de la secesi¨®n alimentan el mito de una Catalu?a cuya raz¨®n hist¨®rica es finalista. Es una derivada del pal de paller: los pueblos sojuzgados avanzan indefectiblemente hacia su liberaci¨®n y el desenlace no puede ser otro ¡ªcomo ocurr¨ªa con la dictadura del proletariado¡ª porque en alguna parte est¨¢ escrito que debe ser as¨ª. Los j¨®venes convergentes llevaban a?os diciendo que alg¨²n d¨ªa iba a tocar las estrellas. Era su forma precoz de retuitear. Algo similar ocurre con el juicio que est¨¢ teniendo lugar en el Tribunal Supremo. Da lo mismo. Se propaga que, al final, habr¨¢ un apa?o ¡ªllam¨¦mosle un pacto¡ª y que los actuales acusados regresar¨¢n a sus hogares previo indulto germinado por el recuento de un domingo de abril. Algunos protagonistas del 1-O han dicho que se trat¨® de un gesto simb¨®lico pero ?es un amago de autocr¨ªtica o uno modo de lenificar la grave transgresi¨®n cometida? Eso nos lleva a tuitear cualquier cosa y retuitear otra en sentido contrario. Era de esperar porque desde los inicios del proc¨¦s el deterioro del lenguaje ¡ªen paralelo con el deterioro institucional¡ª ha sido como la carga de la caballer¨ªa ligera. Cosacos, ulanos y h¨²sares galopan a ritmo de tuiter.
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