¡°El mundo rural debe subirse al carro de la tecnolog¨ªa¡±
Dos pueblos del Castell¨®n vaciado, Portell de Morella y Culla, cocinan su f¨®rmula contra la despoblaci¨®n que incluye un albergue 'coworking' al margen del 28A
Llueve y huele a le?a. A chimenea. La niebla se cuela en cada rinc¨®n. El clima silencia las calles de Portell de Morella. Vac¨ªas, aunque sea Semana Santa y ¡°d¨ªa de mona¡±, explica Eugenio Ferrer, el panadero de este pueblo de la comarca castellonense de Els Ports de 200 habitantes censados, ¡°aunque viviendo aqu¨ª somos120¡±, aclara.
Es la estampa de la Espa?a vaciada extrapolada al interior de Castell¨®n. Esa Espa?a vaciada que representa a las zonas rurales m¨¢s despobladas y que ha elevado hasta la ¨®rbita pol¨ªtica el clamor de quienes la habitan pidiendo igualdad de oportunidades. Vida. Su hartazgo ha tenido como efecto el fluir de propuestas en los programas electorales. El com¨²n denominador es la necesidad de crear empleo y hacerlo con dos aliados: ventajas fiscales y una apuesta por la digitalizaci¨®n.
A partir de ah¨ª, las proclamas de cada partido para frenar la sangr¨ªa en el ¨¢mbito rural se pulen y redirigen a otros sectores. Transporte, infraestructuras, sanidad, educaci¨®n, seguridad, turismo, m¨¢s ocio. Tambi¨¦n emergen medidas concretas como la de la diputaci¨®n de alentar con 12.000 euros la creaci¨®n de ultramarinos en municipios de menos de 200 habitantes. ?Es lo que exigen los pueblos? ?Cubren sus expectativas? A escasos d¨ªas para el 28-A, algunos habitantes del Castell¨®n vaciado hablan.
Empleo y vivienda es lo que trajo desde Valencia hasta Portell hace casi un a?o a Erica Ventura y su pareja, Miguel Jim¨¦nez, junto a sus hijas Rosa Mar¨ªa y Yumara. El ayuntamiento hizo un llamamiento a personas con hijos en edad escolar interesadas en vivir aqu¨ª y salvar as¨ª el colegio a cambio de un empleo y un alquiler de 50 euros. La familia de Erica fue elegida entre decenas de candidatas. Con un tercer hijo en camino, ¡°ni?o¡± ¨Caclara-, la joven trabaja limpiando instalaciones municipales y Miguel como ayudante del alguacil. ¡°Las ni?as est¨¢n s¨²per contentas con la escuela y sus maestras. Nosotros lo llevamos bien, nos gusta mucho el entorno pero s¨ª echamos de menos algo m¨¢s de vida. En pueblos cercanos como Vilafranca o Morella hay m¨¢s tiendas. Aqu¨ª tienes lo justo, y eso echa para atr¨¢s¡±, indica.
La ¨²nica tienda de Portell es la de Eugenio. Un horno-ultramarinos que regenta junto a su mujer, Enriqueta Roda, y en el que echan una mano en vacaciones su hijo Iv¨¢n, de 13, y su sobrino V¨ªctor, tambi¨¦n adolescente. Eugenio es esc¨¦ptico. ¡°Un pol¨ªtico es una persona muy parlanchina. Dice mucho y no hace nada. Al final da igual qui¨¦n gane las elecciones¡±, a?ade este panadero de 52 a?os.En los veinte metros cuadrados de tienda enseguida se forma corrillo. Porque es Viernes Santo, "d¨ªa de mona".
Eugenio reconoce que no es habitual el trasiego, salvo los martes, jueves y s¨¢bados, cuando se masa pan. Marcelina Antol¨ª llega con su nieta Claudia. Viven en Barcelona, pero en vacaciones regresan al pueblo. Enseguida entra N¨²ria, la hermana de Marcelina, que vive en Castell¨®n. Paquita Bono y Josefina Ferrer se suman a la compra. Todas rebasan los 70. Representan el pasado industrial que tuvo Portell. Marcelina y N¨²ria ten¨ªan la f¨¢brica Textil Bono. Hace 40 a?os dejaron el pueblo para instalar una empresa m¨¢s grande en Castell¨®n. Portell lleg¨® a aglutinar tres textiles ¡°importantes¡±, detallan estas vecinas. Hoy sobrevive Texris, donde se tejen las tradicionales colchas morellanas, y una sucursal de Las Cabrillas, dedicada a uniformes, aunque la sede est¨¢ en Vall d¡¯Alba.
Emplean a unas ocho trabajadoras, detalla el alcalde, ?lvaro Ferrer (56 a?os), que repite como alcaldable por el PP el 28-A. Ve en el ultramarinos de Eugenio y Enriqueta un valor al alza. Como el hecho de que la escuela siga abierta, que haya farmacia, m¨¦dico y una Unidad de Respiro que ampl¨ªe la oferta de ocio para la gente mayor. O que el Hostal Portell y sus ocho habitaciones tengan ¡°movimiento¡±en fines de semana ¡°gracias al senderismo¡±. ¡°Para m¨ª, lo primero que necesita un municipio son servicios. Son los pilares para empezar a construir. A partir de ah¨ª, todo lo que sean medidas como rebajas fiscales, perfecto. Pero son complementarias, y han de ser a medida, porque cada pueblo tiene su idiosincrasia¡±, indica Ferrer. El alcalde recuerda que la concepci¨®n de lo rural siempre ha ido ligada al sector agr¨ªcola. ¡°Antes, en Portell, con la extensi¨®n de tierra que hab¨ªa pod¨ªan vivir 70 familias y ahora son cinco.Los municipios nos tenemos que reinventar. Hacer resurgir el esp¨ªritu emprendedor que hab¨ªa antes¡±, se?ala.
Culla: una aldea gala en el Castell¨®n vaciado
La misma apuesta por la reinvenci¨®n de lo rural expresa el primer edil de Culla, V¨ªctor Fabregat. Qu¨ªmico de 34 a?os, opta a la reelecci¨®n como alcalde por el PP de este pueblo de l¡¯Alt Maestrat que representa un punto y aparte en la lucha contra la despoblaci¨®n. Una especie de aldea gala en la Espa?a vaciada.
A mitad de la d¨¦cada de los 90 Culla ten¨ªa mil habitantes. Ahora son 504 censados. ¡°Perd¨ªamos el 20% cada a?o; hoy nos mantenemos gracias al turismo, seguimos cayendo pero con freno, y esperamos que si el sector tur¨ªstico sigue con el mismo dinamismo y podemos completarlo con el secundario, podamos llegar a subir¡±. Turismo y servicios son las bazas que reman a favor de Culla. ¡°Somos el segundo pueblo del interior de Castell¨®n con m¨¢s plazas de casas rurales. Hay dos ultramarinos y dos panader¨ªas. Esto no es lo normal en un pueblo as¨ª. Es sostenible por el turismo¡±, a?ade Fabregat. La reciente apertura del parque minero como recurso tur¨ªstico ha sido un revulsivo. De visitas y de empleo: ¡°Entre el parque y la oficina de turismo se han creado ocho puestos de trabajo, mucho femenino y de gente joven¡±. Para este alcalde m¨¢s favorable a las propuestas que piensan en el largo plazo que en ayudas cortoplacistas, el reto para el mundo rural est¨¢ en revertir la tendencia socioecon¨®mica. ¡°Un pueblo de monta?a como este no puede vivir solo de la agricultura y la ganader¨ªa. Hay que reinventarse a nivel de sectores productivos. Subvencionar, pero tambi¨¦n impulsar un cambio de mentalidad¡±.
Con el auge del turismo y los servicios logrado en los ¨²ltimos ocho a?os, es momento de dar un paso m¨¢s y pensar en proyectos que fijen poblaci¨®n. Y en este proceso juega un papel clave la tecnolog¨ªa. ¡°Puede ayudar a igualar oportunidades entre pueblos y ciudades. Pero est¨¢ claro que este modelo tampoco puede servir para todos¡±, advierte Fabregat. De momento, parece que s¨ª encaja con la realidad de Culla. Ana Almenar, ingeniera de dise?o industrial de 29 a?os, es el ejemplo que lo constata. Es una de las tres promotoras del proyecto de coworking Ruralco, ¡°un espacio para que la gente freelance que viveen los pueblos y no quiere irse a trabajar en la ciudad pueda emplearse¡±.
Ruralco, impulsado por profesionales que no rebasan los 32 a?os, ver¨¢ la luz en verano en un antiguo edificio municipal que iba para hotel rural y que se transformar¨¢ en centro de captaci¨®n de talento y en albergue para nuevas empresas. En epicentro de trabajo y convivencia para personas emprendedoras. ¡°Las causas socioecon¨®micas movieron la migraci¨®n que tuvimos en los 60, la gente se fue a la industria, y el proceso de reversi¨®n, para el que llegamos tarde, est¨¢ claro, ha de ser por la misma v¨ªa. Extrapolar los pol¨ªgonos a entornos rurales en los casos en los que el trabajo no requiere presencia f¨ªsica es una opci¨®n. Pero implica un consenso pol¨ªtico a gran escala y un pacto entre empresas. Eso frenar¨ªa la sangr¨ªa¡±, a?ade Fabregat con el proyecto Ruralco bien presente. ¡°Al final si no puedes con ellos, ¨²nete a ellos. El mundo rural debe asumir ese ritmo econ¨®mico y subir se al carro. Reinventarse. Actualizarse¡±, concluye.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.