No es caperucita: ?Es el lobo!
Cinco de los seis candidatos a las auton¨®micas de Madrid debaten, de la mano de Cadena SER y EL PA?S, con una silla vac¨ªa reservada al PP
Hacia mitad del debate toc¨® hablar de Educaci¨®n. Fue cuando Roc¨ªo Monasterio, la representante de Vox, ech¨® en cara a la izquierda su voluntad de ¡°adoctrinar¡± en las escuelas. Un drama que seg¨²n ella hab¨ªa llegado a que a los ni?os madrile?os no se les pudiera contar en clase Caperucita Roja o La bella durmiente en aras de interpretaciones de lo pol¨ªticamente correcto. Monasterio vest¨ªa una chaqueta roja, pero a tenor de c¨®mo en ciertos momentos azuz¨® el debate, al p¨²blico en ning¨²n caso se le ocurri¨® identificarla con la alegre y desvalida ni?a perdida en el bosque cuando llevaba comida a su abuelita. M¨¢s bien parec¨ªa el lobo feroz.
Entre Monasterio e Ignacio Aguado, de Ciudadanos, la derecha estuvo perfectamente representada en sus posiciones distantes del centro. Apenas nadie ech¨® en falta a Isabel D¨ªaz Ayuso, candidata del PP, que el pasado viernes rehus¨® acudir al debate organizado por la Cadena SER y EL PA?S. Fue por prescripci¨®n facultativa de su propio equipo de campa?a. Hacia la silla vac¨ªa ¡ªpor si aparec¨ªa en el ¨²ltimo momento¡ª dispararon incluso m¨¢s los de su bando ¡ªel fuego amigo¡ª que el bloque de izquierda.
A partir de las 11 de la ma?ana se presentaron en la sede del Colegio de Arquitectos ??igo Errej¨®n (M¨¢s Madrid), Isa Serra (Unidas Podemos), ?ngel Gabilondo (PSOE), Aguado y Monasterio, recibidos en la puerta por Soledad Gallego-D¨ªaz, directora de EL PA?S y Daniel Gavela, de la SER. Puntuales y prestos a un nuevo encuentro despu¨¦s de haber debatido la noche anterior en Telemadrid sin Errej¨®n. Llegaron dispuestos a enfrentarse a los temas que sobre la mesa pusieron los moderadores: Luc¨ªa Gonz¨¢lez y Javier Casal.
Pronto se hizo evidente la estrategia. Errej¨®n, Serra y Gabilondo conformaron un bloque bien avenido que no evit¨® admitir su voluntad de pacto antes de que los votantes acudan a las urnas. El frente com¨²n de Vox y Ciudadanos, con consignas casi calcadas en cuanto a sanidad, educaci¨®n o transporte, s¨®lo permit¨ªa adivinar una boda de conveniencia tras los resultados. Pero evitaron la deseable transparencia de admitirlo en p¨²blico.
Monasterio comenz¨® modosa y precavida tratando de adue?arse valores ajenos. No haber sido invitados, seg¨²n ellos, a cortejar a Mateo Salvini en Mil¨¢n el pasado s¨¢bado junto a sus correligionarios europeos, les ha concedido cierta p¨¢tina de moderaci¨®n respecto a los ogros del populismo continental con tintes fascistas: ¡°Somos el ¨²nico partido que defiende la constituci¨®n, la libertad, la igualdad entre g¨¦neros y razas¡±, comentaba la candidata ultra. Nadie le pregunt¨®: ?Libertad? ?Para qui¨¦n?
Planeaba cierta intenci¨®n de evitar el cuerpo a cuerpo. No por parte de Monasterio, que defiende con habilidad las obsesiones de Vox. Recita machaconamente mensajes como: cerrar el paso a socialdem¨®cratas y progres. Su cruzada, seg¨²n ellos: el Madrid que madruga, evitar que la ciudad se llene de violadores por las pol¨ªticas de la izquierda, cheques escolares y auditor¨ªas por doquier. Hasta para C¨¢ritas o Save the Children¡
Aguado, por su parte, se mostr¨® guerrero contra las subidas de impuestos: ¡°Los sablazos anunciados por S¨¢nchez y Gabilondo¡±. El candidato socialista le ech¨® en cara tener una relaci¨®n oblicua con la verdad: ¡°Soy partidario de que el 98% de la gente no pagu¨¦ m¨¢s, pero hay un dos por ciento con rentas altas que deben aportar¡±. En eso coincidi¨® con Errej¨®n, quien ha repetido hasta la saciedad que la pregunta a la hora de hablar de impuestos no es cu¨¢nto, sino a qui¨¦n.
La puja para arreglar el metro oscil¨® entre los 100 millones de Isa Serra y los 200 de Errej¨®n. El quid de la educaci¨®n anduvo entre los que defienden aumentar el gasto p¨²blico; los que hablan de garantizar la libertad de los padres que la quieren concertada (Vox y Cs); y quienes apostaron de manera casi unilateral por la p¨²blica (Errej¨®n y Serra) sin, desde luego, un euro para quienes fomentan la segregaci¨®n por sexo en las aulas. La pelea en Sanidad tambi¨¦n se jug¨® en el campo p¨²blico y privado. Para M¨¢s Madrid es un ejemplo m¨¢s de la fractura social propiciada tras 24 a?os de gobiernos ininterrumpidos del PP. ¡°La sanidad p¨²blica es m¨¢s barata y se ha demostrado que desviar pacientes a la privada aumenta el gasto¡±, coment¨® Errej¨®n.
Dos ausentes contaron con momentos pol¨¦micos: Diaz Ayuso se llev¨® pellizcos de ambos bandos. Sobre todo de Monasterio: ¡°Nosotros s¨ª damos la cara¡±. Otro fue Amancio Ortega, el presidente de Inditex, de qui¨¦n se pregunt¨® si aceptar¨ªan los 40 millones que est¨¢ dispuesto a donar a la sanidad p¨²blica y que Podemos rechaza: ¡°No puede solventar con caridad el hecho de que evada impuestos¡±, asegur¨® Isa Serra. Vox, Ciudadanos y PSOE lo aceptar¨ªan encantados, aunque Gabilondo puntualiz¨® que eso no exime de aportar lo necesario al presupuesto.
El debate fluy¨®, pero la ausencia de D¨ªaz Ayuso oblig¨® a que no compareciera ning¨²n representante de las siglas que han liderado la comunidad durante m¨¢s de dos d¨¦cadas. La memoria fue excesivamente ligera respecto a la huella de los gobiernos de Aguirre, Gallard¨®n o Cifuentes. Nadie se hac¨ªa responsable a conciencia, tan s¨®lo tangencialmente. Ni siquiera hubo apenas alusiones para ?ngel Garrido, reci¨¦n incorporado a Ciudadanos ¡ªsost¨¦n del gobierno regional toda la legislatura¡ª despu¨¦s de haber presidido la Comunidad de Madrid bajo las siglas del PP. Su presencia entre el p¨²blico hac¨ªa a¨²n m¨¢s extra?a esa sensaci¨®n. Parec¨ªa evidente que ni siquiera ¨¦l asumi¨® responsabilidades ni de los logros ni de los platos rotos pertenecientes a un tiempo que las encuestas amenazan con enterrar.
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