Almeida, una nueva cara para el PP de siempre
El que ser¨¢ investido alcalde, si pactan las derechas, ha conseguido el objetivo de reconquistar la capital
Pod¨ªa parecer un milagro. Despu¨¦s del descalabro en las elecciones generales sufrido por Pablo Casado, con la moral del Partido Popular por los suelos o Manuela Carmena por delante en las encuestas, los hados -y los datos- parec¨ªan jugar en contra de que volvieran a conquistar la alcald¨ªa de Madrid. Pero en casa de Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez-Almeida siempre se confi¨® en lo sobrenatural. Por algo muy concreto y presente entre los adornos del sal¨®n: su abuelo Jos¨¦ Luis Navascu¨¦s, due?o de los estudios Chamart¨ªn, una especie de Metro Goldwyn Mayer de la Espa?a de Franco, gan¨® como productor el Oso de Plata de la Berlinale en 1955 por Marcelino pan y vino. Y la estatuilla fue a parar a las estanter¨ªas de su madre. [Entrevista a Mart¨ªnez-Almeida: "Soy profundamente ideol¨®gico" / Ver resultados en Madrid]
Pablito Calvo encandil¨® a toda Espa?a en la pel¨ªcula de Ladislao Wajda ofreciendo a aquel Cristo doliente su trozo de pan y su cuartillo de vino. Mart¨ªnez-Almeida ha usado otras d¨¢divas -aunque logra el peor resultado del PP en la ciudad, ser¨¢ el pr¨®ximo alcalde de Madrid si pactan las derechas y la ultraderecha- pero sin dejar de acudir a misa cada domingo. A saber: astucia con discurso atinado para intentar recuperar votos perdidos, paciencia al ritmo de su reloj con la cuenta atr¨¢s en la pared de su despacho, fiabilidad sin ninguna salida de tiesto llamativa ni altisonante en plena campa?a, discurso y capacidad de convicci¨®n en los debates.
De todos sali¨® vencedor, seg¨²n los analistas. Muy por encima, no tanto del bloque de izquierdas, sino del disputado espacio de la derecha. En el fondo, sus argumentos serv¨ªan para no dudar entre quien ofrec¨ªa m¨¢s garant¨ªas de eficacia en el mismo ¨¢mbito que disputan Ciudadanos y Vox, pero con la sabia ventaja de acercarse tambi¨¦n a la orilla del centro derecha, completamente hu¨¦rfana.
Pero las posiciones de?Mart¨ªnez-Almeida tambi¨¦n lograban sembrar la duda en el bando de la izquierda con el arma que m¨¢s contradicciones levanta entre los progresistas: la restrictiva y hasta raqu¨ªtica ejecuci¨®n del presupuesto -con lo que eso supone en gasto social- del equipo de Carmena, m¨¢s centrado en acabar con el d¨¦ficit monumental del Ayuntamiento, que en llevar a cabo pol¨ªticas p¨²blicas.
Quiz¨¢s la ausencia de Bego?a Villac¨ªs en el ¨²ltimo tramo de campa?a le haya beneficiado tambi¨¦n. Las dudas del voto en trance de sorpasso entre el PP y Ciudadanos -de haberlas- quedaron enterradas en el ¨²ltimo debate de Telemadrid. Cuando uno escuchaba la machaconer¨ªa de Silvia Saavedra, dudaba de qui¨¦n parec¨ªa m¨¢s exagerado en su exaltada y alarmante visi¨®n de realidades paralelas, si la representante del partido de Rivera o los ultras de Vox. Por momentos, Mart¨ªnez-Almeida resultaba un proyecto de Gallard¨®n, con discurso, cifras y en la versi¨®n centrada del primero antes de que se decidiese por regresar a las posiciones m¨¢s conservadoras.
Hablando de Gallard¨®n¡ Es otro de los rasgos en los que se ha esforzado el equipo de Mart¨ªnez-Almeida. Cuidarse de las herencias. En eso han tratado de mantener un complejo equilibrio: mantener la identidad propia del PP de siempre, pero sin claros inspiradores o referentes m¨¢s all¨¢ de la propia marca. M¨¢s sigla que singularidad con apellido. Todo eso qued¨® a las claras en el cierre de campa?a que tuvo lugar el viernes en Madrid R¨ªo. Almeida tom¨® el ejemplo de la obra bandera de su partido en la etapa Gallard¨®n, sin nombrarle a ¨¦l, ni a Ana Botella, ni a Mariano Rajoy, ni a Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar...
Tampoco a Esperanza a Aguirre, de cuyo equipo form¨® parte en sus comienzos pol¨ªticos el nuevo l¨ªder. Mucho menos a Ignacio Gonz¨¢lez, con quien fue secretario general del Gobierno regional, sin que le haya salpicado una sola mota de corrupci¨®n. Almeida se ha bregado en segundos y terceros planos dentro de la administraci¨®n de sucesivos gobiernos de su partido. Primero como director de Patrimonio, entre 2007 y 2011, despu¨¦s en ese despacho de la secretar¨ªa general del consejo por donde pasaban todas las decisiones del Ejecutivo antes de ser aprobadas. Un observatorio de privilegio para estudiar el funcionamiento de la Administraci¨®n en manos de todo un experto en hincar codos, tras haber ganado sus oposiciones como abogado del Estado.
Pero quien llegara a pensar que Mart¨ªnez-Almeida es un tipo gris, fall¨® en sus c¨¢lculos. Su elecci¨®n para hacer oposici¨®n a Carmena como portavoz municipal tras la dimisi¨®n de Aguirre, dio pie a una carrera prometedora entre los suyos. A la cabeza bien amueblada ha unido un gusto por el dominio de la escena. Introduce el humor en los m¨ªtines con habilidades de monologuista. Algo que sabe distinguir en los debates sin hacer gala de ello. Cada cosa en su espacio. Entre los suyos estila las chanzas y carbura consignas. Ante posibles votantes fuera de su ¨®rbita prefiere el rigor de las cifras como estilete.
No es un misterio lo que har¨¢. Por confesarse del Atl¨¦tico de Madrid, no se le ha pegado a la estrategia ning¨²n aspecto imprevisible. Una vez reconquistada la plaza, m¨¢s de lo mismo como herencia fiel sin estirpes a los sucesivos gobiernos que ha tenido el PP en el Ayuntamiento. Tampoco ha escondido su voluntad de pacto con Ciudadanos y Vox. ?Alguna inc¨®gnita? Muy pocas. Con dedicaci¨®n exclusiva -anda soltero y sin compromiso- continuar¨¢ con las pol¨ªticas educativas y vecinales. Puede que se muestre m¨¢s expansivo con el presupuesto sin incrementar la fiscalidad.
?Archivar¨¢ Madrid Central? He ah¨ª una duda ante la que se ha mostrado tan beligerante como ambiguo. En el fondo, Pablo Casado lo eligi¨® para recuperar poder en uno de sus tradicionales bastiones. Una vez cumplido el objetivo, este pol¨ªtico emergente dentro del PP no jugar¨¢ bazas arriesgadas m¨¢s all¨¢ de aumentar peso dentro de la nueva estructura generacional. A partir de ahora, ser¨¢ mucho.
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