Periodismo para periodistas
La militancia y el hooliganismo se impone a menudo al distanciamiento en el contencioso Bar?a-Madrid
No hay nada m¨¢s frustrante para un periodista que ser ininteligible, no hacerse entender ni siquiera por sus aduladores, salvo que hable para periodistas, cosa por otra parte muy com¨²n ¨²ltimamente en el oficio, tambi¨¦n cuando se dan pleitos deportivos en la vieja Europa. Ning¨²n asunto genera m¨¢s discusi¨®n, por ejemplo, que el estilo del Bar?a. La mayor¨ªa hemos ca¨ªdo en el periodismo para periodistas, textos encriptados o con retranca, dif¨ªciles de descifrar para el lector no contaminado o por el contrario clarividentes como los que escrib¨ªa Enric Ba?eres.
El redactor jefe de La Vanguardia fue un periodista como la copa de un pino, sutil y polemista, capaz de provocar tanta admiraci¨®n en su audiencia como inquina en la prensa con textos como aquel titulado: ?Qui¨¦n le negar¨ªa una asistencia a Michael Jordan? Tiempos de Ronaldo, Lo Pelat y Guardiola, cuando el periodismo exig¨ªa m¨¢s pluma que labia y se combat¨ªa el boato, nada que ver con el periodismo de clics o con el periodismo de club que manda hoy en LaLiga. La militancia y el hooliganismo se impone a menudo al distanciamiento en el contencioso Bar?a-Madrid.
¡°El periodismo deportivo genera cada d¨ªa un mundo nuevo para al d¨ªa siguiente desmentirlo y crear otro¡±, aseguraba Andreu Merc¨¨ Varela, un cl¨¢sico que contin¨²a de moda en unos momentos en que se consume m¨¢s que se lee y las c¨¢psulas informativas o de propaganda tienen m¨¢s impacto que los libros, alguno especialmente recomendable como el de Kubala de Manuel Ib¨¢?ez Escofet (Edicions Cal.ligraf). La presentaci¨®n en la Casa del Llibre fue un ¨¦xito de convocatoria muy merecido para el editor y prologuista Josep Maria S¨°ria.
Acud¨ª entusiasmado a la cita porque necesitaba escuchar a S¨°ria para entender c¨®mo funcionaba el periodismo en los a?os duros del franquismo, quer¨ªa saber m¨¢s cosas de aquel maestro de periodistas que fue Ib¨¢?ez Escofet, tambi¨¦n pretend¨ªa conversar con el historiador Carles Santacana sobre Kubala y me interesaba la opini¨®n de M¨¤rius Carol acerca de la situaci¨®n del Bar?a. La atenci¨®n, sin embargo, se centr¨® en Josep Maria Bartomeu, el presidente del Bar?a, quien al final del acto fue reiteradamente requerido por la situaci¨®n del t¨¦cnico Ernesto Valverde.
Las intervenciones fueron, en cualquier caso, muy enriquecedoras porque se habl¨® de una ¨¦poca en que la vocaci¨®n literaria en las redacciones era tanta que se cruzaban apuestas sobre qui¨¦n le¨ªa m¨¢s libros en una semana, obsesionado Ib¨¢?ez en que los j¨®venes hojearan y comentaran C¨¢ndido, de Voltaire. ¡°Gent jove, pa tou¡±, [gente joven, pan blando], aseguraba el periodista de diarios como El Mat¨ª, El Correo Catal¨¢n, Tele/eXpres o La Vanguardia. La figura de Ib¨¢?ez es capital para entender y seguir el hilo de las figuras del Bar?a.
Escribi¨® mucho sobre Samitier. ¡°Hay quien sostiene que hay una edad f¨ªsica y otra moral; no s¨¦ qui¨¦n dijo que el hombre ten¨ªa la edad de sus arterias. Yo he llegado al convencimiento de que hay seres, muy pocos, que no tienen edad. Samitier no tiene edad (¡) Un presidente lleg¨® a decir que era preferible tenerlo dentro sin hacer nada que fuera del club¡±. Fue Samitier quien afirm¨® que con Kubala el f¨²tbol pas¨® de la ¡°opereta a la ¨®pera¡±, de la misma manera que nadie retrat¨® mejor al Cabez¨®n que Ib¨¢?ez: ¡°Marcaba goles bellos, serenos, exactos, una obra de arte. Hala, hala, Kubala¡±.
Tambi¨¦n anunci¨® como pocos el impacto Johan Cruyff. ¡°Hasta ahora hab¨ªa visto al fen¨®meno Cruyff en el terreno de juego, pero ayer tuve la oportunidad de vivirlo a campo abierto. No me refiero al fen¨®meno futbol¨ªstico sino al fen¨®meno humano y sociol¨®gico: al hecho singular que supera los l¨ªmites del estadio, aquello que De Gaulle practicaba con sabidur¨ªa: le bain de foule, el ba?o de multitudes (¡) En un radio de veinte quil¨®metros se pararon las f¨¢bricas y se dej¨® de labrar las tierras para poder ver a Cruyff, el hombre que arrastraba a las masas¡±.
Y se refiri¨® con especial acierto a Diego Armando Maradona: ¡°Los genios son de trato dif¨ªcil y complicado, pero quien no sabe tratarlos no sirve para dirigir un montaje en el que descansa, indiferente a todo, el becerro de oro con la cabeza en forma de pelota de f¨²tbol. Alg¨²n culpable debe haber¡±. Hay multitud de referencias y citas relevantes en sus art¨ªculos recogidos en el libro Parlem del Bar?a. De Samitier a Cruyff (Ediciones La Campana). Una recopilaci¨®n que tuvo a bien dirigir un barcelonista que aspir¨® a presidente como fue Jaume Llaurad¨®, creador del F¨°rum Samitier.
Ib¨¢?ez no conoci¨® a Messi. Tampoco se sabe qu¨¦ pensar¨ªa V¨¢zquez Montalb¨¢n del 10 del Bar?a. Ni Joan Garc¨ªa Castell, Mart¨ª Farreras o Josep Morera Falc¨®, c¨¦lebre por sus columnas Bajo la piel del estadio. La palabra de S¨°ria ayuda a entender la importancia de aquellas plumas y esencialmente la de Ib¨¢?ez, cuya opini¨®n ¡°contrastaba con la del grueso del periodismo espa?ol. Las redacciones se llenaron de afectos al r¨¦gimen, tambi¨¦n las secciones de deportes¡±, tiempos en que se hablaba de la ¡°sana rivalidad con el Espa?ol¡± y se impon¨ªa el antibarcelonismo, como se recoge en el pr¨®logo del libro Kubala.
A menudo, conviene mirar al pasado para entender el presente, sobre todo cuando a Messi le da por hablar en Argentina y se abre tanto a sus amigos que cuenta c¨®mo son sus hijos, el uno malo (Mateo), el otro un trozo de pan (Thiago) y el tercero (Ciro) m¨¢s pr¨®ximo al primero que al segundo. Ib¨¢?ez trascendi¨®, precisamente, por ser un seguidor de los periodistas que marcaron ¨¦poca en los a?os veinte y treinta, figuras como Josep Pla, Josep Maria de Sagarra, Josep Maria Planes y Agust¨ª Calvet, Gaziel.
¡°Los felices veinte se sumergieron, igual que la Atl¨¢ntida, en los a?os treinta, los cuarenta, los cincuenta... Y nos encontramos en el l¨ªmite del abismo de los sesenta. Aprendimos ¡ªde una manera muy dura ciertamente¡ª a ser j¨®venes y hombres¡±, explicaba Manolo Ib¨¢?ez Escofet. ¡°Y, sin darnos cuenta, hemos empezado a hacernos viejos¡±. Muy apasionado, aseguraba que para ser periodista ¡°se necesita una curiosidad universal, humildad y ansia por comunicar¡±. Fue una suerte acudir a la Casa del Llibre y de paso comprar El director, de David Jim¨¦nez. Ya hab¨ªa le¨ªdo, entre otros, Memorias l¨ªquidas, de Enric Gonz¨¢lez, y Menuda tropa, de Joaqu¨ªn Luna, y Aquella porta giratoria, de Lluis Foix. Periodistas que entienden de periodistas y de periodismo, como S¨°ria.
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