Los demonios de Juan¨ªn
El hombre que presuntamente mat¨® a sus dos excu?adas en Aranjuez no pudo localizar a su expareja y al nuevo compa?ero de esta para vengarse y acab¨® pag¨¢ndolo con su familia pol¨ªtica
La Biblia de tapas doradas. La voz cadenciosa. Las canciones piadosas que acompa?aba con su guitarra flamenca. Las horas escuchando a un predicador en YouTube. Todo hac¨ªa indicar que Juan¨ªn, el adolescente rebelde que m¨¢s tarde cay¨® en el mundo de la delincuencia, hab¨ªa encontrado por fin a Cristo. Sin embargo, en un mensaje que escribi¨® hace un mes en su muro de Facebook dej¨® al descubierto sus demonios: "El pecado es una lepra sat¨¢nica, y estando en manos de Satan¨¢s consigues lo que Satan¨¢s te inculca en tu mente. La paga del pecado es la muerte".
El domingo pasado, la presencia del mal no era perceptible a simple vista en la calle de Victoria Kamhi, en Aranjuez. En este complejo de viviendas de ladrillo visto, donde realojaron hace 25 a?os a 49 familias en riesgo de exclusi¨®n social, los vecinos bajan las sillas a la calle al llegar el verano. Pasan las tardes al fresco. Lo que comentan dos vecinas en el patio lo remata una que est¨¢ en el balc¨®n del tercero tendiendo la ropa. En medio de este ambiente de pueblito manchego, Juan¨ªn estuvo tocando la guitarra hasta que comenz¨® a anochecer y se subi¨® a su piso, una primera planta. M¨¢s tarde se asom¨® por la ventana y comenz¨® a disparar con una escopeta del calibre 12, de dos ca?ones.
Juan Francisco Mendoza Jim¨¦nez, el verdadero nombre de Juan¨ªn, descarg¨® su ira envuelta en ret¨®rica fervorosa con la familia de su novia de toda la vida, Celestina Fern¨¢ndez, con la que tiene cinco hijos. Ella lo hab¨ªa dejado hac¨ªa un a?o, cuando se march¨® con el marido de una hermana de Juan¨ªn, un tipo al que llaman El Perrito. Nadie acept¨® esa relaci¨®n, tampoco la familia de ella. La nueva pareja se escondi¨® en Valencia y despu¨¦s en Zaragoza. Juan¨ªn, de acuerdo con un amigo de la infancia al que llam¨® por tel¨¦fono hace tres semanas, trat¨® de encontrarlos. Jur¨® buscarlos hasta debajo de las piedras, pero no lo consigui¨®. Lo acab¨® pagando con las hermanas de ella. Seg¨²n el informe policial, esa noche dispar¨® cuatro veces.
Un tiro alcanz¨® en el cuello a Lisset Fern¨¢ndez, su cu?ada de 35 a?os. Otro a Montse, otra de las hermanas de su ex, de 23, a la que hiri¨® en un costado. Lisset muri¨® en el lugar donde recibi¨® el disparo, casi en el acto, y Montse dos d¨ªas despu¨¦s en el Hospital 12 de Octubre. A su suegra la hiri¨® en un pie. Una vecina que ve¨ªa la televisi¨®n se asom¨® por la ventana al escuchar las voces que precedieron a los disparos y qued¨® impresionada por la crueldad con la que dispar¨® a las mujeres.
Los disparos que retumbaron en los callejones del barrio llegaron a o¨ªdos de dos polic¨ªas municipales, que cerca de all¨ª atend¨ªan a un paciente psiqui¨¢trico. Salieron corriendo y, al llegar a los soportales, la gente los llev¨® hasta el balc¨®n de Juan¨ªn, que ya se hab¨ªa ocultado dentro de casa. Se encontraron a Lisset en medio de un charco de sangre y a Montse con una toalla tapon¨¢ndose la herida. Los polic¨ªas le pidieron que lanzase la escopeta por la ventana. Entonces ocurri¨® algo surrealista. Juan¨ªn, sobre el que pesaba una orden de busca y captura para ingresar en prisi¨®n que no hab¨ªa sido ejecutada y que hab¨ªa sido acusado por la familia de su mujer de ser un maltratador, dijo que s¨ª, de acuerdo, que se rendir¨ªa, pero solo ante Charly, un polic¨ªa judicial que lo detuvo en 2013 por tr¨¢fico de drogas.
Por el barrio se corri¨® la voz. Una multitud comenz¨® a congregarse en los alrededores con ¨¢nimo de venganza. Juan¨ªn, seg¨²n dijo despu¨¦s en comisar¨ªa, lleg¨® a llamar por tel¨¦fono a Charly y este le recomend¨® que se entregara. La vida le iba en ello. Los antidisturbios apenas pod¨ªan contener ya a la gente que iba llegando. La calle se llen¨® de gritos y ruido de ruedas de coche que llegaban derrapando. Entonces los polic¨ªas municipales idearon la forma de sacarlo de all¨ª vivo.
Mientras uno abajo fing¨ªa que segu¨ªa hablando con ¨¦l a trav¨¦s de la ventana, lo que despist¨® a los que le gritaban en la calle que quer¨ªan matarlo, Juan¨ªn le abri¨® la puerta a otros dos agentes, que le quitaron la escopeta y lo bajaron por las escaleras a toda prisa. Abajo esperaba un coche patrulla que lo llev¨® a comisar¨ªa. La multitud no tuvo tiempo a reaccionar. El jefe de polic¨ªa municipal de Aranjuez, Enrique Gonz¨¢lez, propondr¨¢ condecorar a los agentes que ingeniaron la escapada.
En las siguientes dos horas la turba quiso incendiar la casa de Juan¨ªn, que estaba solo en el momento de los hechos. En la habitaci¨®n cerrada con llave que los polic¨ªas derribaron a patadas no hab¨ªa nadie. Que ning¨²n miembro de su familia estuviera en Victoria Kamhi hace creer al entorno de las v¨ªctimas que sab¨ªan lo que iba a ocurrir, que estaba todo planeado. De hecho, aseguran que la escopeta pertenec¨ªa a uno de los hermanos del asesino y que, horas antes, vieron al clan cargando una furgoneta con sus pertenencias. Un mensaje en Facebook?de un primo de las v¨ªctimas pide venganza y da la localizaci¨®n exacta de los allegados a Juan¨ªn. Ha sido compartido m¨¢s de 4.000 veces. Los vecinos dan por hecho que el presunto asesino y los suyos nunca volver¨¢n al barrio.
El crimen ha roto una familia que quiso sacudirse el estigma del gueto.?"Es gente muy integrada. Las hijas se casaron con chavales fuera de su entorno. Los tengo por trabajadores y cumplidores. Hemos tenido mucho contacto con ellos y nunca ha habido problemas. Para algunos miembros se tramit¨® la renta m¨ªnima de inserci¨®n", explica la concejal de Igualdad del Ayuntamiento de Aranjuez, Montserrat Garc¨ªa. Para ella, este es un caso de violencia de g¨¦nero "de libro".
La primera de las v¨ªctimas, Lisset, que naci¨® con el nombre de Dolores, termin¨® en marzo un contrato de un a?o como jardinera, dentro de un programa de inserci¨®n laboral de la Comunidad de Madrid. Con el ¨²ltimo sueldo quer¨ªa invitar a una "noche de chicas" a sus hermanas. Su coordinador, Manolo Muere, la recuerda muy trabajadora, dicharachera y amable con el resto de compa?eros. En su estado de WhatsApp ha escrito frases de elogio hacia ella como modesto homenaje.?
M¨¢s joven todav¨ªa era Montse, madre de dos ni?os peque?os. Trabajaba en un Burger King y su pareja, un chico de su edad aficionado al boxeo, en la f¨¢brica de una importante pasteler¨ªa de Madrid. Las dos hermanas fueron enterradas, con dos d¨ªas de diferencia, en el mismo cementerio, el de Santa Isabel. Ante una marea de gente de luto riguroso. Celestina, la expareja de Juan¨ªn, no pudo ir a despedirse de sus hermanas. La familia la ha castigado con el destierro.
Juan¨ªn ingres¨® en prisi¨®n acusado de dos asesinatos. El juez evit¨® enviarlo a la de Aranjuez, donde pod¨ªa encontrarse con familiares de las v¨ªctimas que quisieran venganza, y entr¨® en la de Valdemoro, entre grandes medidas de seguridad. Permanece aislado del resto de presos, puest¨ªsimos en la actualidad criminal gracias a los programas de televisi¨®n. En el barrio de Victoria Kamhi se ha impuesto un silencio de convento. Un ramo de flores marca el lugar de la calle en el que asesin¨® a las dos mujeres.
El 016 es el n¨²mero de informaci¨®n y asesoramiento jur¨ªdico sobre violencia de g¨¦nero. No deja rastro en la factura telef¨®nica, aunque s¨ª hay que borrarlo del registro de llamadas.
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