El trago m¨¢s agridulce para Ada Colau
La exactivista antidesahucios salva el puesto al precio de tener que apoyarse en Valls, el ¡°candidato de las ¨¦lites¡±
La noche del 26-M, Ada Colau, reconoci¨® la victoria de ERC en Barcelona y felicit¨® a su rival, Ernest Maragall. Hab¨ªan empatado a 10 en esca?os, pero los independentistas lograron 4.833 votos m¨¢s. La l¨ªder de los comunes record¨® que en 2015 no esperaban ganar la alcald¨ªa. ¡°Hicimos historia, no pertenec¨ªamos a las familias que siempre hab¨ªan mandado en la ciudad, fuimos la anomal¨ªa y nos colamos en el sistema¡±, dijo. Y asegur¨® que cuatro a?os despu¨¦s lo ten¨ªan mucho m¨¢s dif¨ªcil: ¡°Lo hemos tenido todo en contra, y nos han seguido tratando de intrusos¡±.
El lunes hubo silencio. Hasta la tarde. Colau resucit¨®. Compareci¨® en la sede de Barcelona en com¨² y lanz¨® tres mensajes que hoy se revelan claves. Uno, apost¨® por un tripartito de izquierdas con ERC y PSC que sumar¨ªa una amplia mayor¨ªa. Dos, arremeti¨® contra Maragall por su discurso en clave independentista de la noche electoral. Y tres, que no renunciaba a ser alcaldesa. El tripartito no ha podido ser por los vetos entre independentistas y socialistas, a Maragall se le ha escapado el mando de lo que quer¨ªa convertir en ¡°la capital de la rep¨²blica¡± y Colau es de nuevo alcaldesa.
En un ejercicio de mirada larga, y tras debatirlo con las bases, Colau decidi¨® pactar con el PSC porque le permite mantener la alcald¨ªa. No es cuesti¨®n de sillas, dijo, sino de seguir marcando prioridades y ejecut¨¢ndolas. ¡°Si hemos hecho un partido no es para ser testimoniales, nuestra ambici¨®n era gobernar para transformar¡±, argument¨® una contundente y ambiciosa Colau el mi¨¦rcoles pasado.
Despu¨¦s del primer mandato, la primera alcaldesa mujer de Barcelona, se ha vuelto a ¡°colar¡± en el sistema, esta vez gracias a los votos de Manuel Valls (apoyado por Ciudadanos) en la investidura. Colau, que le acus¨® de ser el candidato de las ¨¦lites, no ha escondido que es plato de mal gusto e insiste en que los votos del ex primer ministro franc¨¦s no modificar¨¢n sus prioridades. Pero el trago es amargo y ayer no hubo discurso en el balc¨®n tras la investidura, como en 2015.
Colau salt¨® hace cuatro a?os de parar desahucios desde la PAH que fund¨®, al despacho de alcaldesa. Sin experiencia en la instituci¨®n, pero con la promesa de hacer una ciudad m¨¢s habitable y una gesti¨®n m¨¢s transparente, en 2015 Colau y su equipo irrumpieron en la Casa Gran de vaqueros, zapatillas y sudaderas. Muchos, compa?eros en los movimientos sociales, eran y son amigos personales. Colau colg¨® este mensaje en su puerta: ¡°No olvidemos nunca quien somos, de d¨®nde venimos y por qu¨¦ estamos aqu¨ª¡±. Pero, haciendo bandera de nueva pol¨ªtica, les ha costado dialogar. Les han tachado de sectarios, incluso desde las entidades vecinales. Tambi¨¦n constataron que en buena medida la maquinaria municipal funciona sola.
La polarizaci¨®n del consistorio (izquierda y derecha, independentistas y constitucionalistas) impidi¨® a la oposici¨®n armar una alternativa y echarla, pero tambi¨¦n oblig¨® a los comunes a gobernar con solo 11 concejales de 41. Al a?o de iniciarse el mandato, Colau pact¨® con el PSC un acuerdo de gobierno, pero se rompi¨® al apoyar los socialistas la aplicaci¨®n del 155. Las mismas bases del partido que entonces optaron por romper, ahora han votado cerrar heridas y mantener la alcald¨ªa. Los dos partidos han aplicado de nuevo el pragmatismo.
A Colau le toc¨® un mandato excepcional que le ha obligado a crecer como pol¨ªtica: en cuatro a?os ha habido cinco elecciones, el refer¨¦ndum del 1 de octubre, y el atentado de La Rambla. Entonces decidi¨® que en la manifestaci¨®n de repulsa no habr¨ªa pol¨ªticos en la cabecera, sino los cuerpos de seguridad y emergencias. Una de las ocasiones en las que ha ejercido un liderazgo que provoca tanta admiraci¨®n como rechazo.
El proc¨¦s ha marcado el mandato. A Colau se la acusa de ambigua. Ella lo niega y se erige como puente en el conflicto pol¨ªtico entre Catalu?a y Espa?a. En el partido hay voces que apuntan que su discurso tiene que ver con la p¨¦rdida de votos en los barrios m¨¢s humildes, donde hab¨ªan ganado los comunes en 2015 levantando grandes expectativas y ahora ha ganado el PSC.
La alcaldesa no es la de 2015. La que dos semanas antes de ser investida en 2015 afirm¨®: ¡°Desobedeceremos las leyes que nos parezcan injustas¡±. Tiene raz¨®n en que el apocalipsis que auguraban las fuerzas vivas de la ciudad cuando gan¨® no se ha producido. Pero la actitud de Colau ha cambiado: mientras ha luchado contra el fraude fiscal y ha multado a grandes empresas, ha asumido la trascendencia que tienen citas como el Mobile.
Dicen de Colau que sus virtudes son la empat¨ªa, la perseverancia y la valent¨ªa. De trato cordial, si tiene que echar una bronca, lo hace y pasa p¨¢gina. Sus defectos: la vehemencia y el personalismo. La ex activista es h¨¢bil con los medios de comunicaci¨®n. Sabe lanzar titulares, utiliza las redes sociales para enviar mensajes sin filtros, tiene olfato para hacerse fotos ¨Cse estren¨® en el cargo viajando en metro pero se desplaza en coche oficial--, y acude a las televisiones de ¨¢mbito estatal cuando le interesa difundir mensajes.
Colau es la l¨ªder de las marcas surgidas tras el ¨¦xito del experimento que fue la alianza entre movimientos y partidos tradicionales que hizo realidad Barcelona en com¨². El espacio tiene diputados en el Parlament y en el Congreso, pero quien aguanta el palo de la bandera es el n¨²cleo fundador. Y sab¨ªan que si perd¨ªan Barcelona la onda expansiva ser¨ªa demoledora.
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