Un d¨ªa m¨¢s en la oficina
Echo and The Bunnymen act¨²an en la Feria de Julio de Valencia
Podr¨ªamos llegar a 2030, y Echo and the Bunnymen seguir¨ªan en las mismas. La sobriedad en escena, la iluminaci¨®n escueta y sombr¨ªa, las vaharadas de humo y la estampa eterna de Ian McCulloch, con un pitillo en la mano (cada vez menos), el pelo enmara?ado y sin quitarse ¨Cni por los clavos de Cristo¨C esa chupa de cuero negro, que en pleno mes de julio inspira el pasmo de lo enternecedoramente inmutable. Los de Liverpool casi nunca fueron una banda muy permeable a las modas, y menos a¨²n en las ¨²ltimas dos d¨¦cadas, el tiempo transcurrido desde su gozosa resurrecci¨®n en el segundo tramo de los noventa. Fue entonces cuando sacaron pecho para demostrar que pod¨ªan sacar los colores a algunos cachorros del brit pop, y que el porte desafiante de un Liam Gallagher, por ejemplo, ya ten¨ªa su patente. Eso s¨ª, ser¨ªa absurdo esperar de ellos unas proyecciones pintonas, un teclado luminoso que aligere su gravedad, unas t¨ªmidas bases electr¨®nicas o que le metan otra marcha a ese directo tan hier¨¢tico que incluso hasta parece de otra ¨¦poca. Su escasa capacidad de reinvenci¨®n ya la invirtieron ¨Cy agotaron¨C en The Stars, The Ocean & The Moon (2018), que no es m¨¢s que un ligero refrito de sus cl¨¢sicos, y una buena excusa para volver a abordarlos (esta vez s¨ª, con la reverencia habitual) en otra gira con el piloto autom¨¢tico. Porque, no nos enga?emos, el quinteto lleva pr¨¢cticamente tres lustros (desde Siberia, de 2005) sin facturar nada relevante. Viviendo de su legado, en suma. Que no es poco.
Echo and The Bunnymen + J¨´lia
Jardines de Viveros. Feria de Julio. Mi¨¦rcoles 10 de julio de 2019
Quedan, eso s¨ª, un pu?ado de canciones que aguantan muy bien el paso del tiempo, pero que en directo se resienten cuando su automatismo se topa con un gran recinto abierto (y no precisamente abarrotado) y adem¨¢s la voz del lenguaraz Mac se las empieza a ver y desear para cubrir con solvencia una hora larga de bolo. Going Up, Rescue o Never Stop sonaron tensas, con br¨ªo. Tambi¨¦n esa Villiers Terrace que llevan a?os enlazando con el Roadhouse Blues de sus reverenciados Doors, esgrimiendo el irrenunciable linaje sonoro que les lleva a empalmar la tierna Nothing Lasts Forever con el Walk On The Wild Side de Lou Reed. Pero los rescates de Over The Wall, Seven Seas o The Killing Moon sonaron desva¨ªdos ¨Cpor muchos m¨®viles que alumbraran esta ¨²ltima¨C , como si les faltara fuelle.
Fue un concierto, dig¨¢moslo ya, funcionarial. Quiz¨¢ no m¨¢s que cualquiera de los que hayan ofrecido en los ¨²ltimos tiempos, pero por el motivo que sea (el paso del tiempo, que no perdona, o el contexto general), algo m¨¢s alica¨ªdo. Lo mejor, sin duda, fue el bis: les vino bien retirarse de escena para volver como reseteados, con una rabiosa Lips Like Sugar y una afilada Do It Clean, que dio paso al pl¨¢cido cierre de Ocean Rain. Un broche ¨Cpor fin¨C sangu¨ªneo a un derroche de clase sin demasiado nervio, en el que las alcoyanas J¨´lia oficiaron antes como grupo telonero.
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