La escapada de Pedro S¨¢nchez
Plantear el desencuentro con Podemos en clave catalana es minimizar las otras muchas prioridades de Estado que la izquierda podr¨ªa compartir. No todo empieza y acaba en Catalu?a
En pol¨ªtica, como en la vida, se tiende a eludir responsabilidades. La culpa siempre es de otros: de los aliados (que no por ello dejan de ser adversarios), de la oposici¨®n, de la legislaci¨®n vigente, de los electores que no votaron como era debido. Tenemos un ejemplo de manual en las negociaciones de Pedro S¨¢nchez para formar gobierno. Lo tiene todo a su favor, dobla en esca?os al segundo clasificado, dispone de margen para repartir y sabe perfectamente que no hay alternativa viable a su candidatura. Y, sin embargo, no avanza. Y empieza a dejar algunos jirones de prestigio por el camino. Primero cortej¨® su imagen triunfal: el paria expulsado por los barones del PSOE que fue capaz de derrotar sucesivamente a Susana D¨ªaz, a Mariano Rajoy y al tripartito de derechas, que se pasea por Europa de la mano de Macron, aunque al final sali¨® trasquilado.
Desde la cima, S¨¢nchez asumi¨® el papel de impasible, enviando apelaciones a la responsabilidad en todas direcciones para que legitimaran su jerarqu¨ªa. De nada sirven las reiteradas y solemnes negativas de PP y Ciudadanos. El prop¨®sito es intimidar a Iglesias y tranquilizar a los poderes f¨¢cticos, convencido de que Podemos, en riesgo de desguace, no tiene otra salida que aceptar, tarde o temprano, lo que le den. Pero S¨¢nchez deber¨ªa saber que Podemos, para decirlo con palabras de Santiago Alba Rico, a veces parece formar parte de ¡°cierta izquierda que considera que la mejor direcci¨®n es la derrota¡±. As¨ª ocurri¨®, por ejemplo, en Madrid, donde Pablo Iglesias, al retirar el apoyo a Carmena, contribuy¨® eficazmente a que la izquierda perdiera la capital.
Los d¨ªas pasan y la imagen se deteriora. La realidad es que S¨¢nchez no ha conseguido formar una mayor¨ªa
Los d¨ªas pasan y la imagen se deteriora. La realidad es que, a d¨ªa de hoy, Pedro S¨¢nchez no ha conseguido formar una mayor¨ªa: sigue sin avanzar con su socio principal e incluso ha incomodado a un aliado imprescindible como el PNV. ¡°Estoy dispuesto a contemplar todos los escenarios¡±, ha dicho. ?Hay un escenario alternativo a un acuerdo con Podemos que no sean las elecciones? Es dif¨ªcil ver razones para esta claudicaci¨®n.
Pedro S¨¢nchez justifica sus l¨ªneas rojas en la negociaci¨®n con Podemos por las diferencias ¡°en cuestiones de Estado¡±. Y pone como ejemplo el conflicto catal¨¢n. Se pregunta si Podemos ¡°estar¨ªa en un Gobierno que tuviera que aplicar el art¨ªculo 155¡±. Lo que confirma que la cuesti¨®n independentista tiene obnubilados a los dirigentes pol¨ªticos espa?oles (y no solo a la derecha) y que tampoco Pedro S¨¢nchez ha entendido que el pacto entre sus primos hermanos del PSC (que est¨¢n demostrando una inusual habilidad pol¨ªtica) y Junts per Catalunya es un reconocimiento en la pr¨¢ctica de lo que muchos se niegan a reconocer con las palabras: que la etapa de la unilateralidad y del frentismo se acaba. Si S¨¢nchez lo hubiera captado, no enarbolar¨ªa ahora el 155, sino que m¨¢s bien buscar¨ªa alianzas para una estrategia que volviera el conflicto a su natural cauce pol¨ªtico.
?Hay un escenario alternativo a un acuerdo con Podemos que no sean las elecciones?
Plantear el desencuentro con Podemos en clave catalana es minimizar las otras muchas prioridades de Estado que la izquierda podr¨ªa compartir: la respuesta a los desaf¨ªos econ¨®micos y ambientales, la defensa de derechos b¨¢sicos, el reconocimiento a las personas y la regeneraci¨®n democr¨¢tica para defender a la ciudadan¨ªa cuando se convierte a la econom¨ªa en un fin en s¨ª mismo y al sujeto en pura mercanc¨ªa. No todo empieza y acaba en Catalu?a.
El remate en la escapada de Pedro S¨¢nchez es plantear una reforma de la Constituci¨®n para evitar un bloqueo como el actual. Podr¨ªa ser interesante ¡ªincluso signo de coraje¡ª abrir el mel¨®n de la reforma constitucional: ?pero es consciente Pedro S¨¢nchez de todo lo que puede entrar por esta puerta si se abre? En este contexto, limitarla al tema que ¨¦l sugiere es un escarnio. Segunda: la ¨²nica garant¨ªa de una mayor¨ªa de gobierno estable es un sistema mayoritario a dos vueltas. Vivimos en una monarqu¨ªa parlamentaria. La elecci¨®n del presidente del Gobierno por sufragio directo lo har¨ªa insostenible: ahondar¨ªa la fractura entre la legitimidad din¨¢stica (eterna) y la legitimidad democr¨¢tica (renovada regularmente). La elecci¨®n del Parlamento por sistema mayoritario limitar¨ªa enormemente la representaci¨®n: en cada circunscripci¨®n el que llega primero se lo lleva todo. Y, manteniendo el sistema actual, dar la presidencia a la lista ganadora es una devaluaci¨®n del r¨¦gimen parlamentario. Hay mil motivos para cambiar una Constituci¨®n gastada, pero la dificultad de un candidato para encontrar los apoyos necesarios no es raz¨®n suficiente. Las mayor¨ªas hay que trabajarlas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.