El motociclista catal¨¢n llega a Pers¨¦polis
Ricardo Fit¨¦, el viajero de ¡®No le digas a la mama que me he ido a Mongolia en moto¡¯ regresa con un nuevo libro en el que recorre Ir¨¢n, Turqu¨ªa, la ruta del Pamir y Siberia
¡°?Pers¨¦polis, chico! ?Pers¨¦polis, lo hemos hecho! ?Hemos llegado hasta aqu¨ª y con la moto de siempre!¡±. El motociclista Ricardo Fit¨¦, barcelon¨¦s de 45 a?os, popular autor de No le digas a la mama que me he ido a Mongolia en moto,ese gran t¨ªtulo, vuelve a la ruta literaria con un nuevo libro de sus aventuras de dos ruedas.
En este caso, en 5 veranos en moto (editorial Di¨¦resis, como el anterior), recopila otros tantos viajes a Turqu¨ªa, Rusia, Ir¨¢n, la carretera del Pamir, y Siberia, dejando la impronta de sus neum¨¢ticos en lugares remotos, inc¨®modos y ocasionalmente peligrosos. La frase del inicio resume lo que sinti¨® al llegar a una de las metas de su periplo a Ir¨¢n, la antigua Pers¨¦polis. Aunque fiel a su estilo descre¨ªdo, poco dado a mitificar (excepto en el tema de las motos, ah¨ª s¨ª) y un punto canalla, Fit¨¦ no se muestra excesivamente impresionado por las ruinas y la historia de la gran ciudad persa m¨¢s all¨¢ del gustazo de haber llegado.
Viajero eminentemente pr¨¢ctico, improvisador, desenvuelto, sagaz (no en balde recuerda el viejo proverbio iran¨ª ¡°Cree en Dios, pero amarra tu camello¡±), bastante pillo, algo cenizo y ¨¢vido de aventuras modernas, el motociclista llega a Pers¨¦polis con su fiable Honda de 23 a?os y m¨¢s de 200.000 kil¨®metros y en lo que piensa es Robert Fulton, que dio la vuelta al mundo en una Douglas en los a?os treinta, y en Giorgio Bettinelli, que en los ochenta recorr¨ªa Asia en Vespa. De hecho, tras enterarse de que Alejandro Magno entreg¨® a las llamas Pers¨¦polis y encontrar muy fea esa acci¨®n, lo que le interesa de verdad es que el joven gu¨ªa iran¨ª que ha contratado para que le explique el yacimiento le ponga en contacto con los legendarios motoristas persas Omidvar Brothers, que tienen hasta un museo dedicado. En otro viaje, llegado a Ekaterinburgo, lo que le interesa es acercarse a Irbit, a cien kil¨®metros, para ver la f¨¢¨¢brica de las famosas motos rusas Ural. En cambio a la visita a Troya (llegar a la ciudad de Homero en moto tambi¨¦n tiene su aquello) le dedica solo cinco l¨ªneas, tres de ellas para decir que pas¨® la noche en un camping muy sucio y que parti¨®, tras hacer amistades discutibles, resacoso y con ligera diarrea
Parte de la gracia de los viajes de 5 veranos en moto es ver c¨®mo nuestro motociclista sale de los embrollos en que se ve envuelto, a veces con gente muy poco edificante.
Fit¨¦ es un viajero muy especial, v¨ªctima de la ley de Murphy, se mete en l¨ªos cont¨ªnuamente y no muestra la natural prudencia del que recorre esos mundos de Dios, ni siquiera en un bar de carretera lleno de camioneros en Uzbekist¨¢n y ¨¦l con pantalones de cuero. Afortunadamente, le protege a menuudo la universal hermandad de los moteros.
Y eso que confiesa tener miedo a las alturas, fobia a los roedores y estar traumatizado por El expreso de medianoche, lo que no es precisamente lo mejor para meterte en moto en Turqu¨ªa y menos si te para la polic¨ªa y cargas una bolsita de marihuana que te han endosado unos amigos turcos marchosos... Parte de la gracia de los viajes de 5 veranos en moto es ver c¨®mo nuestro motociclista sale de los embrollos en que se ve envuelto, a veces con gente muy poco edificante.
La belleza paisaj¨ªstica de los lugares que recorre en esos cinco trayectos y que incluyen espacios como la carretera del Pamir o las extensiones de Siberia resultan en general solo un escenario, un tel¨®n de fondo de los encuentros humanos, de los que ofrece una galer¨ªa en realidad impresionante por la variedad y autenticidad. Desde luego, Fit¨¦ no es un Robert Byron, un Colin Thubron o un Wilfred Thesiger que hubiera cambiado el camello por la Honda del 93, pero no hay que negarle que tiene su propio m¨¦rito, y su encanto.
¡°Llegu¨¦ a la moto por un c¨²mulo de casualidades¡±, explica Fit¨¦ tomando un caf¨¦. ¡°De ni?o viajaba en coche con mis padres y aprend¨ª que no es importante programar, me gusta no saber, disfruto no teniendo las cosas muy claras¡±. Soprendentemente, dice que la moto de joven le daba miedo y no le interesaba mucho. Pero un d¨ªa descubri¨® en la colecci¨®n de Solo moto de un amigo la secci¨®n de aventuras de la revista y fue una revelaci¨®n. Realiz¨® unas primeras experiencias viajeras y ya le entr¨® el gusanillo. Su libro revelaci¨®n fue Los viajes de J¨²piter (1979) en el que Ted Simmons narra sus 126.000 kil¨®metros por 45 pa¨ªses a lomos de una Triumph en los a?os setentas. Y su Biblia es Hacia el trono de los dioses, del austriaco Herbert Tichy, que en los a?os veinte y treinta parti¨® en moto y a pie tras los pasos del gran explorador Sven Hedin.
Dice que ¨¦l no va r¨¢pido y que es muy respetuoso. Ahorra en invierno y viaja en verano. ¡°?Canalla? S¨ª, s¨ª, me siento c¨®modo en ese registro. Me gusta meterme en l¨ªos, ir con los malos¡±. Agradece a su formaci¨®n deportiva y especialmente a ser cintur¨®n negro de judo estar en forma y saber caer, lo que siempre es importante en moto (¡°en Mongolia me ca¨ªa cont¨ªnuamente, pero como es desierto y soy judoka...¡±).
Su ¨²ltimo viaje ha sido por ?frica (¡°muy complicado¡±). Su objetivo es que ahora ¡°me coja una marca y me meta en un viaje de envergadura a¨²n m¨¢s fuerte, la Gran Muralla china, el campo base del Everest¡±. Y uno piensa en que enormes l¨ªos les pueden aguardar, a ¨¦l y a su moto, por all¨ª...
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