Arca, de nuevo estrella en el S¨®nar
La artista venezolana volvi¨® a imponer su perfil en el festival con un espect¨¢culo carnal. Sevdaliza, Daito Manabe o Shiva Feshareki protagonizaron las primeras horas
Ponerse a pensar en modo intelectual o desgastarse las zapatillas bailando como si ma?ana fuesen a prohibir por decreto la m¨²sica de baile. Dos de las decenas de actitudes que adopta el p¨²blico que asiste al S¨®nar, esa cornucopia musical que ayer abri¨® sus puertas en Barcelona. Por vez primera bajo el sol de julio, el festival ofreci¨® una peque?a muestra de su eclecticismo sonoro con actuaciones como la de Dengue Dengue Dengue, Daito Manabe o Arca, gran protagonista de la jornada inaugural tal y como lo fue hace dos a?os.
Cada vez que la venezolana Arca act¨²a en el S¨®nar el concepto acontecimiento hace competencia con los lemas del festival, creatividad, tecnolog¨ªa y negocio. La expectaci¨®n del p¨²blico que llen¨® el escenario Hall era la propia de las grandes ocasiones, algo as¨ª, salvando las distancias, como lo que anta?o ocurr¨ªa con Jeff Mills, rey de los primeros a?os del festival. Pero Arca es otra cosa muy diferente, conceptualmente provocadora, cruda y capaz de llenar el escenario con su sola presencia: su imagen es buscada por los ojos del p¨²blico. Y es que Arca sabe c¨®mo atraer miradas y concitar atenci¨®n, a base de una m¨²sica inclasificable pero mel¨®dicamente reconocible e incluso tarareable que tiene en su afectada voz el argumento central de enganche. Ser¨ªa algo as¨ª como la diva en tanga y lentejuelas, as¨ª luci¨® ayer, de una ¨®pera cantada a medio camino entre lo muy profano y lo laicamente sacro. Una oraci¨®n del cuerpo en pos de la autoafirmaci¨®n. Una loa a la desnudez remarcada por sus bailarines.
Con el p¨²blico callado, algo bastante ins¨®lito en un contexto de festival, la venezolana, cuyo espaldarazo se lo dieron colaboraciones con Bj?rk y Kanye West, present¨® Sal de mi cuerpo, un espect¨¢culo de tintes cabareteros cruzado por ritmos que no acababan de desatarse, manteniendo mayormente cierta retenci¨®n. Con el formato de canci¨®n como eje, Arca se situ¨® en ese punto intermedio entre el hedonismo y la lascivia y el desarrollo conceptual de un proyecto que no se fundamenta en la plana provocaci¨®n sexual. No era bailable en el sentido estricto del t¨¦rmino ni su propuesta requer¨ªa situar los dedos en posici¨®n intelectual. Arca come en su propio plato. En este sentido, el espect¨¢culo, centrado en su estampa, paseando por una pasarela que le aproximaba al p¨²blico, ten¨ªa algo de impuro y bastardo y mucho de abrumadoramente sincero, hasta el extremo que los cambios de vestuario se realizaban ante la vista del p¨²blico, no ajeno a sus ojos, como hacen las divas del pop. Una artista ins¨®lita en el sentido m¨¢s absoluto del t¨¦rmino.
Antes las suelas se desgastaron con Dengue Dengue Dengue, que en argot peruano significa ganas de fiesta. El d¨²o ofreci¨® una mezcla entre ritmos folcl¨®ricos del pa¨ªs v¨ªa percusi¨®n ac¨²stica con dos m¨²sicos extra (congas, caj¨®n, bongos) y ritmos electr¨®nicos servidos por los dos componentes del proyecto, ocultos bajo una m¨¢scara de aire tribal que a¨²n no se entiende c¨®mo les permit¨ªa ver sus aparatos. Misterios de la tecnolog¨ªa precolombina.
Los intelectuales se acercaron m¨¢s tarde al espect¨¢culo de Daito Manabe y el doctor Yukioyasu Kamitani, un intento de imaginar c¨®mo la m¨²sica genera im¨¢genes en nuestro cerebro. Partiendo del an¨¢lisis del c¨®rtex y del impacto que en ¨¦l generan los sonidos, la pantalla se llen¨® de im¨¢genes que iban de una especie de cadena de ADN hecha con l¨ªneas rectas, a neuronas que reaccionaban al sonido pasando por decenas de representaciones diferentes de un cerebro. Los m¨¢s evidente, en un an¨¢lisis rupestre, es que nuestro ¨®rgano m¨¢s complejo se asemeja notablemente a una coliflor, una coliflor que aqu¨ª reaccionaba a unos sonidos estructurados en composiciones separadas con relativa forma de canci¨®n, orillando la melod¨ªa y sirviendo ritmos no marcados sino inasibles, incluyendo relinchos de caballo y ladridos de perro. Los m¨¢s bromistas de los espectadores, los que no se hac¨ªan d preguntas, por ejemplo la sugerida en la presentaci¨®n, ?qu¨¦ aspecto tienen nuestras conexiones neuronales bajo el efecto de la m¨²sica?, marchaban del auditorio maullando. Se ignora si era la interacci¨®n deseada por Manabe.
Tambi¨¦n hubo deconstrucci¨®n, como la propuesta por la "turntablista" Shiva Feshareki, capaz de articular multitud de sonidos a partir de manipular las rutinas de rotaci¨®n y lectura de un giradiscos. Vaya, el plato como instrumento en s¨ª mismo. En medio de una cascada de ruidos, crepitaciones, golpes y rascadas ajenas al hip hop tradicional en los "turntablistas", la artista inglesa dej¨® escapar un largo fragmento de Stteping Out de Joe Jackson para luego ir deconstruyendo la pieza.
Pero la artista que se llev¨® la palma en la primera parte de la tarde, fue la holandesa de origen iran¨ª Sevdaliza. La cantante despleg¨® la sensualidad de su pop sintetizado con gui?os a una suerte de trip-hop del futuro servido por bases electr¨®nicas con apoyos de bater¨ªa ac¨²stica y chelo. Con una imagen poderos¨ªsima y una voz plena de delicadeza y suntuosidad, Sevdaliza cautiv¨® con su presencia al p¨²blico de su escenario. Luci¨® un minivestido con el que se movi¨® como la bailarina favorita de un s¨¢trapa. Sensualidad en un cruce entre oriente y occidente tanto en sonido como en est¨¦tica. La tradicional impureza de un festival con pocas certezas.
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