Un chicle y una caja de herramientas para salvar el mundo
Durante siete trepidantes temporadas, MacGyver recurri¨® a el ingenio para luchar contra el mal
Por si acaso alg¨²n milenial se tomara la molestia de hojear la prensa, este texto deber¨ªa empezar con un aviso: MacGyver se refiere al bueno, al genuino, a un rubiales con botas de campa?a que era capaz de derrotar ¨¦l solito a un ej¨¦rcito con la ¨²nica ayuda de unos alicates, un imperdible y un paquete de chicles. Es oportuna la advertencia porque buscando informaci¨®n para refrescar la memoria, uno descubre que la CBS tuvo, en 2016, la ocurrencia de hacer una reposici¨®n de las andanzas del c¨¦lebre aventurero-inventor que domin¨® las pantallas de televisi¨®n durante la d¨¦cada de los ochenta y principios de los noventa del siglo pasado. Pocas veces tuvo tanto sentido la expresi¨®n ¡°segundas partes nunca fueron buenas¡±.
El MacGyver original se alarg¨® siete temporadas, 119 cap¨ªtulos. En Estados Unidos se estren¨® en 1985 pero en Espa?a hizo falta esperar dos a?os m¨¢s para poder alucinar con los remiendos que perpetraba Richard Dean Anderson. Un actor al que procede reverenciar, ya que no debe resultar f¨¢cil forjarse toda una carrera profesional gracias a darle vida a un ¨²nico personaje. Los entendidos dir¨¢n que el artista tambi¨¦n trabaj¨® en Stargate SG-1. Pero esta ¨²ltima la produjo Gekko Films, empresa de su propiedad, por lo que casi no tiene m¨¦rito que lograra hacerse con un papel. La realidad es que MacGyver tuvo siete a?os de curro y, luego, a la bartola. Un genio que se llevaba un buen mordisco de los 775.000 d¨®lares que costaba cada cap¨ªtulo.
MacGyver no mata, reh¨²ye las armas y regala citas de un tratado de filosof¨ªa
Televisi¨®n Espa?ola emit¨ªa la serie los s¨¢bados por la tarde y ese es otro m¨¦rito que hay que reconocerle a MacGyver, triunfar pese a ir programado en una franja tan competida. Partidos de f¨²tbol, cumplea?os, visitas familiares, catequesis o la preceptiva sesi¨®n de compras para ¡°cambiarte ya esa chaqueta, que ni te abriga ni te arregla¡± eran dur¨ªsimos rivales para lograr una audiencia aceptable. Recuerdo un debate con mis primos, en plena fiesta mayor, sobre si la seductora bocina de los autos de choque era motivo de peso para saltarnos el cap¨ªtulo. MacGyver enganchaba, y para crear ambiente contaba con la ayuda inestimable de una introducci¨®n musical fabulosa, un pegadizo tema de Randy Edelman.
Los inventos que ingeniaba MacGyver eran hechizantes. Dice la leyenda que los guionistas estaban asesorados por expertos en qu¨ªmica y mineralog¨ªa. Tal vez, pero el revisionado de algunos cap¨ªtulos pone en entredicho que hubiera mucha rigurosidad en las historias.
Educado y sensible, a la vez que atrevido, era presentado como un James Bond afable
Un episodio se sit¨²a en las monta?as de Euskadi y MacGyver detalla que ¡°desde los Pirineos se contempla el paisaje m¨¢s hermoso que pueda imaginarse¡±. Hasta ah¨ª, bien. A?ade que en esos lares habitan ¡°monta?eros vascos que desde tiempos inmemoriales han estado luchando contra Francia o Espa?a¡± y lo remata con una afirmaci¨®n que bien pudiera costarle un sobresalto card¨ªaco a los responsables del departamento de turismo vasco: ¡°de vez en cuando alg¨²n turista americano es capturado como reh¨¦n¡±. Solo desde el humor se pueden entender algunos fragmentos de la serie, como cuando el protagonista afirma que a su madre le gusta ¡°hacer experimentos en la cocina¡± y cita como atrevidos ejemplos de elaboraci¨®n ¡°sopa japonesa y pasta italiana¡±. Con semejantes men¨²s, queda claro que la santa madre era una cocinera que viv¨ªa al l¨ªmite.
Deportista, educado y sensible, a la vez que atrevido, MacGyver era presentado como un James Bond afable. Sin embargo, se asemejaba m¨¢s a Mortadelo. Su capacidad para pasar desapercibido entre los malos con un disfraz compuesto con cuatro trapos era proverbial. Uno de los camuflajes m¨¢s logrados es cuando pesc¨® una toalla que colgaba de un tendedero para pasearse sin levantar sospechas por entre las duchas de un campamento militar ultrasecreto. Lo mismo daba que llevara el pelo seco y calzara botas.
MacGyver no mata nunca, rehuye las armas de fuego y regala citas propias de un tratado de filosof¨ªa. ¡°Nunca se sabe hacia d¨®nde nos va a llevar la vida¡±, suelta mientras conduce su caracter¨ªstico Jeep. En otro pasaje, acompa?a a una joven Teri Hatcher y le espeta que ¡°lo sobrenatural es un modo f¨¢cil de explicar lo que no entendemos¡±.
Los inventos de MacGyver siempre tuvieron algo de sobrenatural, como enigm¨¢tico sigue siendo, para mi primo Xavi y para mi, quien de los dos desfren¨® el Seat 127 de nuestro abuelo Antonio el d¨ªa que fu¨ªmos a buscar pi?as. En esas te hubi¨¦ramos querido ver, MacGyver.
Alucinando con los inventos
1.- A?o de estreno y origen. 1985. Estados Unidos.
2.- Actores protagonistas. Serie de aventuras protagonizada por Richard Dean Anderson.
3.- Edad al verla y situaci¨®n. Entre 9 y 12 a?os y la ve¨ªa solo o con mis primos. Alucin¨¢bamos con los inventos.
4.- La mejor escena. En uno de los episodios arregla unos fusibles fundidos usando el envoltorio plateado de un paquete de chicles.
5.- Serie que ve ahora. Les Tres Bessones.
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