Dar trigo
Mucho depende solo de nosotros: el Parlament ha estado bloqueado (por nosotros mismos) y funcionamos (porque queremos) con los Presupuestos (una y otra vez prorrogados) de 2017
En Catalu?a, uno de cada cuatro j¨®venes menores de 25 a?os est¨¢ en paro (la media espa?ola es uno de cada tres). Es el primer problema en un pa¨ªs cuya tasa global de desempleo era de un 11,2% a inicios de este verano (14% en Espa?a). No presto demasiada atenci¨®n a ning¨²n pol¨ªtico catal¨¢n que no centre su programa en esta cuesti¨®n, a ninguno, me da igual el color de sus ideas. Dejo constancia de ello a las puertas de un oto?o que algunos quieren comenzar no solo con clamor fundado, sino tambi¨¦n con la amenaza de paralizar el pa¨ªs, algo banalmente f¨¢cil de conseguir, pues predicar, protestar o parar es siempre m¨¢s sencillo que dar trigo. No es momento para parar nada en d¨ªa laborable. Hay alternativas: aporten un d¨ªa de sus ingresos a su causa preferida y manifi¨¦stense, un¨ªsonos, un domingo por la tarde. Pero no paren Barcelona otra vez, que no alivia el paro. Al contrario.
Otros problemas hieren la vista. As¨ª, en Catalu?a todav¨ªa no hemos acertado a reducir la tasa de abandono escolar temprano (poblaci¨®n escolar de entre 18 y 24 a?os que no ha completado la educaci¨®n secundaria de segunda etapa y que no sigue ning¨²n tipo de formaci¨®n) por debajo un 17% (14% en mujeres, 21% en hombres). De nada podemos presumir, que la media de abandono en la Uni¨®n Europea de 28 es un 10,6% y algunos vecinos nuestros, nada pretenciosos, como los c¨¢ntabros, tienen una tasa de abandono inferior al 10%. En Barcelona, la tasa de Ciutat Vella es ocho veces m¨¢s elevada que en Sarri¨¤-Sant Gervasi, queda claro, pues, d¨®nde est¨¢n las prioridades. Es un problema secular: dentro de una o dos generaciones, nuestros hijos y nuestros nietos ir¨¢n a votar con personas que arrastrar¨¢n todav¨ªa las limitaciones de comprensi¨®n de la realidad propias de los d¨¦ficits educativos serios. Pero tambi¨¦n es solucionable: es acuciante reducir la tasa de abandono escolar por debajo del 10% en cinco a?os y abordar ya la inversi¨®n en la educaci¨®n de adultos con el doble de los recursos empleados hasta ahora. Por favor.
Me objetar¨¢n que ambos problemas dependen de las limitaciones de gesti¨®n y presupuestarias asociadas al sistema constitucional espa?ol, centr¨ªpeto por dise?o. Compro esa tesis, pero solo en parte, pues mucho ¡ªmuch¨ªsimo¡ª depende solo de nosotros: la aplicaci¨®n del 155 en Catalu?a (a la cual recuerdo haberme opuesto p¨²blicamente en un v¨ªdeo period¨ªstico) dur¨® siete meses, entre octubre de 2017 y junio de 2018, y paraliz¨® nuestro autogobierno. Pero luego el Parlament de Catalunya ha estado bloqueado (por nosotros mismos) y funcionamos (porque queremos) con los Presupuestos (una y otra vez prorrogados) de 2017: nadie de fuera nos impidi¨® aprobar en 2018 los de este a?o de 2019. A ver qu¨¦ ocurrir¨¢ este pr¨®ximo oto?o con los de 2020.
En Catalu?a somos m¨¢s de siete millones y medio de residentes. Hoy me vuelven a importar quienes no son de aqu¨ª, casi un mill¨®n cien mil personas (1.082.099) a finales del a?o pasado. Insisto en que como no votan, apenas cuentan pol¨ªticamente, son metecos. La primera nacionalidad es Marruecos (211.192), seguida por Ruman¨ªa (89.177) y China (59.380). Destaco a los pobres sirios (son algo m¨¢s de un millar: 1.178), refugiados de una guerra tres veces cruel (por civil, religiosa y geopol¨ªtica). ¡°Saydnaya¡± es el nombre maldito de una prisi¨®n militar, cerca de Damasco, en la cual ni se sabe cu¨¢ntos miles de infelices han sido ahorcados, el lugar m¨¢s parecido en el siglo XXI a un campo de exterminio. Si vuelvo a narrar fragmentos rotos de nuestra inmigraci¨®n es porque aqu¨ª viven m¨¢s de un mill¨®n de personas de docenas de pa¨ªses la inmensa mayor¨ªa de las cuales enriquecen y rejuvenecen a una Catalunya ¨¦tnica envejecida. Cierto, algunos concentran problemas de seguridad que nos indisponen: es contraproducente tratar de ocultar que el 44% de los internos en prisiones catalanas son (mayormente hombres) extranjeros (en julio de este a?o, 994 marroqu¨ªes, 357 rumanos y 244 dominicanos encabezaban la lista, pero solo se contaban 45 s¨²bditos chinos, gente que no se meten con nadie). Casi inevitablemente despreciamos y discriminamos a quienes son distintos de nosotros solo porque lo son, con la coartada de que algunos, muy pocos, de entre los suyos, han hecho esto o lo otro. Este es el tercer problema del pa¨ªs. Una propuesta nada cara es que, en diez a?os, nuestros cuerpos de polic¨ªa reflejen la diversidad cultural y ¨¦tnica de la poblaci¨®n.
Pablo Salvador Coderch es catedr¨¢tico de Derecho Civil en la Universitat Pompeu Fabra
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