La izquierda, ¡®Las kellys¡¯ y la precariedad
Hay un desequilibrio sideral entre los salarios que perciben las camareras de piso y los beneficios del sector hotelero, que factur¨® alrededor de 17.000 millones de euros el a?o pasado
Cada 25 de agosto se manifiestan en Barcelona, Lloret de Mar y otras muchas poblaciones tur¨ªsticas. La fecha fue elegida hace un par de a?os porque indica que comienza a disminuir el trabajo y en unas semanas muchos hoteles de la costa echar¨¢n la persiana y ellas se quedar¨¢n sin trabajo. En Catalu?a el colectivo de Las kellys?¡ªacr¨®nimo de ¡°las que limpian¡±¡ª ronda las 100.000 mujeres y en el conjunto de Espa?a las 300.000. Pero en la concentraci¨®n del pasado domingo en la plaza de Sant Jaume eran pocas. Tienen miedo, porque sobre sus cabezas pesa la amenaza de represalias y la consiguiente p¨¦rdida de empleo. Y es que vivimos tiempos en que la precariedad del mercado de trabajo ha convertido la m¨¢s m¨ªnima reivindicaci¨®n en un ejercicio de riesgo. Los derechos se reconocen sobre el papel, pero no en la pr¨¢ctica.
Las kellys y el negocio hotelero son la met¨¢fora de una sociedad descabezada, dividida por la brecha que separa la opulencia de la precariedad. Ellas trabajan para hoteles, pero subcontratadas a trav¨¦s de las denominadas empresas multiservicios. Ser camarera de piso es uno de los trabajos m¨¢s duros y peor remunerados que existen: cobran entre 1,5 euros y dos euros por cada habitaci¨®n que limpian. No est¨¢n sujetas al convenio de hosteler¨ªa sino al de la empresa multiservicios. Es f¨¢cil que su salario quede por debajo de los de los 750 euros mensuales, en contraste con lo que cuestan las habitaciones de hoteles de lujo. Un modesto recorrido por Booking daba las disponibilidades y precios de habitaci¨®n de los hoteles de cinco estrellas ¡ªpara los que muchas de ellas trabajan¡ª de Barcelona para la noche del mi¨¦rcoles al jueves pasado. Habitaci¨®n doble en el Hotel Vela: 315 euros la noche; en el Mandar¨ªn Oriental, 582; en el Hotel The Serras, 740 la doble y la suit 1505 euros; en el hotel Arts, 311 euros¡ Hay un desequilibrio sideral entre los salarios que perciben las camareras de piso y los beneficios de un sector que factur¨® alrededor de 17.000 millones de euros el a?o pasado.
Una de Las kellys m¨¢s combativas es Luz Amparo. Trabaja en el sector desde hace nueve a?os y ahora lo hace para uno de esos hoteles de gran lujo. ¡°Somos la asociaci¨®n de Kellys federadas, pero sobre todo somos sindicalistas de CC OO, UGT, CGT¡ que formamos parte de comit¨¦s de empresa¡±, explica Luz. Su principal objetivo es lograr pasar al convenio del sector hotelero y no estar sujetas al convenio de empresas multiservicios, con contratos por temporadas, por horas y a veces sin descanso semanal. En el sector hay empresas en que el 85% de las camareras de habitaci¨®n provienen de Empresas de Trabajo Temporal. Por ello Las kellys piden la derogaci¨®n de la reforma del Estatuto de los Trabajadores impulsada por el Gobierno de Mariano Rajoy, que consagr¨® la desigualdad entre personas subcontratadas por ETT y trabajadores del sector hotelero. El Ejecutivo de Pedro S¨¢nchez se comprometi¨® a cambiarlo, pero los juegos dilatorios de la investidura van aplazando lo que las trabajadoras ve¨ªan al alcance de la mano.
Mientras esa izquierda que tanto deber¨ªa preocuparse por combatir la precariedad se mueve por c¨¢lculos meramente electoralistas, ellas siguen luchando para pedir la jubilaci¨®n anticipada por la dureza del trabajo ¡ªlevantar colchones de hasta 30 kilos¡ª, por el reconocimiento de las enfermedades laborales relacionadas con la carga de trabajo, contra la externalizaci¨®n del trabajo (subcontratas con ETT), por el incremento de las inspecciones laborales, por el c¨¢lculo y limitaci¨®n de las cargas de trabajo, y, por ¨²ltimo, en pro de la conciliaci¨®n de trabajo y la vida familiar (acabar con dos semanas seguidas de trabajo).
Hay situaciones de precariedad que retrotraen a periodos que parec¨ªan superados. Las sucesivas devaluaciones internas efectuadas en Espa?a con reducciones salariales y recortes de inversiones sociales se han plasmado en leyes que consagran una precariedad propia de otros siglos. Josep Fontana explica en su p¨®stumo Capitalisme i democr¨¤cia que en la Inglaterra de principios del siglo XIX se aprob¨® la Master and Servant Act, que convert¨ªa en delito criminal la ruptura del contrato de trabajo por parte del empleado: relaciones del Antiguo R¨¦gimen entre vapores de revoluci¨®n industrial. La historia es reversible. Y ahora ¡ªa la vista est¨¢ en Europa y EEUU¡ª estamos en un momento de reflujo. Ante esta situaci¨®n, la izquierda espa?ola deber¨ªa tomar nota: pactar un Gobierno estable, abandonar sus excesos de gestualidad, tacticismo y c¨¢lculos electorales, y aunar esfuerzos para paliar las situaciones sociales m¨¢s precarias. Est¨¢ en su mano y es la mejor manera de evitar que viejos y b¨ªblicos leviatanes devoren los derechos.
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