El ¡®perreo¡¯ de Yung Beef
La estrella 'traper' present¨® sus nuevas canciones a Sala Apolo de Barcelona
Un espect¨¢culo voluntariamente grosero, y las mujeres que est¨¢n implicadas, al parecer, est¨¢n dispuestas a todo con el l¨ªder y estrella, un Yung Beef que actuaba con el desparpajo, la poca verg¨¹enza y la seguridad de un proxeneta que reconoce su zona. La calle m¨¢s ¨¢spera en un escenario al servicio de la masculinidad m¨¢s convencional, expuesta con trazo tan grueso que se tiene que pensar en exageraciones voluntarias y claves de identificaci¨®n para acentuar la personalidad de unos artistas que van a la contra y se expresan en el lenguaje del trap. El granadino presentaba su nueva mixtape, colecci¨®n de canciones sacudidas por el reggaeton bajo un t¨ªtulo nada sutil: Perreo de la muerte 2. S¨®lo Barcelona, Madrid y Granada acoger¨¢n los conciertos que s¨¢bado, en una hora, repasaron a Sala Apolo de Barcelona parte de las canciones de Yung Beef, con un ¨¦xito todav¨ªa m¨¢s rerfo?at, prototipo de los artistas que ahora dominan las m¨²sicas urbanas.
La primera pieza marc¨® la pauta. Si bien la ¨²ltima vez que pas¨® por la sala Yung Beef actu¨® encima de una jaula al centro de la pista, este golpe la jaula lo cerraba en lo alto de un lateral del escenario. All¨ª arriba, con desprecio, empez¨® a cantar Empezar de 0, mientras La Zowi, una de las voces del tema, se mov¨ªa sinuosamente vestida con sobriedad mientras esperaba la lluvia de billetes con que Yung Beef quer¨ªa obsequiarla. La letra dec¨ªa: ¡°Yo s¨¦ que hago muchas cosas mal / pero savias que te quiero / beb¨¦ me partiste el coraz¨®n / pero me he comprao otro nuevo¡±. De esto se dice pragmatismo emocional. La Zowi, ya a gatas, recog¨ªa los billetes que abandonaba Yung Beef y jugaba a colocarlos en la ropa interior que le hac¨ªa de ropa exterior. Sensualidad millenial. El p¨²blico, con el m¨®vil en la mano, bailaba.
A partir de aqu¨ª, el espect¨¢culo se movi¨® entre la carnalitat ( hab¨ªa dos bailarinas probablemente seleccionadas con toda intenci¨®n por sus formas curvas), la poca verg¨¹enza y la crudeza, una terna impulsada por ritmos lentos de reaggaeton seco y esquem¨¢tico que hac¨ªan columpiar el p¨²blico. Temas como La cuarenta, De repente, Articuno, Lula llena?o Mala? convirtieron el escenario en una rambla con cantantes, bailarinas y el individuo con cubata que siempre est¨¢ sin saber qu¨¦ hace, aparte de beber y coger por el hombro a la estrella. Y en el centro Yung Beef, con aire de quinqui grande del reino y que dec¨ªa, a la hora que se pasaba la mano por la entrecuix, ¡°que Debe de te proteja¡±, cosa que obliga a pensar donde lo sit¨²a el estralla. Algunos recursos esc¨¦nicos daban bastante buen resultado de rid¨ªculos que eran, como la arena que sacaron sobre un saco al escenario porque la bailarina de turno jugara con Yung Beef a?Sexo en la playa, el concierto acab¨® con Intro al perreo, con letra detallada sobre ciertas pr¨¢cticas sexuales. Y no, no fue un concierto tan brillante como el que protagoniz¨® el 2018, que era mucho m¨¢s oscuro e intimidador. Esta vez prevaleci¨® la fiesta, una fiesta de calle.
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