No podemos esperar m¨¢s
Un gobierno socialista en minor¨ªa, con un pacto m¨¢s o menos largo y s¨®lido con UP y Esquerra y con los nacionalistas vascos, es la salida m¨¢s segura y estable en este momento de transici¨®n

El pa¨ªs necesita gobierno. Y no lo tiene. Lo que hay en la Generalitat no es un gobierno sino una c¨¦lula de agitaci¨®n y propaganda que dispone de forma partidista de los presupuestos y de las instituciones p¨²blicas. Lo que hay en La Moncloa es un gobierno en minor¨ªa y ahora en funciones que no puede gobernar de verdad, aunque aspire a hacerlo.
Esto ocurre en un momento especialmente delicado, con el desorden mundial trumpista en plena efervescencia y una desaceleraci¨®n de la econom¨ªa que hace temer una nueva recesi¨®n. El Brexit fuera y el proc¨¦s dentro acaban de espesar el panorama. El Govern trabaja todav¨ªa con el presupuesto prorrogado de 2017 y el Gobierno de Espa?a con el de 2018, un fruto de la falta de mayor¨ªas parlamentarias que se traduce en unos d¨¦ficits de inversiones, especialmente sociales, que pagan, como siempre, los ciudadanos con menos renta y oportunidades.
El precio de la ineptitud y de la interinidad es alt¨ªsimo. Las comunidades aut¨®nomas se encuentran infrafinanciadas y sin liquidez. El impacto tiene efectos tambi¨¦n en todas las entidades locales. Al final, quienes sufren son los ciudadanos, desatendidos en servicios y en infraestructuras que no se pueden financiar. El caso m¨¢s ejemplar y doloroso es el de las prestaciones desatendidas por dependencia y por pobreza, que hacen v¨ªctimas pol¨ªticamente poco visibles, tal como sucede con los que sufren las listas de espera de la sanidad p¨²blica o los que no cuentan con una vivienda en condiciones de salubridad y de dignidad.
Todo tiene explicaciones. En Catalu?a son claras: desde hace siete a?os los principales recursos y energ¨ªas han alimentado una hoguera que sigue reclamando le?a sobre todo cuando m¨¢s se debilita su llamarada. Pero hay otras sist¨¦micas, vinculadas al momento de cambio pol¨ªtico espa?ol. No es autom¨¢tico ni siquiera f¨¢cil pasar de un sistema de bipartidismo m¨¢s o menos perfecto, donde no hab¨ªa dificultades para obtener mayor¨ªas de gobierno, a otro multipartidista y necesitado de coaliciones. Y hacerlo justo en el momento en que se ha roto y desprestigiado la cultura del pacto y del consenso, causa y tambi¨¦n efecto de la herida abierta por el conflicto catal¨¢n que todo lo condiciona.
Tampoco es f¨¢cil de hacer cuando surgen fuerzas, a derecha y a izquierda, que ponen en duda incluso las bases del sistema constitucional, sobre todo cuando estas fuerzas, adem¨¢s, son imprescindibles para conformar las mayor¨ªas alrededor de los partidos que anta?o hab¨ªan conformado el sistema bipartidista. El bipartidismo no volver¨¢, al menos tal como lo hemos conocido, pero la plena normalizaci¨®n de un nuevo sistema m¨¢s plural donde nos regiremos con gobiernos de coalici¨®n quiz¨¢s necesita esta actual etapa de transici¨®n, en la que todo depende tal vez de la pericia y la capacidad de absorber el riesgo por parte de los gobernantes.
Los resultados electorales han expresado una y otra vez que las nuevas fuerzas antisistema no cuentan con suficiente impulso para avanzar, ni las de derecha en la recentralizaci¨®n de Espa?a ni las de izquierda en la revisi¨®n rupturista de la Transici¨®n, con reconocimiento del derecho de autodeterminaci¨®n y replanteo de la forma de Estado. Tienen en cambio suficiente fuerza como para ralentizar el actual momento de transici¨®n, con la remota esperanza de revertir los resultados electorales demasiado cortos obtenidos hasta ahora con el fin de volver a intentar el envite en el que hasta ahora han fracasado.
Ahora los gobiernos de coalici¨®n constituyen una forma prematura que contiene todav¨ªa el germen de una regresi¨®n. La derecha ya ha hecho un experimento de dudosos resultados: la alianza con la extrema derecha xen¨®foba sirve m¨¢s para reactivar a la izquierda que para gobernar con coherencia y visi¨®n estrat¨¦gica. Ahora es la izquierda la que debe optar entre dos alternativas, como es el gobierno socialista en solitario, con apoyos para la investidura y despu¨¦s quiz¨¢s por los Presupuestos, o el experimento dudoso de un gobierno de coalici¨®n de izquierdas con apoyo parlamentario del independentismo.
La preferencia de la derecha, reclamada desde el primer d¨ªa, no deja dudas: una coalici¨®n de PSOE con UP y apoyo externo de Izquierda que permita una dura oposici¨®n y luego una victoria abrumadora que la instale al poder para una larga etapa. La otra opci¨®n, el gobierno en solitario, no tendr¨¢ m¨¢s remedio que aceptarla si vuelve a haber elecciones y gana S¨¢nchez, pero con la ventaja de que le habr¨¢ permitido intentar una mejora de la correlaci¨®n de fuerzas. Desde Catalu?a las preferencias se han decantado bien abiertamente: hay un independentismo que quiere volver a la normalidad del autogobierno y teme por el futuro de la autonom¨ªa. Y hay otro en cambio, el del desgobierno de Torra y Puigdemont, que necesita y quiere cuanta m¨¢s gresca mejor, con una Espa?a repintada por Abascal y no por Iglesias, para seguir alimentando la hoguera ahora debilitada del proc¨¦s.
Es extraordinaria la responsabilidad de las izquierdas, incluidas las independentistas. Queriendo obtener todav¨ªa el m¨¢ximo, se pueden encontrar con el m¨ªnimo, las manos vac¨ªas, o peor, atadas durante muchos a?os. ?Alguien imagina un gobierno en La Moncloa con Vox? Un gobierno socialista en minor¨ªa, con un pacto m¨¢s o menos largo y s¨®lido con UP y Esquerra y con los nacionalistas vascos, es la salida m¨¢s segura y estable en un momento de transici¨®n del bipartidismo al multipartidismo tan dif¨ªcil y cuando todav¨ªa empujan, aqu¨ª y en todas partes, las fuerzas que quieren arrasar con el democracia representativa y, detr¨¢s, con el Estado de derecho, la Uni¨®n Europea y finalmente nuestras libertades.
Tal como ha dicho y repetido Josep Maria Bricall, ¡°el pa¨ªs necesita que se gobierne, lo que no puede ser es que no gobierne nadie¡±. En Barcelona y en Madrid necesitamos urgentemente gobiernos que gobiernen, y no podemos esperar m¨¢s.
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