Ma?anas con Teresa
En unos d¨ªas Teresa P¨¤mies cumplir¨ªa cien a?os. Por este motivo, la oficialidad marc¨® en rojo este 2019 para conmemorar su existencia y celebrar sus aportaciones
?Hombre, Teresa! ?Qu¨¦ tal? ?C¨®mo est¨¢s? ?Y Gregorio?, le pregunt¨® Pujol a P¨¤mies. Ella contest¨® con su habitual parquedad de palabras en casos semejantes, amable contundencia y algunos lugares comunes. El President, rasc¨¢ndose la espalda con el quicio de la puerta como sol¨ªa cuando se sent¨ªa c¨®modo e intentaba empatizar, le dijo a la escritora que estaba pensando en invitarla a comer en el Palau. Educadamente, la combatiente incansable le contest¨® que ella no com¨ªa fuera porque prefer¨ªa hacerlo en casa, a lo que Pujol replic¨® que cambiaba la comida por un caf¨¦. ¡°No tomo caf¨¦, President¡±. Desorientado, el pol¨ªtico bragado en todas las batallas y muy alejado todav¨ªa de librar la que le colea, farfull¨® una posible sugerencia a reunirse alg¨²n d¨ªa sencillamente para hablar, sin mediar platos ni tazas. ¡°Eso cuando quiera¡± zanj¨® la tambi¨¦n periodista. Y a?adi¨® a modo de sentencia: ¡°Porque cuando te llama el President de tu pa¨ªs, siempre hay que acudir¡±.
Sucedi¨® a inicios del presente siglo. Teresa P¨¤mies hab¨ªa entrado en el estudio con el sigilo con que lo hac¨ªa siempre. Instantes antes del momento marcado y dispuesta a compartir una hora de radio de la que ocupar¨ªa unos minutos leyendo su cr¨®nica social. Era un ritual antiguo, iniciado all¨¢ por el 87, y que lleg¨® a practicarlo durante 16 largos a?os de manera casi ininterrumpida. Y aquella cita con los oyentes que fue ilustrada primero con boleros y despu¨¦s con todo tipo de canciones marc¨® tambi¨¦n un hito en su historia porque le permiti¨® sentirse activa y recuperar su dedicaci¨®n radiof¨®nica durante algunas de las d¨¦cadas de distancia y exilio. ¡°Me rejuvenece¡±, reconoc¨ªa con la poca coqueter¨ªa que se permit¨ªa. Ella, mujer elegantemente austera, presumida a su manera, r¨ªgida en sus principios pero moldeados por las fatigas de una vida marcada por una ideolog¨ªa que matiz¨® a medida que los iba sufriendo. Lectora de los m¨ªsticos y arrebatada por los boleros de los que dec¨ªa que lo hab¨ªan cantado todo. Y poco le importaba que Olga Guillot fuera ferozmente anticomunista para elevar su temperamento interpretativo a excelsa categor¨ªa. Ni que a Josep Pla le hubieran negado el Premi d¡¯Honor de les Lletres catalanes que ella recibi¨® para reconocerle como el mejor prosista catal¨¢n en quien se inspir¨® en sus cr¨®nicas de viajes.
Fue una mujer elegantemente austera, r¨ªgida en sus principios pero moldeados por las fatigas de la vida
<CS8.7>En cuatro cuartillas escritas a m¨¢quina a un espacio y doble cara, compendiaba la cr¨®nica social de la semana. Hilvanaba noticias diversas con la maestr¨ªa de quien zurce un calcet¨ªn sin que se note el cuidado porque sab¨ªa encontrar en cada una de ellas el m¨ªnimo com¨²n denominador que le permitiera llegar a la conclusi¨®n que hab¨ªa elegido. Una cr¨ªtica mordaz al sistema, a la tendencia, al comportamiento humano. Un ep¨ªlogo a los desvar¨ªos que ilustraban una sociedad que tan solo apuntaba lo que hoy ya acredita. Y todo ello mostr¨¢ndose como una persona del tiempo que le tocaba vivir, independientemente de su edad, y que a ojos de hoy supuso un claro avance a lo que vino despu¨¦s. Solo que sin las alharacas de quienes creen que el mundo ha empezado con ellos ignorando a conciencia que son la consecuencia de m¨²ltiples generaciones anteriores. Una de ellas, ¡ª?oh paradoja!¡ª la generaci¨®n republicana.
En unos d¨ªas Teresa P¨¤mies cumplir¨ªa cien a?os. Por este motivo, la oficialidad marc¨® en rojo este 2019 para conmemorar su existencia y celebrar sus aportaciones. Hay no obstante, un resquemor que dol¨ªa a la protagonista que cuesta repararlo. Y est¨¢ en el mundo acad¨¦mico del que cre¨ªa que no supo o quiso valorar adecuadamente su literatura. Como si ¡°Testament a Praga¡± o ¡°Dona de pr¨¨s¡± hubieran sido m¨¢s importantes por el contenido pol¨ªtico y el contexto en el que se publicaron que por su aportaci¨®n literaria. Y es posible que as¨ª fuera tambi¨¦n por parte de aquellos que tardaron mucho en reconocer las emociones de las canciones de amor de Raimon porque el momento era m¨¢s de combate que de sentimientos, de razones que de equilibrios.
La rigidez del Partido era m¨¢s ortodoxa que la moral cat¨®lica que dec¨ªa combatir; y ella supo verlo a tiempo
Teresa P¨¤mies, como tantos otros, rompi¨® con el t¨®pico que hac¨ªa creer que un comunista era insensible. Con la frialdad que oblig¨® a la Pasionaria a exiliarse acompa?ada por un marido al que no quer¨ªa y dejando a su suerte al compa?ero que adoraba. La rigidez del Partido era m¨¢s ortodoxa que la moral cat¨®lica que dec¨ªa combatir. Y Teresa supo verlo a tiempo. Y aunque disimul¨¢ndolo porque los principios siempre quedan, recicl¨® su conocimiento antes de las grandes campa?as. Y reivindic¨® el feminismo sin consignas y la libertad sin medallas. Escuchar hoy algunas de sus casi quinientas cr¨®nicas radiof¨®nicas es darse cuenta de su vigencia. Y es en eso en lo que se descubre a un cl¨¢sico. Porque, como ella dec¨ªa de los boleros, todo lo que hoy comentamos P¨¤mies ya lo hizo antes. Y mejor. Luego, Teresa, contigo aprend¨ª.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.