La Merc¨¨ arranca celebrando las dioptr¨ªas de Pau Riba
El Moll de la Fusta acoge el 50 aniversario del disco del cantante
Que Barcelona no es un pueblo es una obviedad, pero en d¨ªas como ayer la idea se hace evidente. Era la primera noche de fiestas, y en la calle apenas hab¨ªa diferencias con otro viernes normal. Unas t¨ªmidas luces en plaza Catalunya recordaban una verbena, pero ninguna otra luz indicaba que se estaba en fiestas. Los peatones trajinaban sus cuitas andando con velocidad urbana, pero las fiestas de la capital arrancaban como un motor diesel. El primer atisbo de fiesta se encerraba en la Casa de la Caritat, donde una exposici¨®n de gigantes y cabezudos despertaba la imaginaci¨®n de unos ni?os que correteaban por el patio, en cuyas galer¨ªas, inm¨®viles, los gigantes miraban imp¨¢vidos a los visitantes. Barcelona estaba ya en fiestas.
El primer grupo en celebrarlas vino de Lisboa, ciudad a la que el BAM, el festival alternativo, rinde homenaje este a?o. Y el BAM es tan agradecido que hasta un grupo tan desconocido como Reis Da Republica, ten¨ªa bastantes asistentes frente a su escenario, frente al cual se inici¨® el traj¨ªn de la venta ambulante de cerveza y comida. El sexteto lisboeta ofreci¨® una muestra de su rock de perfiles progresivos, desarrollos instrumentales y eventual voz femenina al frente de su propuesta. Estaban encantados y se les notaba.
M¨¢s tarde la actividad se trasladaba al Moll de la Fusta. En las Ramblas, una manifestaci¨®n feminista nos recordaba los tiempos que vivimos, cuyo paso celebraba el primer artista del escenario junto al mar. Cincuenta a?os son casi una eternidad y el mundo ha cambiado mucho en este lapso de tiempo. Sin ir m¨¢s lejos, hace 50 a?os los quioscos de las Ramblas vend¨ªan prensa y no las baratijas que en sus expositores han arrinconado al papel. Pero hay algo en com¨²n entre el mundo de entonces y el de ahora, y es que en ambos permanece Pau Riba.
Y ¨¦l celebraba precisamente que hace 50 a?os el mundo vio su ¡°Dioptr¨ªa¡±, un ¨¢lbum seminal reconocido como uno de los m¨¢s importantes del rock no s¨®lo en Catalunya, sino tambi¨¦n en Espa?a. Quiso la casualidad que entonces, cuando sali¨® al escenario, la fiesta estallase con un castillo de fuegos artificiales que inopinadamente se unieron a la celebraci¨®n. Pau, con su aspecto de celebrante hippie, camisa de flores, melena cay¨¦ndole por los laterales del rostro, volvi¨® a sentir que aquello que hizo hace tiempo a¨²n mantiene sentido, y acompa?ado por Los Mortimer record¨® al Taxista, rememor¨® que Ja s'ha mort la bes¨¤via o que las chicas pueden ser de porcelana. Y encima se sum¨® a la fiesta otro hist¨®rico, Kiko Veneno para cantar L'home est¨¤tic. S¨ª, el mundo ha cambiado y Barcelona es menos pueblo, pero Pau Riba sigue aqu¨ª para recordarnos que se puede vivir de otras maneras.
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