Ricos donde viven los pobres y pobres donde viven los ricos
El mapa de la regi¨®n de Madrid es un archipi¨¦lago de desigualdad, lleno de comunidades burbuja que viven rodeadas de vecinos con una renta extremadamente distinta
Hay dos Madrid, uno rico al norte y otro m¨¢s pobre al sur. Pero dentro de esas dos realidades se ocultan microcosmos como los chal¨¦s del sector III de Getafe o las infraviviendas del barrio de los Elementos en Pozuelo de Alarc¨®n, la ciudad m¨¢s rica de Espa?a. Son islas de desigualdad que claramente salieron a flote el mes pasado en el mapa de la renta m¨¢s detallado que el Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE) haya publicado hasta ahora, con datos de la media de ingresos medios netos por persona al a?o para cada secci¨®n censal de Espa?a (¨¢reas donde residen unos 1.500 vecinos). A veces, como contamos en un primer reportaje hace una semana, dos grandes territorios tienen una calle como frontera; otras, una clase social distinta encuentra su hogar en medio de una realidad distinta. Exploramos dos de estas burbujas.
Chal¨¦s de lujo en una ciudad obrera
?ngel trabajaba en los setenta en el departamento de dise?o de Construcciones Aeron¨¢uticas Sociedad An¨®nima (CASA), lo que ahora es Airbus. Se acababa de casar a los 35 con una mujer a la que quer¨ªa. Fueron de viaje de novios a Roma, una ciudad que a ¨¦l no le gust¨®. Las iglesias, las pinturas, las ruinas y todo ese aspecto de civilizaci¨®n perdida no le interesaron nada. A la vuelta, como planeaban tener hijos, se propusieron comprar una casa m¨¢s grande que el apartamento en el que viv¨ªan. Visitaron el piso piloto de un chal¨¦ adosado que representaba un espacio arm¨®nico, confortable, con un jard¨ªn en el patio trasero, un s¨®tano y una buhardilla. Eso s¨ª que le gust¨® a ¨¦l. Sinti¨® que su familia iba a prosperar en el Beverly Hills de una ciudad obrera.
Este matrimonio que ahora, casi cuatro d¨¦cadas despu¨¦s, disfruta de una jubilaci¨®n tranquila entre casas bajas separadas por matorrales fue pionero en el sector III de Getafe, una ciudad industrial del sur de Madrid. El barrio se ha expandido en varias direcciones pero su contorno, lo que bordea sus l¨ªmites, sigue siendo una isla de renta alta en medio de un oc¨¦ano de ingresos bajos. Las calles m¨¢s opulentas superan los 18.000 euros de renta anual, el doble que en los vecinos que viven en el barrio de enfrente. Una autov¨ªa y miles de euros al a?o les separan.
El distrito naci¨®, como muchos otros desarrollados del sur, donde se instalaron trabajadores de todas partes de Espa?a, con el movimiento cooperativista. "Era la primera vez que se creaban chal¨¦s para empleados. Supuso el acceso de familias trabajadoras a espacios con m¨¢s metros cuadrados, mejores calidades en la construcci¨®n, lo que dio pie a que se desarrollara un entorno urbano residencial. Es el lugar donde menos ayudas sociales se piden", cuenta por tel¨¦fono la alcaldesa de Getafe, Sara Hern¨¢ndez.
Las viviendas las ocuparon empleados de Airbus, como ?ngel, y de John Deere, el fabricante de maquinaria agr¨ªcola. No era raro ver la cl¨¢sica gorra verde de la empresa en cabezas de padres e hijos. En un lugar donde predominaba la vivienda en altura, los de este barrio hicieron su vida a ras de suelo. Las calles, en cuadr¨ªcula, se convirtieron en un lugar de juego para ni?os. El sue?o de libertad del pueblo transportado a la ciudad. Surgieron negocios en los alrededores. Se levant¨® un centro comercial. Qu¨¦ m¨¢s pedir. Las casas llegaron a valer medio mill¨®n de euros durante los a?os del boom de la construcci¨®n. Los precios en este nuevo repunte las han dejado entre los 350.000 y los 400.000.
Esas fluctuaciones las conoce de primera mano Milagros Carpintero, un ama de casa de 66 a?os. Hace 33 que vive en el sector III. Su marido era economista de la empresa Ericsson. Pagaron la casa en 15 a?os. Desde entonces quedaron libres de cargas. "Yo he sido una privilegiada, no te voy a enga?ar. Era un lugar ¨²nico dentro de Getafe (la renta media del pueblo es 11.811 euros, casi 7.000 euros menos que aqu¨ª)", explica Carpintero, asidua a un club social.
El Arcyd, un espacio con cafeter¨ªa, piscina, gimnasios, clases con monitor de todo tipo de actividades, es el lugar donde se encuentran los vecinos. En estos pasillos de azulejos se conoce todo el mundo. Antes de que los Ayuntamientos se lanzaran a construir gimnasios municipales, los del sector III ten¨ªan el suyo propio. Y no pod¨ªa entrar cualquiera. Una acci¨®n del club social, lo que te permite superar el torno de la puerta vigilado por un recepcionista, supera los 3.000 euros. Despu¨¦s se pasa a pagar una cuota casi simb¨®lica de 60 euros al trimestre.
Las instalaciones son espaciosas aunque despu¨¦s de 32 a?os de uso necesitan una mano de pintura. El director del club, ?ngel Hinojosa, prepara varias derramas para invertir en su modernizaci¨®n. Acaba de contratar a un nuevo director de actividades cuya misi¨®n es rejuvenecer la clientela, que sigue siendo la misma desde su fundaci¨®n. Solo que ahora incluyen a los hijos y a los nietos. Aqu¨ª se coc¨ªa todo en la ¨¦poca: ascensos, amor¨ªos, vacaciones conjuntas y alg¨²n que otro desencuentro. Getafe ten¨ªa su particular club n¨¢utico a orillas de la carretera.
Hinojosa recuerda la sensaci¨®n de vivir en una isla. Despu¨¦s se fueron construyendo barrios alrededor y esa impresi¨®n se fue evaporando, como si Cuba hiciera contacto con Miami. En el norte de Getafe se crearon urbanizaciones todav¨ªa m¨¢s inaccesibles para un trabajador. El director del club, un puesto respetado en el vecindario, cree que la exclusividad de la zona fue disminuyendo. Y hay algo de verdad en eso, aunque solo si se compara con los ingresos de las zonas de norte de Madrid, como Pozuelo de Alarc¨®n. Sin embargo, a los del sector III les cuesta echar la vista a los de atr¨¢s. Los vecinos de Parla y Fuenlabrada, los pueblos de al lado que ganan la mitad de dinero que ellos, s¨ª son conscientes del estatus superior de Getafe. Consideran que el vecino que se va a vivir all¨ª sube al siguiente escal¨®n.
"Este era un lugar elitista. La gente que hab¨ªa venido de Extremadura y Andaluc¨ªa viv¨ªa en otras partes de la ciudad, y la usaban como ciudad dormitorio. Aqu¨ª se cre¨® una vida residencial. Fue un salto de clase", opina Mario P¨¦rez, un vecino de 54 a?os. Sin embargo, cree que el lugar ya no es un "sitio VIP", que ha entrado en una espiral de decadencia. Le pone malo, dice, ver a los matoncillos de los alrededores venir a montar alguna bronca.
Los hijos de los pioneros buscaron otros horizontes, aunque no muy lejanos. No nos enga?emos. Muchos de ellos se han instalado en un barrio colindante, Buenavista, que de hecho pertenece tambi¨¦n al sector III. Es un lugar de arquitectura moderna, edificios de dise?o, avenidas anchas. Le da un aire al Ensanche de Vallecas aunque resulta m¨¢s acogedor. Los sem¨¢foros son t¨¢ctiles. Un gran barco pirata corona un parque infantil. En una acera hay un puesto de bicis de alquiler. Las manzanas brillan en las cajas de madera de una fruter¨ªa chic.
Este fue el lugar ideal para que Cristina L¨®pez abriera en mayo Vino a por letras, una librer¨ªa con cafeter¨ªa.
¡ª Es un sitio de gente joven con hijos. Tienen estudios. Trabajan los dos. Estoy segura de que tienen inquietudes intelectuales y quieren fomentar la lectura entre sus ni?os.
Esos peque?os lectores ser¨¢n los nietos de los pioneros del sector III, los primeros que vivieron en un chal¨¦.
Los aposentos del servicio
La ciudad m¨¢s rica de Espa?a tiene una conocida bolsa de contrataci¨®n de servicio dom¨¦stico en la iglesia de Santa Mar¨ªa de Can¨¢, un templo tan grande como una catedral. Candidatas como la hondure?a Liseth Aleyda L¨®pez, de 43 a?os, pasan por el port¨®n de madera que se abre autom¨¢ticamente, y a la derecha en un peque?o despacho las recibe Marta, una parroquiana que les pide una foto y que rellenen una cuartilla con sus datos, su estatus legal y su disponibilidad: trabajar como internas, externas (es decir, sin alojamiento incluido) o solo por unas horas al d¨ªa.
Mientras aguarda la llamada para trabajar de criada en uno de los muchos chal¨¦s de Pozuelo de Alarc¨®n, L¨®pez reside en una de las viviendas humildes del centro, donde alquila una litera por 100 euros al mes en una habitaci¨®n con otras tres personas. Esta precariedad es la cara menos conocida de esta ciudad de 86.172 habitantes al noroeste de Madrid, asociada por muchos con las lujosas mansiones de empresarios, pol¨ªticos y personajes del espect¨¢culo.
La renta media neta de Pozuelo es de 53.185 euros al a?o, pero una zona del centro donde residen unos 4.500 vecinos, no supera los 8.689 euros, seg¨²n supimos el mes pasado gracias a los nuevos datos del INE. Los m¨¢s pobres de Pozuelo viven en el barrio de los Elementos, cuatro calles con los nombres Agua, Fuego, Tierra y Aire, donde el ingreso medio neto es de 8.045 euros anuales, m¨¢s bajo que en muchos barrios obreros de la ciudad de Madrid, en distritos como Vallecas, Usera o Carabanchel.
Esta desigualdad extrema es el ¨²nico orden de las cosas que ha conocido la hondure?a L¨®pez, que lleg¨® hace tres meses a Espa?a desde la violenta ciudad de San Pedro Sula. All¨ª, la ¨¦lite vive en urbanizaciones cerradas y tambi¨¦n son atendidas por servicio dom¨¦stico. Aqu¨ª, en cambio, ella disfruta por primera vez de la tranquilidad de salir a la calle sin miedo y sue?a con la vida de clase media al estilo europeo. Es la tercera vez que toca en la puerta de Can¨¢ y llega acompa?ada de su amiga Marisela Fajardo, de 45 a?os, tambi¨¦n de Honduras. Fajardo consigui¨® trabajo en la bolsa hace dos a?os pero est¨¢ de nuevo necesitada. Ahora la demanda es tan alta que hay entre 200 y 300 candidatas por cada puesto disponible, seg¨²n explica pesarosa la parroquiana que atiende en el despacho.
Amigas hondure?as les han contado que hace no mucho los pozueleros ve¨ªan a las chicas inmigrantes por la calle y se bajaban de los coches para ofrecerles empleo. Con el envejecimiento de la poblaci¨®n, creci¨® la demanda de cuidadoras dom¨¦sticas. Pero ya no es tan f¨¢cil porque esta bolsa se ha hecho tan conocida que vienen chicas desde lejos. ¡°Todo el mundo habla de la Can¨¢¡±, dice Fajardo.
En el pueblo se oyen historias de inmigrantes que han conseguido bienestar siguiendo el camino que ellas quieren iniciar.
Una es la peruana Carmen N¨²?ez Quelopana, de 51 a?os, que comenz¨® de interna en Pozuelo tras llegar a Espa?a en 1991. Ahora reside en una zona acomodada del municipio cercano de Majadahonda y tiene un trabajo estable en la tienda de la multinacional del bricolaje Leroy Merlin.
¡°Yo era de las que me hac¨ªa cinco casas (limpiando) y com¨ªa un bocata en el bus¡±, dice ella durante una visita al piso de su hermana menor Giovanna y su t¨ªa, en el barrio de Los Elementos. Anima a Giovanna, que emigr¨® hace poco y ha conseguido un trabajo de ni?era en Pozuelo gracias a la bolsa de Can¨¢. La hermana mayor, Roxanna, de 52 a?os, tambi¨¦n progres¨® despu¨¦s de servir entre otras casas en la de la presentadora de tele Mar¨ªa Teresa Campos, quien le trat¨® ¡°de modo excelente¡±.
No siempre tienen suerte. En el mundillo de las criadas, dicen ellas, es bien conocido que los adinerados de cuna son de mejor trato que los nuevos ricos. ¡°Yo siempre lo digo, nunca pidas a quien pidi¨®, ni sirvas a quien sirvi¨®¡±, sentencia Carmen.
Las calles del centro de Pozuelo est¨¢n habitadas por inmigrantes, magreb¨ªes y latinoamericanos, y pozueleros aut¨®ctonos que han visto la espectacular transformaci¨®n del municipio. En los 60 y 70 a¨²n era principalmente un pueblo rural de jornaleros y curtidores, rodeado por grandes fincas de terratenientes. M¨¢s tarde, se convirti¨® en una ciudad dormitorio, que atrae a familias con su promesa de calidad de vida cerca de la capital gracias a grandes viviendas y colegios prestigiosos.
Todo el que ten¨ªa tierras se moj¨® por la lluvia de dinero que trajo la construcci¨®n de las urbanizaciones de clase alta. ¡°De la noche a la ma?ana muchos pozueleros que solo ten¨ªan unas huertas o terrenos de cereales se hicieron millonarios¡±, cuenta la cronista oficial de la villa, Mar¨ªa Esperanza Mor¨®n.
Otros se beneficiaron encontrando trabajo de servicio en las casas de los nuevos vecinos ricos, como fue el caso de Juan Antonio Pi?ero, de 85 a?os. Durante 19 a?os complement¨® su salario en una f¨¢brica de cer¨¢mica local trabajando de jardinero en la residencia del embajador de Chile. A¨²n hoy vive en su precario piso en Los Elementos, junto con su nieto, pero gracias a esos ingresos extra se compr¨® un piso de veraneo en San Pedro del Pinatar, Murcia.
Satisfecho, cuenta que hay muchas historias de pozueleros humildes como ¨¦l que mejoraron su posici¨®n. ¡°Quien quiso y trabaj¨®, pudo salir adelante¡±, dice Pi?ero. Muchos pisos de Los Elementos tienen problemas de humedad, ratas y fallas estructurales, pero sus propietarios los alquilan por precios que rondan los 700 euros a inmigrantes que buscan su oportunidad.
Ha sido una prosperidad repartida por la mano invisible, y muy imperfecta, del mercado. Pozuelo es uno de los 37 municipios de Espa?a de m¨¢s de 20.000 habitantes con menos gasto social por habitante, seg¨²n los estudios que ha hecho desde hace cuatro a?os la Asociaci¨®n Estatal de Directores y Gerentes de Servicios Sociales. Esta asociaci¨®n ha distinguido a Pozuelo con el dudoso m¨¦rito del ¡°Premio Coraz¨®n de Piedra¡±.
El Ayuntamiento, del PP y siempre gobernado por el centro derecha desde la entrada en democracia, paga a las familias m¨¢s necesitadas cestas de la compra con harina, arroz y chorizo, entre otros productos b¨¢sicos. Pero sus pol¨ªticas de vivienda han sido insuficientes. Muchos hijos de la generaci¨®n de pozueleros que vio el desarrollo no han encontrado vivienda asequible en el municipio.
¡°Sin decirlo te invitan a irte¡±, dice Unai Sanz, el concejal del grupo de izquierda Somos Pozuelo.
El car¨¢cter de ciudad dormitorio no ha facilitado que surja la solidaridad necesaria para implementar ese tipo de pol¨ªticas, dice Sanz. Por eso muchos vecinos aqu¨ª hablan de los ¡°dos Pozuelos¡± y se sienten molestos por la etiqueta de ¡°municipio m¨¢s rico de Espa?a¡±, que sienten les perjudica porque oculta su realidad.
Con todo, la calidad de vida es alta tambi¨¦n para los vecinos de menos ingresos. En las calles del centro perdura el esp¨ªritu de pueblo tranquilo. ¡°Aqu¨ª hay mucho trabajo¡±, dice Gloria Casado, una pozuelera de 58 a?os que ha retornado tras cuatro a?os en el municipio de Parla, al sur de Madrid, donde abunda la vivienda barata pero no el empleo.
¡°Si eres pobre, es mejor serlo en Pozuelo¡±, dice el concejal Sanz.
Los peque?os comerciantes del centro lo pasan cada vez peor, como est¨¢ sucediendo por casi todos lados, pero el pueblo sigue siendo un lugar de oportunidades para el servicio dom¨¦stico. Vivir en el centro es de ayuda porque muchos cazan estos empleos por o¨ªdas.
Es lo que motiva a inmigrantes como las hondure?as L¨®pez y Fajardo y muchas otras que viven en pisos hacinados. ¡°La necesidad te hace aguantar muchas cosas¡±, dice L¨®pez, mientras espera su llamada de la suerte.