?Qu¨¦ dice Teresa P¨¤mies?
El primer encuentro acad¨¦mico sobre la popular escritora apunta in¨¦ditas miradas a su vida y obra
Con las manos en el abrigo de cuadros, las piernas cruzadas, apoyada en la fuente, y el rostro seguro y franco, quiz¨¢ un punto altivo, de los que van siempre de frente, la mirada de Teresa P¨¤mies en la fotograf¨ªa no parece la de una mujer que ha pasado m¨¢s de 30 duros a?os en el exilio entre Am¨¦rica y Europa. Pero hace apenas tres semanas que ha ganado el premio Josep Pla de 1970 con Testament a Praga, a partir de las memorias de su padre que ella pespuntea. A las puertas de los 52 a?os, le va a cambiar la vida. ¡°Es un est¨ªmulo para seguir trabajando y mi definitivo regreso a este pa¨ªs¡±, le confiesa a Josep Maria Espin¨¤s, miembro del jurado del galard¨®n que hace las veces de entrevistador para la revista Destino del 31 de enero de 1971. ¡°Es su primera presentaci¨®n p¨²blica en Catalu?a y el escenario elegido no es balad¨ª¡±, destaca la estudiosa Llu?sa Juli¨¤. Cierto: tras la fuente est¨¢ la imborrable fachada de la iglesia de Sant Felip Neri de Barcelona, su piedra a¨²n con las huellas de la viruela del bombardeo fascista que el 30 de enero de 1938 mat¨® a 42 personas, mayormente ni?os. ¡°Ese escenario dice mucho de ella¡±, se?ala con tino Juli¨¤.
?Qu¨¦ dice de Teresa P¨¤mies? Todav¨ªa hay que estudiarlo porque ¡°era extraordinariamente popular, pero la academia siempre tuvo cierta reserva con ella¡±, asegura su hijo peque?o, el escritor Sergi P¨¤mies. Y hay mucho que hacer porque, por no saber, hay ¡°contorsiones identitarias¡± hasta en el d¨ªa de su nacimiento: el certificado oficial fija el 18 de octubre de 1919, pero ella dec¨ªa, y as¨ª ha quedado, que era el 8. De ah¨ª que ese fuera el d¨ªa elegido para la primera jornada acad¨¦mica dedicada a la autora de Quan ¨¦rem capitans, organizada por la Instituci¨® de les Lletres Catalanes en el Institut d¡¯Estudis Catalans.
Hay tanto a estudiar que hay que empezar por el principio: por la persona, la mujer ¡°de risa franca, ruidosa, vital¡±, ¡°letra grande, redonda, psicod¨¦lica¡±, tan seducida por el tipo de belleza de Marcello Mastroianni, Alain Delon, Lino Ventura y Paco Rabal¡± como ¡°obsesionada por Santa Teresa de Jes¨²s¡±. Escucha, ensimismada, ¡°discos de boleros sentada en un balanc¨ªn¡± y le encantan, entre otros modestos manjares, ¡°las berenjenas, l¡¯escalivada, las jud¨ªas verdes y las torrijas de Santa Teresa¡±. Es la misma a la que le cost¨® admitir una profunda depresi¨®n de meses porque ¡°era una enfermedad de ricos¡±, la que arrastraba a su hijo Sergi a recitales de J.V. Foix o Vicent Andr¨¦s Estell¨¦s cuando no sab¨ªa d¨®nde dejarlo, la que reaccion¨® al serle concedido en 2001 el Premi d¡¯Honor de les Lletres Catalanes asegurando que era ¡°porque no ten¨ªan mujeres¡± (fue la segunda, tras Merc¨¨ Rodoreda) y la que invitaba en su casa a otros exiliados para la cena de Navidad porque ¡°no hay nada m¨¢s triste en el mundo que ser exiliado ese d¨ªa y los domingos¡±.
Lo perfil¨®, bajo el formato del I remember de Joe Brainard, su hijo Sergi, abriendo as¨ª el simposio Teresa P¨¤mies, pol¨ªtica, memoria y literatura, trazando una senda entre lo vital y lo intelectual al que Montserrat Barderi, comisaria del a?o Teresa P¨¤mies, a?adi¨® el ¡°autodidactismo sin victimismo¡± que practic¨® una mujer ¡°de clase baja, payesa sin estudios, de comarcas¡±, pero de ¡°un romanticismo militante y cierto af¨¢n ut¨®pico¡±. Ah¨ª retom¨® el hilo de su jovenc¨ªsimo compromiso pol¨ªtico que atraves¨® el siglo XX la historiadora Paola lo Cascio: tambi¨¦n dice muchas cosas de Teresa P¨¤mies (1919-2012) su militancia en las Joventuts Socialistes Unificades de Catalunya, donde ocupar¨ªa cargo. ¡°Es un sello de calidad, son militantes especiales, lo ser¨¢n para siempre, comprometidos como pocos con la victoria militar ante el fascismo¡±. Luego, cierto, no siendo ella nunca ¡°ni r¨ªgida ni dogm¨¢tica¡±, vendr¨ªa la cr¨ªtica: a un Mayo del 68 que protagonizan ¡°unos mocosos¡± y donde cree ver hasta la mano de la CIA (¡°es una revoluci¨®n m¨¢s en la superestructura que en la infraestructura¡±) y, antes, a un determinado comunismo, el que se refleja en los tiempos de Testament a Praga, donde rezuma su oposici¨®n a la intervenci¨®n militar sovi¨¦tica.
Tom¨¤s P¨¤mies, el progenitor fallecido cuatro a?os antes del premio Pla, l¨ªder comunista, ya algo se oli¨® porque en los pre¨¢mbulos de Testament a Praga ya avisa a su hija que a?ada todas las comas y puntos que considere, pero que ¡°dada como es a las fantas¨ªas, no quiero que arregle a su padre , sino que lo deje tal como es, que ni en la tierra ni en el cielo hay ¨¢ngeles, y el hombre no es otra cosa que hijo de las circunstancias¡±, como recoge Espin¨¤s en el reportaje, donde tambi¨¦n hay una imagen del abuelo con los cuatro nietos: entre sus brazos, el peque?o, Sergi.
¡°Creo que Teresa P¨¤mies llega a la literatura cuando se desestaliniza, como para sacarse de encima fantasmas y contradicciones¡±, apunta la proteica Juli¨¤. La que en los a?os de los 60 va agotando la cuarentena comenta en una carta al cr¨ªtico Rafael Tasis, su confesor y enlace literario con Catalu?a: ¡°Me gusta escribir rabiosamente¡±. En mayo de 1963 le dice: ¡°Escribo mientras se cuecen las jud¨ªas¡±. Ese a?o acabar¨¢ su primera novela, La xiqueta de Balaguer. Remarca tambi¨¦n Juli¨¤ que la autora est¨¢ escribiendo entonces indistintamente en catal¨¢n y castellano: en 1965, por ejemplo, se ha presentado al premio Nadal con Nadie me esperaba, continuaci¨®n de aquella primera en catal¨¢n.
¡°Sus libros de cr¨®nicas son como las novelas de voces de la Nobel Svetlana Alexi¨¦vich¡±, apunta el profesor de la Universidad de Alicante Enric Balaguer, sobre libros como Gent del meu exili (reeditado por Emp¨²ries), mientras su colega Anna Esteve se maravilla de que en sus h¨ªbridos dietarios (como Si vas a Paris, pap¨¤¡ ) ¡°nunca se autoprotege ni autocensura: hay una gran intimidad, un desnudarse ins¨®lito en el diarismo catal¨¢n¡±, a lo que a?ade que le sorprende ¡°una polifon¨ªa que reh¨²ye la tendencia al exceso de yo ahora tan habitual¡±, la ¡°estructura fragmentaria¡±, sus inicios y finales in media res¡ ¡°Y luego est¨¢ que dec¨ªa que quer¨ªa escribir como Carson McCullers, ?no?¡±, lanza Juli¨¤, interrogando a un Sergi P¨¤mies que s¨®lo puede atestiguar que ¡°diarios personales s¨®lo llevaba cuando viajaba¡±, pero que a¨²n hay papeles por mirar. Queda mucho por saber todo lo que dijo Teresa P¨¤mies.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.