Las ¨¦lites se asustan: los nuevos Segadors
Muchos se comportaron como fieles vasallos de quien mandaba en la Generalitat, acataban en silencio sus ¨®rdenes y si ten¨ªan que pagar, aunque fuera entre lamentos privados, pagaban, no nos enga?emos
Todos se?alan un culpable: Quim Torra. Lo sucedido la semana pasada, muy especialmente en Barcelona, pero tambi¨¦n en toda Catalu?a, y que todav¨ªa no ha terminado, es de extrema gravedad, pero los responsables son muchos y las culpas est¨¢n muy repartidas, no todas deben acumularse en el President de la Generalitat, hoy convertido en chivo expiatorio.
No vayan a pensar que considero a Torra un buen presidente, ni mucho menos. Pienso que es un pol¨ªtico inepto, absolutamente inepto. Por lo que dice y hace extraes la impresi¨®n que no tiene ni idea de pol¨ªtica, ni sabe lo que es un Estado democr¨¢tico de derecho, ni la fuerza vinculante de las leyes y las sentencias, ni nada de nada. Parece una persona fan¨¢tica, de pi?¨®n fijo e idea ¨²nica: Catalu?a debe separarse de Espa?a y ser independiente. Punto y raya.
Hace a?os, un antiguo conseller de Just¨ªcia de la Generalitat en los gobiernos de Jordi Pujol, me dijo: ¡°Cuando me preguntan si soy de derechas o de izquierdas siempre respondo lo mismo: soy catal¨¢n y s¨®lo catal¨¢n¡±. Era un hombre bastante inteligente y pasablemente culto, con una cierta actividad muy moderada en el antifranquismo, pero con esta respuesta incomprensible se qued¨® tan ancho, como si fuera congruente con la pregunta. Siempre he pensado que si se lo hubieran preguntado a Franco hubiera contestado lo mismo: ¡°?Izquierdas? ?Derechas? ?Espa?a!¡±.
Pues bien, Torra es uno de estos, uno m¨¢s, un fan¨¢tico tenaz y apasionado. Pero no est¨¢ solo, sino muy acompa?ado, y no todo, ni mucho menos, empez¨® con ¨¦l. Si buscamos responsabilidades para este final ¡ªde etapa¡ª hagamos recuento de algunos responsables.
El primero, Jordi Pujol, que desde la Generalitat quiso moldear Catalu?a seg¨²n su idea de Catalu?a, un iliberal tambi¨¦n fan¨¢tico aunque el m¨¢s inteligente de todos. Despu¨¦s tienen mucha responsabilidad las ¨¦lites catalanas, tanto culturales como period¨ªsticas, tanto empresariales como sindicales, tanto deportivas como universitarias. Todos, con las excepciones que confirman la regla, se comportaron como fieles vasallos de quien mandaba en la Generalitat, acataban en silencio sus ¨®rdenes y si ten¨ªan que pagar, aunque fuera entre lamentos privados, pagaban, no nos enga?emos. En los ¨²ltimos a?os se han dedicado, con su valent¨ªa habitual, a la equidistancia, ya sabemos¡ ¡°es que estos de Madrid tienen mucha culpa¡±. Nunca me han dado pena.
En tercer lugar, debo situar a los socialistas catalanes, al PSC, en la actualidad indistinguibles de las ¨¦lites, fieles peones, incluso a veces alfiles, del nacionalismo catal¨¢n, que los ha manejado a su antojo hasta hoy mismo. La salida que ahora buscan es muy antigua: pactar un gobierno con ERC y los comunes, de nuevo el tripartito, al que encima le llaman de izquierdas (para enlodar a la izquierda y blanquearse ellos). Siempre han sido el cooperador necesario para ir a peor, al parecer est¨¢n dispuestos a seguir si¨¦ndolo, tiemblan cuando les insin¨²an que son poco catalanes.
Y, naturalmente, Torra est¨¢ bien acompa?ado por los suyos, aunque discrepen de sus t¨¢cticas y de sus pocas dotes pol¨ªticas, de su obediencia al fugado que est¨¢ en Waterloo, una ciudad hasta ahora conocida por una gran derrota, a ver si hay suerte y repetimos. Por tanto, que cada palo aguante su vela, Torra no ser¨¢ otra cosa que una nota a pie de p¨¢gina en la historia de Espa?a.
Estos d¨ªas he recordado la m¨ªtica Guerra dels Segadors, el Corpus de Sang del 6 de junio de 1640. Durante una semana los campesinos, armados con sus hoces, apoyados por artesanos y peque?os comerciantes, ocuparon Barcelona hartos de miseria y de guerra. Ello en principio parec¨ªa gustar a las ¨¦lites catalanas que no quer¨ªan pagar los impuestos que exig¨ªa Felipe IV por consejo del Conde-Duque de Olivares. Pero de repente, estas ¨¦lites vieron en peligro sus cabezas y se asustaron: pidieron socorro a las tropas del rey de Francia, el cual se lo prest¨® y durante siete d¨ªas de enero del a?o siguiente, el cl¨¦rigo Pau Claris fue presidente de la Rep¨²blica de Catalu?a. Pero inmediatamente, al octavo d¨ªa, los franceses exigieron la anexi¨®n de Catalu?a y Luis XIII fue proclamado Conde de Barcelona. Esta situaci¨®n dur¨® hasta 1652, los catalanes prefirieron la ¡°autonomista¡± Espa?a que la ya entonces ¡°centralista¡± Francia.
Ahora tambi¨¦n las ¨¦lites catalanas ¡ªy no s¨®lo ellas¡ª se han asustado ante los nuevos Segadors. Escapan a su responsabilidad y le pasan la culpa a Torra. ?l, y solo ¨¦l, es el culpable.
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