Sent¨¦monos y hablemos
Hay consignas que son sortilegios, frases encantadoras inventadas por los aprendices de brujo. Son claras y a la vez oscuras, moralmente oscuras. Sent¨¦monos y hablemos es una de ellas
Hay consignas maravillosas. Sobre todo por su eficacia y su capacidad persuasiva, derivada de su sencillez y de su claridad aparentes, rayanas en la revelaci¨®n intuitiva de una verdad indiscutible. La m¨¢s famosa es el derecho a decidir. ?Qui¨¦n puede argumentar en contra, aunque no sepamos sobre qu¨¦ debemos decidir? Tenemos derecho a decidir sobre nuestras vidas, nuestra profesi¨®n, nuestra dieta, nuestro vestido, incluso nuestro sexo, eso individualmente, ?c¨®mo no reconocer el derecho a decidir colectivamente sobre lo que nosotros mismos determinemos que queremos decidir?
Ahora acaba de aparecer una nueva consigna simp¨¢tica, imposible de rebatir. Sent¨¦monos y hablemos. No hay forma de oponerse a algo tan normal y pr¨¢ctico como es sentarse y hablar del problema que a todos acongoja, en vez de acometernos a pedradas y porrazos como ha sucedido hace unos d¨ªas, en Barcelona especialmente, y como sucedi¨® en toda Catalu?a hace dos a?os, en aquel nefasto primero de octubre que algunos quieren que dure a?os. ?Qu¨¦ horror!
La primera pregunta es saber qui¨¦nes son los que deben sentarse, con una duda inicial muy seria. ?Acaso no hay unas instituciones, tanto en el nivel del Estado espa?ol como del autogobierno catal¨¢n, en las que se sientan y hablan los representantes de toda la ciudadan¨ªa? La propuesta implica, al parecer, prescindir de estas instituciones y encontrar representantes distintos.
Pudieran ser los gobiernos respectivos, a pesar de que uno, el catal¨¢n, se halla totalmente paralizado, desautorizado e incluso en huelga de brazos ca¨ªdos como gobierno, y el otro es un gobierno en funciones a la espera de las elecciones del 10 de noviembre. Al margen de que ninguno tiene mayor¨ªa para negociar nada, el catal¨¢n tiene una desventaja mayor: si hay alguien que no representa al conjunto de los catalanes es el gobierno de Quim Torra, que ha hecho bandera de lo contrario y ha estado y est¨¢ agitando contra los ciudadanos que no comparten su visi¨®n divisiva de Catalu?a.
Por otra parte, los partidos que lo conforman, con mayor¨ªa parlamentaria pero no social, son los responsables de la vulneraci¨®n de derechos civiles y pol¨ªticos perpetrada los d¨ªas 6 y 7 de setiembre de 2017, cuando aprobaron la legislaci¨®n para celebrar un refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n sin garant¨ªa jur¨ªdica alguna, que deb¨ªa dar lugar autom¨¢ticamente a la proclamaci¨®n de una rep¨²blica independiente. Nadie, por cierto, hablaba de sentarse y de hablar con los representantes de la ciudadan¨ªa disconformes con aquel camino ilegal, por anticonstitucional y antiestatutario, emprendido entonces, muy al contrario, todos los que lo tomaron hicieron gala de su menosprecio por la minor¨ªa y de su desprecio de todas las opiniones y dict¨¢menes legales, desde los organismos del parlamento catal¨¢n hasta el Tribunal Constitucional.
Sent¨¦monos, de acuerdo, pero que no sea Torra o alguno de sus adl¨¢teres quien represente a los catalanes. Josep Tarradellas, el anciano presidente en el exilio, sin legitimidad directa del sufragio universal, supo representar muy bien al conjunto de los catalanes, pero Torra, presidente interino y vicario a las ¨®rdenes del huido Puigdemont, pescado del n¨²mero 11 de la lista y con sus penosas y conocidas expresiones supremacistas y xen¨®fobas, solo representa ahora al extremismo de Puigdemont y parte del PDCat y a la CUP, ni siquiera a ERC.
Hablemos ahora de hablar. ?De qu¨¦ hay que hablar? ?De c¨®mo volver a hacer lo que nunca se debi¨® hacer? El tiempo no transcurre en vano y la historia del presente es tambi¨¦n la de un mont¨®n de ruinas. Una de ellas es el derecho a decidir, por cierto. Despu¨¦s de todo lo sucedido, incluidas prisiones provisionales, sentencia y condenas, reacciones espont¨¢neas y violencias preparadas, y sobre todo efectos colaterales de los que nadie quiere responsabilizarse, hay caminos que se han convertido en impracticables, por lo que es una grave responsabilidad el seguir insistiendo en que no hay otros.
No abandonemos el hilo de los efectos colaterales antes de entrar en los caminos inviables. De la primera oleada soberanista surgi¨® Ciudadanos, ahora algo desinflado. Pero de la segunda, la de la persistencia tras el fracaso, ha surgido Vox. Ambos son m¨¢s efecto que causa, no nos confundamos. Hay un angelismosoberanista que pretende vivir por encima de las leyes ya no de la sociedad pol¨ªtica sino incluso de la f¨ªsica, de forma que las acciones no produzcan reacciones. Est¨¢n aqu¨ª y no valen excusas para prescindir de su existencia. Har¨¢n valer sus votos, como todos, aunque no nos gusten. O precisamente porque no nos gustan.
Vamos a los caminos. Manuel Valls lo ha dicho con contundencia provocadora propia de quien ha recibido una educaci¨®n en la libertad de conciencia y de expresi¨®n como la que facilita la escuela francesa laica y republicana: no habr¨¢ independencia, tampoco refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n, ni siquiera amnist¨ªa. Catalunya en Com¨² ofrece una f¨®rmula m¨¢s conciliadora y tambi¨¦n ambigua, que en s¨ªntesis consiste en reforzar el autogobierno catal¨¢n, conseguir la libertad de los presos y poner a votaci¨®n de la ciudadan¨ªa catalana el acuerdo.Y es verdad: la autonom¨ªa se puede reforzar dentro de la Constituci¨®n, como es posible indultar a los presos y finalmente poner a votaci¨®n un nuevo Estatuto entre los catalanes o incluso una reforma de la Constituci¨®n entre todos los espa?oles. Pero esto, perfectamente legal e incluso conveniente para la vitalidad de la democracia, debe hacerse donde se sientan y hablan quienes representan a todos los ciudadanos, no en una mesa bilateral y menos con la pretensi¨®n de que unos representan a Catalu?a y los otros a Espa?a. Requiere adem¨¢s unas mayor¨ªas, que hay que lograr en las urnas, no en concili¨¢bulos secretos y menos aun con la coacci¨®n de la violencia en la calle.
Hay consignas que son sortilegios, frases encantadoras inventadas por los aprendices de brujo. Son claras y a la vez oscuras, moralmente oscuras. Sent¨¦monos y hablemos es una de ellas.
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