El Madrid insomne de Rafael Alberti
El escritor gaditano, de cuya muerte se cumplen 20 a?os, convirti¨® la capital en el centro de sus afectos desde que lleg¨® a la ciudad en 1917 con su familia
Hoy se cumplen 20 a?os de la muerte del poeta Rafael Alberti (1902-1999), ¨²ltimo miembro de la Generaci¨®n del 27. Aunque naci¨® y muri¨® en El Puerto de Santa Mar¨ªa -aquel para¨ªso suyo azul y blanco de la bah¨ªa de C¨¢diz-, Madrid ocup¨® un lugar especial en sus afectos desde 1917, a?o en el que se traslad¨® a la capital junto a su familia por intereses laborales del padre.
Cuenta en sus memorias, La arboleda perdida, que Atocha le pareci¨® "una carbonera" en comparaci¨®n con la luz de los paisajes gaditanos que hab¨ªa dejado atr¨¢s. En Atocha se situ¨® su primera residencia en la capital, aunque poco despu¨¦s se mudaron a Lagasca, 101, en el se?orial barrio de Salamanca. De este segundo piso, Alberti recuerda su dormitorio -apodado cari?osamente "la leonera"-, con vistas a la sierra de Guadarrama: "Y all¨ª so?¨¢bamos , abierta la ventana por la que se met¨ªa el desva¨ªdo azul de los montes guadarrame?os, hasta que el sol se iba por detr¨¢s de las cumbres y con las primeras estrellas la penumbra lejana de Madrid comenzaba a encenderse de luces".
El Museo del Prado constituy¨® su gran descubrimiento. En ¨¦l pasaba las horas de su adolescencia, cuando todav¨ªa fantaseaba con ser pintor. Sus memorias est¨¢n plagadas de impresiones en torno al Prado: "Yo pensaba que la pintura antigua ser¨ªa toda de sombra,
Pasaba las horas en el Museo del prado fantaseando con ser pintor
incapaz de los azules, los verdes y los blancos que se me revelaban de s¨²bito en Vel¨¢zquez, Tiziano, Tintoretto, Rubens, Zurbar¨¢n, Goya...". A?os m¨¢s tarde, durante la Guerra Civil, ser¨ªa ¨¦l quien dirigiese la operaci¨®n de salvamento de los cuadros del museo, traslad¨¢ndolos para que no fueran alcanzados por las bombas. De aquella noble acci¨®n naci¨® una de sus m¨¢s c¨¦lebres obras de teatro: Noche de guerra en el Museo del Prado, escrita ya durante el exilio.
El Prado no fue el ¨²nico escenario inspirador para su juvenil afici¨®n pict¨®rica. Menciona en sus memorias lugares tan madrile?os como los Jardines del Buen Retiro, el Bot¨¢nico, la Moncloa, las orillas del Manzanares, la "llanura castellana interrumpida por el Cerro de los ?ngeles".
Por la noche, sus impulsos rom¨¢nticos lo empujaban a escapar de casa para pintar la puerta de Alcal¨¢ bajo la luna, los l¨²gubres y deshabitados cementerios.
Aunque lleg¨® a exponer sus obras en el Ateneo, la muerte de su padre en 1919 le revel¨® su verdadera vocaci¨®n: la poes¨ªa. En a?os sucesivos -especialmente desde que en 1924 obtuvo el Premio Nacional de Poes¨ªa por Marinero en tierra- frecuent¨® los centros de reuni¨®n de la joven literatura; entre ellos, la Residencia de Estudiantes. Se levanta esta, desde 1915, cerca de la Castellana, en el espacio conocido como los Altos del Hip¨®dromo -para Juan Ram¨®n Jim¨¦nez, la Colina de los Chopos-. Dirigida por Alberto Jim¨¦nez Fraud bajo los principios krausistas de la Instituci¨®n Libre de Ense?anza, alojaba a una pandilla de j¨®venes brillantes y desvergonzados con los que Alberti trab¨® amistad: Luis Bu?uel, Salvador Dal¨ª, Pep¨ªn Bello... y Federico Garc¨ªa Lorca, al que regal¨® un cuadro pintado por ¨¦l y su eterna admiraci¨®n, que se intensificar¨ªa tras su asesinato en 1936 a manos de los falangistas.
En la Residencia de Estudiantes conoci¨® a Lorca, Dal¨ª, Pep¨ªn, Bello, Bu?uel
Durante su largo exilio, Alberti recordar¨ªa este Madrid, el de los museos y los amigos, y tambi¨¦n aquel otro: el de la guerra, cuando puso su poes¨ªa al servicio de la causa republicana y fue secretario de la Alianza de Intelectuales Antifascistas -con sede en el palacio de los Heredia-Sp¨ªnola, hoy ocupado por la Biblioteca Francisco Zab¨¢lburu-. A su regreso, en 1977, encontr¨® una ciudad muy distinta. La nostalgia lo condujo a visitar de nuevo la calle de Pintor Rosales, donde hab¨ªa vivido entre 1931 y 1936 con su primera esposa, la escritora Mar¨ªa Teresa Le¨®n. Cuando esta, afectada de alzh¨¦imer, ingres¨® en un sanatorio de Majadahonda -localidad en la que fue enterrada en 1988-, el anciano poeta experiment¨® la soledad en un desordenado estudio de la calle de Princesa. En 1990, contrajo segundas nupcias con la profesora Mar¨ªa Asunci¨®n Mateo. Junto a ella, la luz de El Puerto de Santa Mar¨ªa lo vio morir la noche del 28 de octubre de 1999.
Jam¨¢s se march¨® del todo de Madrid, la ciudad de su juventud alocada, de las noches en vela pintando la luna, de la apasionada militancia pol¨ªtica. Para ¨¦l, siempre fue esa insomne "capital de la gloria" a la que un d¨ªa cant¨® y alent¨® a permanecer en alerta ante la amenaza del bando sublevado: "Ya nunca podr¨¢ dormirse, / porque si Madrid se duerme, / querr¨¢ despertarse un d¨ªa / y el alba no vendr¨¢ a verle". Estaba en juego la luz.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.