Mujeres sobre mujeres
El arte feminista de los a?os setenta tendi¨® a afirmar la naturaleza femenina enfatizando sus caracter¨ªsticas biol¨®gicas como respuesta a la representaci¨®n hecha por los hombres
En el Centro de Cultura Contempor¨¢nea de Barcelona, y hasta el 5 de enero, podemos ver la exposici¨®n Feminismos, la vanguardia feminista de los a?os setenta que re¨²ne unas doscientas obras procedentes del Museo Verbund de Viena. No podemos pretender, pues, que todas las artistas que traten este tema est¨¦n representadas ¡ªya que el gusto de un museo es tambi¨¦n el gusto particular de un director, de un pa¨ªs y de un momento hist¨®rico determinado¡ª y sin embargo la exposici¨®n es altamente recomendable. Aunque exist¨ªan ejemplos anteriores de obras que trataban la identidad femenina con un acento cr¨ªtico o reivindicativo ¡ªpor ejemplo en el movimiento surrealista¡ª es en los a?os setenta cuando hay una verdadera eclosi¨®n del tema coincidiendo con la aparici¨®n de libros fundamentales como Our Hidden Heritage. Five Centuries of Women Artists de Eleanor Tufts o Women Artists, 1550-1950 de Linda Nochlin y Ann Sutherland Harris en los que se rescataba a las mujeres artistas perennemente olvidadas a lo largo de la historia.
Como el arte feminista sigue existiendo, ahora podemos percibir m¨¢s claramente como el de los a?os setenta tendi¨®, en primer lugar, a afirmar la naturaleza femenina enfatizando sus caracter¨ªsticas biol¨®gicas como lo hac¨ªa el famoso Dinner Party de Judy Chicago (una mesa con 39 platos con dise?os de sexos femeninos ), la foto de un tamp¨®n ensangrentado titulada Red flag, tambi¨¦n de Judy Chicago, las vulvas fotografiadas por Suzanne Santoro o las construidas con chicl¨¦ por Hannah Wilke. Esta afirmaci¨®n del cuerpo femenino es el resultado de unas artistas que parecen decir: ¡°hasta ahora hemos sido representadas eternamente por los hombres pero nosotras estamos aqu¨ª, somos as¨ª y nos representamos como queremos¡±.
Muchas obras de esa ¨¦poca eran reivindicativas y denunciaban la sujeci¨®n de la mujer a las tareas dom¨¦sticas
Otro mecanismo utilizado en sus obras fue el de la reversibilidad de roles: colocar, por ejemplo, figuras de mujeres en la imagen de la Santa Cena de Leonardo da Vinci, como lo hacen Mary Beth Edelson o Margot Pilz, o bien la fotograf¨ªa ¡ª fuertemente criticada en su d¨ªa¡ª de Lynda Benglis, desnuda y enarbolando un falo, a modo de parodia de la agresividad masculina. Pero la mayor¨ªa de las obras de los setenta fueron directamente reivindicativas, denunciando la sujeci¨®n de la mujer a las tareas dom¨¦sticas como en la Semi¨®tica de la cocina de Martha Rosler o las m¨¢s humor¨ªsticas de Leticia Parente y Karin Mack en las que vemos, respectivamente, a mujeres planchando a otras mujeres o bien ¡ªen una escena de sue?o inquietante ¡ªa s¨ª mismas.
Muchas artistas reflexionaron sobre los arquetipos femeninos establecidos (la ama de casa, la prostituta, la santa, la secretaria, la obrera, la actriz ideal) y de todas ellas sin duda la mejor es Cindy Sherman aunque existen otras que desarrollan el mismo tema como Martha Wilson o Eleanor Antin. La represi¨®n, la sensaci¨®n de ahogo, de enclaustramiento en el entorno dom¨¦stico o el abuso psicol¨®gico est¨¢n muy presentes en numerosas fotograf¨ªas como las de Fran?oise Janicot, Annegret Soltau, Elaine Shemilt o Margot Pilz, y en los dibujos ¡ªpor cierto, un gran descubrimiento¡ª de Birgit J¨¹rgenssen. La mayor¨ªa aparecen ligadas, encerradas en jaulas, atadas con cordeles, hilos, vendas o esparadrapos. Y, caso curioso, el abuso sexual tan solo est¨¢ presente en la pieza In Mourning and in Rage de Suzanne Lacy y Leslie Labowitz, denunciando, en 1977, el asesinato y violaci¨®n de varias mujeres en Los ?ngeles.
Las artistas abordaban la represi¨®n, la sensaci¨®n de ahogo, de enclaustramiento y de abuso psicol¨®gico
Esta exposici¨®n plantea muchas cuestiones relevantes. Por ejemplo, la pieza Tapp und Taskino (Cine t¨¢ctil, 1968), de Valie Export, en donde la artista se colocaba una caja de cart¨®n abierta por delante para que el p¨²blico pudiera introducir sus manos y por lo tanto, tocar sus pechos, ?c¨®mo ser¨ªa aceptada hoy en d¨ªa? Seg¨²n la autora ¡°de esta manera sus pechos dejaban de pertenecer a un solo hombre: disponer libremente de su cuerpo (¡) es el primer paso para dejar de ser un objeto y convertirse en un sujeto¡±. ¡°Era el gran momento de la liberaci¨®n sexual y del arte participativo, ambos casi 'normalizados' en nuestra sociedad occidental. Porque la asertividad de lo femenino empezaba entonces por la total disponibilidad y utilizaci¨®n del propio cuerpo, un cuerpo que se entregaba libremente como un lienzo o un papel para adornarlo, agredirlo o disfrutarlo, desde el goce er¨®tico mostrado por Carolee Schneemann a la total disponibilidad de una Yoko Ono o de una Marina Abramovic para que el p¨²blico lo manipulara o incluso lo agrediera. Las artistas espa?olas est¨¢n representadas por Esther Ferrer, ?ngels Rib¨¦ y Eul¨¤lia Grau, y por suerte se ha a?adido un nuevo apartado titulado Coreograf¨ªas de g¨¦nero en el que se muestra la obra de Cabello/Carceller, L¨²a Coderch, N¨²ria G¨¹ell o Eul¨¤lia Valldosera, entre otras, lo que viene a completar ¡ªligeramente¡ª la representaci¨®n de nuestro pa¨ªs.
Victoria Combal¨ªa es escritora y cr¨ªtica de arte.
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