Sin anclas
C¨¦sar P¨¦rez Ortiz, que va en silla de ruedas y tiene cuatro hijos, apunta: ¡°No es que nosotros seamos discapacitados, es la sociedad la que nos discapacita¡±
¡°Quienes han hecho las leyes no han tenido en mente nunca que alguien como yo pueda tener hijos o no tantos¡±. As¨ª de rotundo se expresa C¨¦sar P¨¦rez Ortiz, que va en silla de ruedas y tiene cuatro. ¡°No es que nosotros seamos discapacitados, es la sociedad la que nos discapacita. Se trata de un concepto en el que hay que avanzar¡±.
Y s¨ª, son cuatro v¨¢stagos de nueve, seis y cuatro a?os, una pareja de mellizos entre ellos, y a mucha gente todav¨ªa le llama la atenci¨®n, debido a que ni lo conciben ni lo esperan. Pero y ?por qu¨¦ no? ?Qui¨¦nes somos para decidir lo que puede hacer cada cual sin llevar puesta su piel?
¡°Yo he sido padre despu¨¦s del accidente y eso es lo que para la gente es m¨¢s raro. S¨ª entienden una paternidad o maternidad anterior, pero jam¨¢s posterior¡±. Lo peor es que hay personas que no solo lo piensan sino que le hacen part¨ªcipe de su estupefacci¨®n: ¡°El otro d¨ªa alguien me coment¨® `con la que t¨² ya tienes, ?c¨®mo te metes con tantos ni?os!?. Le respond¨ª que, b¨¢sicamente porque yo me apa?o con cuatro llevando silla y hay quien, sin ella, no puede ni con uno¡±.
Sin embargo, que se haya tenido que apa?ar, implica que sus experiencias no han debido ser nada f¨¢ciles. Se las ha ingeniado a pesar de ellas. C¨¦sar no pudo volver a andar tras una operaci¨®n de espalda a la que se someti¨® cuando solo ten¨ªa 13 a?os y ese fue el motivo que le trajo a Alcorc¨®n. En su antiguo barrio, Carabanchel, su casa era peque?a, de manera que era incapaz de desplazarse bien por su interior ni tampoco salir a la calle. En el municipio sure?o, en cambio, hace algo m¨¢s de dos d¨¦cadas, encontr¨® vecindarios nuevos con viviendas de mayor tama?o y avenidas amplias, as¨ª que la localidad no se convirti¨® tanto en opci¨®n como en salvaci¨®n. No obstante, aqu¨ª tampoco fue todo ideal: Ir al centro en donde se form¨® para ser t¨¦cnico de laboratorio, su trabajo actual, supuso tener que luchar para que todos los autobuses contaran con una rampa. No ten¨ªa derecho a ir en ruta gratuita puesto que los m¨®dulos de grado superior no son un tipo de ense?anza obligatoria. Acercarse al cine, por ejemplo, se torn¨® en haza?a, hasta que pusieron metro en la Costa Marr¨®n y desplazarse a la facultad de farmacia de la Complutense y conseguir que pusieran ascensores en el suburbano aptos, le cost¨® mandar mil cartas y unas cuantas entrevistas en medios de comunicaci¨®n.
Batallar ha sido algo habitual en su biograf¨ªa. Y sigue. Aunque sus reivindicaciones hoy son otras, como lograr una mayor conciliaci¨®n familiar, que se produzcan m¨¢s veh¨ªculos grandes adaptados , que los precios de ayuda para adquirir las sillas de ruedas se actualicen y ajusten a lo que cuesta vivir en la actualidad o que su familia sea considerada s¨²per numerosa. Tambi¨¦n aboga por reducir las tasas de desempleo entre las personas a las que discapacitan y por que los empresarios no se conformen con contratarles. Es importante que se adapten los puestos de trabajo y les den la posibilidad de ascender. La idea es que las plantillas y las sociedades no se compongan de compromisos sino de convicciones. ¡°Si no nos anclamos nosotros, que no nos anclen¡±, concluye.
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