La oportunidad que surgi¨® del fracaso
El barullo es tal, el agotamiento institucional tan manifiesto, que Espa?a necesitar¨ªa una segunda transici¨®n para llevar a cabo la actualizaci¨®n del r¨¦gimen que no ha sabido hacer en 40 a?os
Nos ense?¨® Maquiavelo que el buen pol¨ªtico es el que es capaz de captar la ocasi¨®n, el momento de oportunidad, antes que los dem¨¢s, consiguiendo as¨ª anticiparse y hacerse con la iniciativa. Es precisamente lo contrario de lo que viene ocurriendo en Espa?a: la pol¨ªtica no va por delante si no por detr¨¢s de la realidad. S¨¢nchez ten¨ªa una idea -gobernar s¨®lo- y se jug¨® el tipo por ella. Perdi¨®. Y el resultado le ha marcado el camino: lo que no quer¨ªa se ha convertido en su ¨²nica salida. El gobierno de izquierdas no es fruto de un proyecto consistente, de un relato articulado para sacar la ciudadan¨ªa del desasosiego sino de un fracaso.
Y as¨ª estamos d¨®nde S¨¢nchez no quer¨ªa estar, intentando vestir a toda a prisa el mu?eco. Es propio de unos tiempos en que la pol¨ªtica ha perdido peso porque el marco del estado-naci¨®n es a menudo impotente ante los impulsos de los poderes econ¨®micos globales. Y tiene consecuencias graves porque una pol¨ªtica miedosa y sin iniciativa acaba dejando que los problemas se pudran y llega tarde. Fruto de esta cultura pol¨ªtica de desidia e inseguridad, nos encontramos ahora que un fracaso se ha convertido en una oportunidad: el gobierno de izquierdas. Los que lo anunciaron entre folkl¨®ricos abrazos tienen ahora la responsabilidad de no echarlo a perder.
Es estimulante, en este sentido, la reacci¨®n de los m¨¢s distinguidos portavoces medi¨¢ticos de la derecha. Como un solo hombre, han saltado a proclamar la caducidad de Pedro S¨¢nchez, la brevedad de un experimento condenado al fracaso, y de rebote la muerte del partido socialista. Son los mismos que, desde 2012, vienen proclamando semana tras semana la liquidaci¨®n definitiva del independentismo, su autodestrucci¨®n inminente, y, sin embargo, elecci¨®n tras elecci¨®n sigue ah¨ª.
Es evidente que el nuevo gobierno es una apuesta complicada. Pero es una segunda oportunidad que les llega quienes lo dejaron escapar cuando tocaba. Un modelo de coalici¨®n con pocosprecedentes en la Europa de postguerra, que casi siempre ha acabado mal, entre unas izquierdas muy sensibles a la psicopatolog¨ªa de las peque?as diferencias. Y que ha pillado a contrapi¨¦ al establecimiento econ¨®mico, pol¨ªtico y medi¨¢tico que ya estaba poniendo el marcha el turbo para imponer un gobierno de coalici¨®n PSOE-PP, que es la gran fantas¨ªa de quienes quieren neutralizar la pol¨ªtica. Y, evidentemente, el bloqueo del conflicto con Catalu?a no facilita la tarea: la pol¨ªtica espa?ola no recuperara el tono hasta que se canalice este problema por las v¨ªas del entendimiento pol¨ªtico. Y esta deber¨ªa ser una tarea prioritario del pr¨®ximo gobierno fuera el que fuera, y probablemente ser¨¢ el territorio preferido para la demolici¨®n del gobierno de izquierdas tanto desde la nueva derecha bipartita Vox-PP como desde los sectores m¨¢s reaccionarios ¡ªpartidarios del cuanto peor, mejor¡ª del independentismo.?
Si dif¨ªcil es afrontar desde un problema como el catal¨¢n que requiere voluntad de resolverlo por parte de una amplia mayor¨ªa que en este momento no existe, dif¨ªcil es tambi¨¦n un gobierno progresista que no defraude a los electores que han seguido apostando por ¨¦l, a pesar de la humillante tomadura de pelo de este verano. Y eso requiere un punto de atrevimiento que no se percibe en quienes han llegado entenderse despu¨¦s de mostrar muy pocas ganas de hacerlo. De su capacidad para no defraudar depende que esta historia no termine con la derecha arrasando en la pol¨ªtica espa?ola montada sobre el caballo de Abascal. Ser¨ªa la v¨ªa directa al autoritarismo postdemocr¨¢tico, una soluci¨®n de recambio que amplios sectores de las ¨¦lites y de la derecha espa?ola no ven mal. De ah¨ª, la comprensi¨®n y la complicidad con Vox para darle legitimidad sin ning¨²n rubor.
El barullo es tal, el agotamiento institucional tan manifiesto, que Espa?a necesitar¨ªa una segunda transici¨®n para llevar a cabo la actualizaci¨®n del r¨¦gimen que no ha sabido hacer en 40 a?os. Como ha escrito Santiago Alba Rico, ¡°si la democracia es incapaz de cambiar las leyes y hacer la historia, si la historia y sus demonios, adem¨¢s, no llevan a Espa?a a m¨¢s democracia sino de vuelta a su propia historia fallida, sucesi¨®n de guerras y dictaduras, entonces es seguro que, en una Europa tambi¨¦n menos democr¨¢tica que hace 30 a?os, esta ¡°segunda transici¨®n¡± reproducir¨¢ las condiciones de la primera para desembocar unos pasos m¨¢s atr¨¢s: menos y peor Constituci¨®n, menos libertades, menos pol¨ªtica y m¨¢s identidad¡±.
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