La madurez de la inmersi¨®n
La mejor raz¨®n y la m¨¢s leg¨ªtima que encuentro para revisar y examinar el funcionamiento de la inmersi¨®n es garantizar el uso equiparable y competente de las dos lenguas de Catalu?a
Aunque no me arrebatan los asuntos de lengua, ayer me lanc¨¦ arrebatado a leer el art¨ªculo que Rudolf Ortega public¨® en el Quadern de este peri¨®dico bajo un titular incendiario: ¡°Adeu socialista a la immersi¨®¡±. La inmersi¨®n es la ling¨¹¨ªstica y el socialismo se supone que es el del PSC de Miquel Iceta y Meritxell Batet, as¨ª que para m¨ª se trataba de una primicia absoluta y altamente inquietante. O El PSC hab¨ªa perdido la cabeza en un mal trago, o la realidad hab¨ªa dado un vuelco s¨²bito e insospechado, en particular tras la debacle catalana de Ciudadanos.
Le¨ªdo el art¨ªculo, las cosas han vuelto al orden complejo de la realidad biling¨¹e en Catalu?a. Lo dif¨ªcil es entender la lectura que hace Rudolf Ortega del documento program¨¢tico del PSC de cara a su 14 Congreso. De ah¨ª no s¨¦ c¨®mo deduce Ortega la renuncia a la inmersi¨®n ling¨¹¨ªstica como experimento de ¨¦xito, respaldado en Catalu?a de forma masiva y aplaudido incluso por expertos y t¨¦cnicos internacionales. Lo que tampoco veo es c¨®mo negar el uso instrumental e ideol¨®gico que el independentismo ha hecho de la lengua en Catalu?a.
Si el PSC est¨¢ recomendando el estudio despolitizado y t¨¦cnico de esa realidad de ¨¦xito, bienvenido sea
Sin embargo, esta vez, y para enorme perplejidad m¨ªa, el uso pol¨ªtico de la inmersi¨®n y del catal¨¢n no procede de las portadas neoespa?olistas de medios asqueados con las demandas catalanistas, ni procede tampoco de editorialistas del ABC y El Mundo enfervorizados en defensa del espa?ol sino de un ling¨¹ista competente, experto en catal¨¢n y adem¨¢s catalanista, como lo es Rudolf Ortega.
Del ¨¦xito de la inmersi¨®n ling¨¹¨ªstica no hay discusi¨®n alguna, ni razonable ni no razonable. Funciona b¨¢sicamente bien desde hace treinta a?os y ha garantizado un crecimiento incesante, cuantitativo y cualitativo, del uso y el conocimiento del catal¨¢n en Catalu?a, sin haber impedido ni atenuado o solapado el uso ni el conocimiento del castellano en la sociedad catalana. Pero de la misma manera que muchos demandamos desde hace a?os la modificaci¨®n cuidadosa y fr¨ªa de algunos puntos de una Constituci¨®n redactada hace cuatro d¨¦cadas, tampoco hay disparate alguno en demandar tambi¨¦n la revisi¨®n de los efectos negativos, nocivos o indeseables que haya podido generar la feliz implantaci¨®n de una ley de inmersi¨®n ling¨¹¨ªstica que lleva tantos a?os de funcionamiento. Si el PSC est¨¢ recomendando, como creo, el estudio t¨¦cnico y despolitizado de esa realidad de ¨¦xito, bienvenida sea la demanda para evitar que convirtamos la inmersi¨®n ling¨¹¨ªstica en una de esas reliquias intocables y sagradas que nadie puede invocar so pena de castigo divino.
Es la buena fortuna de disfrutar de una sociedad biling¨¹e la que aconseja comprobar posibles desajustes
No solo se puede sino que se debe analizar el comportamiento de esa ley cuando todos, o la inmensa mayor¨ªa en Catalu?a, certificamos su ¨¦xito al haber extendido el uso del catal¨¢n y no haber impedido ni limitado el uso del castellano. De hecho, es la misma buena fortuna de disfrutar de una sociedad biling¨¹e a todos los efectos, de cultura y de costumbre, la que aconseja comprobar los posibles desajustes, deficiencias o desequilibrios que haya creado, en particular a la vista de la irregularidad demogr¨¢fica y ling¨¹¨ªstica del territorio catal¨¢n. Parte de la riqueza biling¨¹e de Catalu?a consiste en saber corregir o enmendar los potenciales desequilibrios y asumir de forma compartida que en zonas donde el dominio del castellano es masivo o muy mayoritario conviene reforzar la docencia en catal¨¢n, y en zonas de hegemon¨ªa ling¨¹¨ªstica del catal¨¢n es preferible aumentar la exposici¨®n y el uso del castellano. La mejor raz¨®n y la m¨¢s leg¨ªtima que encuentro para revisar y examinar el funcionamiento de la inmersi¨®n es garantizar el uso equiparable y competente de las dos lenguas de Catalu?a, o al menos las dos lenguas con las que la inmensa mayor¨ªa de los catalanes nos ganamos hoy la vida.
No quisiera tener que volver a escuchar a Fernando Savater, como sucedi¨® la semana pasada en Sevilla, censurar a los catalanes porque les robamos a los pobres la lengua castellana, y no quisiera tener que repetir, como hice en Sevilla tras escuchar a Savater, que los catalanes disponemos de dos lenguas para ricos y para pobres. Contra lo que se suele repetir, el catal¨¢n no es una lengua sin Estado: su Estado es la Generalitat, y es suya la competencia y la obligaci¨®n de garantizar el uso y el conocimiento de una y otra lengua para mejorar el biling¨¹ismo que habita felizmente entre nosotros, sin incidencias graves ni cuestionamiento social de una realidad afortunada y plenamente madura: sin miedo a una revisi¨®n de mantenimiento.
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