Ocho meses para tramitar el asilo
Los refugiados que llegan a Barcelona duermen en la calle durante largas temporadas por culpa de la burocracia
A Chaminda Crunawardana le llam¨® la atenci¨®n el cartel de Welcome refugees colgado en el Ayuntamiento de Barcelona. Con 34 a?os y tres hijos, Crunawardana regentaba a principios de 2019 una empresa de electr¨®nica en la ciudad de Colombo, en Sri Lanka. Dedicaba su tiempo libre a la organizaci¨®n budista Sinhala Ravaya. Las cosas se complicaron, sobre todo, despu¨¦s de los atentados yihadistas del pasado abril en su pa¨ªs. ¡°No pod¨ªa m¨¢s. Me amenazaban a m¨ª y a m¨ª familia. Llev¨¦ a mis hijos con mi madre y hu¨ª¡±, explica Crunawardana. ¡°En internet le¨ª que Barcelona colg¨® Welcome refugees. Vine buscando un futuro¡±, asegura. Consigui¨® llegar el 1 de junio. En el aeropuerto de El Prat pregunt¨® c¨®mo podr¨ªa solicitar el asilo. Le enviaron a la oficina municipal que centraliza el asesoramiento a personas migradas: el SAIER (Servicio de Atenci¨®n a Inmigrantes, Emigrantes y Refugiados). ¡°Me dieron hora para empezar a tramitar el asilo pol¨ªtico en febrero de 2020 en una comisar¨ªa de polic¨ªa, ocho meses despu¨¦s de mi llegada a Barcelona. Estuve unos d¨ªas en una pensi¨®n pero no me dieron m¨¢s asistencia y al final me vi, por primera vez en mi vida, durmiendo en la calle¡±, lamenta Crunawardana. El caso de este antiguo emprendedor de Sri Lanka no es ¨²nico en Barcelona, la segunda puerta de entrada ¡ªdespu¨¦s de Madrid¡ª de los reclamantes de asilo. Las peticiones en la capital catalana se han multiplicado pero el sistema ¡ªcompetencia del Gobierno central¡ª no est¨¢ dando respuesta para cubrir las necesidades b¨¢sicas de aquellos que huyen del horror y, al final, es el Ayuntamiento el que intenta ayudar.
El concejal de derechos de Ciudadan¨ªa, Marc Serra, ya ha asegurado en varias ocasiones que los servicios municipales realizan un esfuerzo presupuestario para alojar cada noche a 150 migrantes procedentes del SAIER. Entre ellos, familias con menores a su cargo que reclaman el asilo para toda la unidad familiar. Desde el Ayuntamiento aseguran que estos perfiles de especial vulnerabilidad no duermen en la calle. Serra reivindica la recuperaci¨®n de los fondos de acogida e inmigraci¨®n para las ciudades ¡ªsuprimidos en 2011¡ª para atender a estos colectivos.
La Casa de C¨¢diz
Lagarder Danciu es un activista sin techo que en noviembre de 2018 okup¨® un local, al lado de la Sagrada Familia, donde se encontraba la antigua casa regional de C¨¢diz. All¨ª instal¨® el primer hostal autogestionado por indigentes de Espa?a que bautiz¨® como La Casa de C¨¢diz. Danciu conoce a la perfecci¨®n la calle y es rotundo al afirmar que las Administraciones mienten cuando se ¡°llenan la boca¡± al decir que ayudan a los refugiados. ¡°No hay muchas familias durmiendo en las calles pero existen. Hace un par de meses vi a un matrimonio de Venezuela con dos hijos durmiendo en este parque. Estaban a la espera de asilo y nadie les dio ninguna oportunidad. Vinieron a La Casa de C¨¢diz unas semanas y luego, gracias, a unas personas que conozco en Jerez de la Frontera, les enviamos all¨¢¡±, asegura el activista.?
En La Casa de C¨¢diz duermen en colchones 26 personas que viv¨ªan en la calle. Entre ellos, el antiguo empresario de Sri Lanka, Chaminda Crunawardana, a quien Danciu rescat¨® de la calle. ¡°Para m¨ª, fue muy impactante la primera noche que dorm¨ª en la calle. Encontr¨¦ a otros refugiados y todos llegamos a la conclusi¨®n de que Barcelona no es una ciudad de acogida. Se supone que tenemos que vivir del aire hasta que tenemos la primera entrevista para iniciar la petici¨®n de asilo¡±, lamenta Crunawardana.
Casilda C¨®rdova tambi¨¦n duerme en La Casa de C¨¢diz. Tiene 57 a?os y es del departamento de Quibd¨®, en Colombia. Huy¨® de la guerrilla hasta Medell¨ªn y desde all¨ª hasta Barcelona. ¡°Llegu¨¦ el 10 de julio y ped¨ª asilo. Tengo la cita con la polic¨ªa el 9 de marzo¡±, dice C¨®rdova. Hace peque?os trabajos e intenta subsistir en esta peque?a comunidad. Junto a ella, Habibulla Rasol¨ª tambi¨¦n vive en este hostal autogestionado. Tiene 32 a?os y procede de Afganist¨¢n. ¡°En mi pa¨ªs tuve problemas con los talibanes porque no quer¨ªa luchar¡±, lamenta Rasol¨ª. El joven huy¨® a Suecia, donde se convirti¨® al cristianismo y pidi¨® asilo. No lo consigui¨® y el 23 de mayo prob¨® suerte en Barcelona. Tiene cita el pr¨®ximo enero.
Mahdi Taraghi tiene 18 a?os y es de Ir¨¢n: ¡°No quiero ser musulm¨¢n y eso se castiga, en mi pa¨ªs, con la vida¡±. Lleg¨® a Espa?a despu¨¦s de haber vivido en las calles de Grecia. Pidi¨® asilo el pasado 1 de agosto en el SAIER. Tiene cita para el 24 de marzo en la comisar¨ªa. Hasta entonces intentar¨¢ sobrevivir. La historia de Crunawardana, Cordova, Rasol¨ª y Taraghi es la historia de los m¨¢s de 10.000 solicitantes de asilo que acuden a Barcelona en busca de ayuda y acaban durmiendo en las calles por una burocracia que no entiende de personas.
La capital catalana recibir¨¢ este a?o 10.300 solicitantes
El Servicio de Atenci¨®n a Inmigrantes, Emigrantes y Refugiados (SAIER) del Ayuntamiento de Barcelona centraliza, desde 1989, el asesoramiento sobre inmigraci¨®n, refugio, emigraci¨®n y retorno voluntario. Toda persona migrada que necesita ayuda de cualquier tipo y pone la suela de su zapato en Barcelona es derivada a este servicio.
En el primer semestre de este a?o 12.332 personas fueron atendidas por el SAIER. De estas, 5.624 (el 45,6% del total de atendidos) pidieron asilo pol¨ªtico lo que supone un incremento del 40% respecto a las 4.029 personas solicitantes de asilo en el mismo periodo de tiempo en 2018. La previsi¨®n que realiza el Ayuntamiento es que este diciembre acabe el a?o con m¨¢s de 10.300 solicitantes de asilo, en 2018 fueron 7.433 y en 2012 solo pidieron asilo 304 personas. La previsi¨®n del Consistorio es que a final de a?o la cifra de menores, acompa?ados por sus familias, que piden la condici¨®n de refugiado sea de m¨¢s de 2.700. En 2018 fueron 1.821 y en 2015 fueron 230.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.