Con la m¨²sica a otra parte
El Ayuntamiento pretende modificar la normativa que regula a los m¨²sicos callejeros. En julio dej¨® de emitir autorizaciones para actuar en el distrito Centro
Los componentes de Ataca Paca desaf¨ªan el fr¨ªo para amenizar a los transe¨²ntes. El ambiente se caldea con sus ingeniosas letras. La gente les rodea, baila y deja monedas en la funda del contrabajo. Un bot¨ªn esencial, ya que los m¨²sicos callejeros viven fundamentalmente de ellas. La banda se cre¨® hace tres a?os y durante este tiempo su h¨¢bitat ha sido el distrito Centro. Los vecinos pasaron a?os quej¨¢ndose de los ruidos, pero en febrero del a?o pasado el Ayuntamiento presidido por Manuela Carmena aprob¨® un decreto consensuado por todas las partes para regular las actuaciones en una zona declarada de protecci¨®n ac¨²stica especial (ZPAE) en 2011. La llegada al gobierno de PP y Ciudadanos ha devuelto a los m¨²sicos a la casilla de salida.
A?o y medio despu¨¦s de aprobarse, la normativa ha dejado de aplicarse sin que nadie les haya explicado el motivo. Fuentes municipales han reconocido a EL PA?S que la intenci¨®n es modificar el decreto en vigor para adecuarlo a los criterios de la ZPAE. ¡°Es una instrucci¨®n del concejal del distrito Centro¡±, insisten. La posibilidad de cambiarlo fue una de las reclamaciones efectuadas por la coordinadora durante la comisi¨®n de evaluaci¨®n celebrada el 21 de octubre. Mientras sucede, el Consistorio ha decidido cortar por lo sano: desde julio no emite las autorizaciones (personales, intransferibles y de periodicidad semestral) que contempla la ley. En cambio, durante el primer semestre de 2019, la oficina encargada expidi¨® 839 permisos.
A los m¨²sicos se les ha ido caducando con el paso de los meses y ahora, tocar en el coraz¨®n de la capital les supone arriesgarse a una multa de hasta 600 euros, el doble si son reincidentes. Es lo que les ocurri¨® a los miembros de Ataca Paca el 5 de noviembre mientras actuaban en una calle del centro de Madrid. Un lugar en el que, seg¨²n la ordenanza municipal, est¨¢ permitido tocar a ciertas horas. Como el Ayuntamiento no ha renovado sus licencias, la polic¨ªa redact¨® 11 denuncias, una por cada m¨²sico. Hasta finales de noviembre se registraron 858 multas, la mayor¨ªa por carecer de autorizaci¨®n o incumplir la normativa, seg¨²n datos oficiales. Fuentes municipales precisan que la cantidad de sanciones fue superior en el primer semestre del a?o, 481 por las 377 con las que cerr¨® el mes pasado. Pero a¨²n no ha terminado el a?o.
¡°Nos sentimos perseguidos¡±, reconoce un solista que canta a hurtadillas en los alrededores de la puerta del Sol. No quiere revelar su identidad por miedo a represalias. Ataca Paca, en cambio, ha optado por cambiar la ubicaci¨®n de sus improvisados conciertos. Han huido del centro y como alternativa han elegido la plaza de Juan Goytisolo, frente al museo Reina Sof¨ªa. ¡°Es uno de los pocos lugares donde podemos tocar sin que nos eche la polic¨ªa. Quiz¨¢s molestamos menos, pero para nosotros no es el mejor sitio¡±, reconoce Flor Goldstein, saxofonista del grupo.
La banda quiere regresar cuanto antes al distrito Centro, donde se aglutinan los turistas. ¡°No entendemos qu¨¦ sucede. Estamos muy calientes con este tema¡±, dice enfadado Simone Rossi, guitarrista italiano de Ataca Paca. ¡°Si el decreto no est¨¢ derogado, es que sigue vigente¡±, reflexiona en voz alta Fernando Ponce de Le¨®n, flautista. Ra¨²l M¨¢rquez, miembro de la plataforma La Calle Suena, reconoce que paralizar el decreto sin que exista una alternativa hace que ¡°todo se vaya al garete¡±. Conseguir que se aprobara no fue f¨¢cil. Para consensuar el texto se necesitaron dos a?os. En el proceso participaron m¨²sicos, vecinos, polic¨ªas, pol¨ªticos y t¨¦cnicos de Medio Ambiente. ¡°El Ayuntamiento quiere cambiarlo ahora en base a su criterio. Es un paso atr¨¢s¡±, se queja. M¨¢rquez reconoce que la plataforma no descarta llevar el incumplimiento del decreto por la v¨ªa judicial.
En 2013, el Gobierno de Ana Botella (PP) ide¨® unas pruebas de idoneidad a las que se presentaron 350 personas. El examen se realiz¨® una sola vez y la mayor¨ªa de los m¨²sicos rechazaron participar. ¡°Eran unas rid¨ªculas pruebas de talento que no acabaron con las quejas. Los m¨²sicos segu¨ªan desprotegidos¡±, afirma Jorge Garc¨ªa Casta?o, concejal de M¨¢s Madrid y responsable del distrito Centro durante el gobierno de Carmena, cuando se sancion¨® el decreto. ¡°Aprobarlo signific¨® darles cobertura para que tuviesen garant¨ªas jur¨ªdicas, pero tambi¨¦n proteger a los vecinos y a zonas sensibles¡±. El decreto fue modificado en dos ocasiones durante el mandato anterior para adecuar horarios y zonas. ¡°Siempre habr¨¢ quejas, porque siempre habr¨¢ alguien que se moleste¡±, reconoce Garc¨ªa Casta?o.
¡°Todo comienza con la queja de un vecino. Unas veces lleva raz¨®n y otras no. El problema surge cuando empiezas a depender del estado de ¨¢nimo de los polic¨ªas. El decreto se aprob¨® precisamente para eliminar esa situaci¨®n, pero ahora volvemos a sentirnos desprotegidos¡±, subraya Daniel Cabrera, integrante de Madrid Hot Jazz Band. La ¨²ltima vez que solicit¨® renovar la autorizaci¨®n para tocar en la calle fue en septiembre. No ha recibido a¨²n respuesta. ¡°En ocasiones anteriores me enviaron el permiso al correo electr¨®nico en cuesti¨®n de d¨ªas¡±, especifica Cabrera. Y remata: ¡°No es l¨®gico paralizarlo todo porque van a cambiar la normativa. Hasta que eso suceda, deben respetar la legislaci¨®n existente¡±. Guillermo Gonz¨¢lez, miembro de Mandanga, a¨²n tiene en vigor su autorizaci¨®n, pero le caduca a final de mes. Cuando suceda, la volver¨¢ a solicitar y, si no se la otorgan, lo tiene claro: ¡°Mi ir¨¦ a tocar al metro o a otro lugar¡±.
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