La d¨¦cada perdida
Nunca se hab¨ªan levantado tantos castillos de nubes ideol¨®gicas como en estos diez a?os. Un aut¨¦ntico festival de la irresponsabilidad y de la imaginaci¨®n est¨¦ril y destructiva
Diez a?os ya desde que empez¨® todo. Una d¨¦cada vac¨ªa, de par¨¢lisis catalanista. Y tambi¨¦n una d¨¦cada de vaciamiento de las instituciones. De gobiernos fr¨ªvolos e irresponsables y pol¨ªticos distra¨ªdos. Atentos solo a sus estrategias oportunistas, para desviar la atenci¨®n de los problemas de la gente. Tambi¨¦n de agitadores concentrados en la disrupci¨®n, es decir, en evitar el funcionamiento de las instituciones, empezando por las propias. De predicadores demagogos, dedicados a mantener ardientes las brasas del resentimiento. De corruptos, e hijos corruptos de veteranos corruptos, adoradores del becerro de oro disfrazados primero de prudentes y patri¨®ticos gobernantes y al poco de tribunos revolucionarios.
La de 2010 ha sido la d¨¦cada de la desinstitucionalizaci¨®n, una din¨¢mica que da?a a Catalu?a, donde siempre han sido las instituciones y las pol¨ªticas que las promueven las que sostienen la idea y el sentido de pa¨ªs. En nombre de objetivos quim¨¦ricos o de palabras vac¨ªas se ha hipotecado todo lo que se hab¨ªa construido en la larga y accidentada historia del catalanismo. O lo que es peor, apelando a inasibles estructuras de un Estado propio inexistente, se han deteriorado hasta poner en peligro las aut¨¦nticas estructuras, pol¨ªticas, administrativas y legales, que han venido sosteniendo la catalanidad en el ¨²ltimo siglo y medio.
Nunca se hab¨ªan levantado tantos castillos de nubes ideol¨®gicas como en estos diez a?os. Comparados con los anteriores y escasos brotes de radicalidad revolucionaria, esta d¨¦cada perdida ha sido un aut¨¦ntico festival de la irresponsabilidad y de la imaginaci¨®n est¨¦ril y destructiva. Muy poco quedar¨¢ de este mont¨®n de hojas de ruta, proyectos de transiciones, comit¨¦s e instituciones in¨²tiles, presupuestos dilapidados, carreras malogradas e incluso vidas alteradas por las sentencias judiciales.
Si acaso, una mutaci¨®n negativa del pa¨ªs, ahora dividido y debilitado, menos capacitado para avanzar y consolidar el camino fruct¨ªfero del catalanismo posibilista que tan buenos resultados hab¨ªa cosechado desde hace un siglo. Con una capital largamente superada por Madrid en la competencia entre urbes hisp¨¢nicas y una clase pol¨ªtica que culmina la d¨¦cada vac¨ªa, sin rendimientos en casa y sin resultados en su interrumpida capacidad de influencia en la gobernaci¨®n de Espa?a. Y lo que es peor, con una mutaci¨®n nefasta en el sistema espa?ol de partidos, donde al fin ha surgido y consolidado el fantasm¨®n del nacionalismo de peor ralea, el que pretende apoderarse de Espa?a, de sus s¨ªmbolos, de sus instituciones, despu¨¦s de haberse apoderado y anulado tantas veces sus libertades y su democracia.
Solo por este motivo muchos no querr¨¢n olvidar ni perdonar esta d¨¦cada vac¨ªa llena de desprop¨®sitos y deslealtades de la que nadie quiere hacerse responsable. Quim Torra, el presidente vicario e interino, y su rector, el huido Carles Puigdemont, son quienes mejor expresan la deriva hacia la irresponsabilidad y el desgobierno, esa especie de inhibici¨®n que equivale a un desentendimiento de los asuntos p¨²blicos, una falsa resistencia que apenas puede esconder una aut¨¦ntica rendici¨®n catalana. Y Artur Mas, naturalmente, el m¨¢ximo irresponsable, el que prendi¨® la mecha y design¨® a esos sucesores lamentables.
Las formas del autoenga?o son infinitas, pero la ¨²nica verdad es que Catalu?a no es independiente, su autogobierno se encuentra en su momento m¨¢s d¨¦bil, su peso en Espa?a y en el mundo ha quedado disminuido y coartado probablemente para mucho tiempo y sus m¨¢s irresponsables dirigentes apenas cuentan ni quieren contar para gobernar en Catalu?a y cuentan con serias dificultades para decidirse a facilitar que se gobierne fuera de Catalu?a, incluso cuando se quiere gobernar a favor de Catalu?a.
Como el secreto exhibido a la luz del d¨ªa, la explicaci¨®n es tan clara que nadie quiere aceptarla. Son las elites pol¨ªticas, econ¨®micas e intelectuales catalanas las que tomaron la decisi¨®n de rendirse, enmascarada bajo los gestos grandilocuentes de una falsa independencia que no pod¨ªan obtener y de la que se sab¨ªan incapaces de obtenerla. Cansadas de gobernar, de pelear para obtener m¨¢s autogobierno, de pugnar por hacerse imprescindibles en el gobierno del conjunto de Espa?a, prefirieron desistir para concentrarse en el descompromiso de sus asuntos, el ego¨ªsmo del propio beneficio y el modesto tama?o de sus peque?os ensue?os y ambiciones personales y locales.
?Qu¨¦ conclusi¨®n piensan deducir quienes quisieron experimentar con Catalu?a para satisfacer sus diminutas ambiciones o sus inmensas ignorancias? ?Querr¨¢n volver a tropezar en la misma piedra? ?O acaso hay que evaluar de forma diferente y positiva la realidad estatutaria y constitucional en la que Catalu?a ha conseguido sus niveles hist¨®ricamente m¨¢s altos de autogobierno?
Todos esperamos la respuesta. La promesa de tropezar de nuevo en la misma piedra, formulada solemnemente por los m¨¢s obstinados, es el reconocimiento de una rendici¨®n definitiva. El regreso al catalanismo eficaz, gradualista y pactista, capaz de avanzar los peque?os pasos al modo europe¨ªsta en cada ocasi¨®n favorable, es la otra respuesta, que todav¨ªa no se ha producido y cuya materializaci¨®n est¨¢ de la mano de Esquerra.
El secesionismo est¨¦ril que hemos conocido, al contrario de lo que aparenta la impavidez de Oriol Junqueras, es la expresi¨®n de una profunda debilidad, de una enorme inseguridad y de una gran desconfianza en las propias fuerzas, una rendici¨®n en definitiva. Quiz¨¢s estemos a tiempo todav¨ªa de superar esta aparente huida hacia adelante, convertida en humillante retroceso. Pero no es f¨¢cil romper el espejismo de una victoria inasible bajo el que se esconde una derrota tan contundente que ni siquiera quiere reconocerse como tal. Se necesita la valent¨ªa y la clarividencia que nuestra clase dirigente no ha tenido hasta ahora y que dif¨ªcilmente se puede pedir a los ciudadanos sin el ejemplo previo de quienes pretenden dirigirles.?
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