El tobog¨¢n de Estepona
La crisis entre ERC y JxCat es irrecuperable, lo cual no significa que no vayan a tener que gobernar juntos de nuevo
El presidente de Parlament, Roger Torrent, suele mostrar un gran aplomo y una inquebrantable seguridad ejerciendo el cargo. Ayuda a ello su porte impecable y su voz pausada y grave. Si yo fuera diputado, me sentir¨ªa tranquilo por su capacidad de aplicar el reglamento. Incluso sin pertenecer a su grupo parlamentario. Hablo de conducir conociendo las normas de tr¨¢fico.
Por eso, al detectar, por un gesto y una pausa, que le sobreven¨ªa un instante de desorientaci¨®n, me alarm¨¦, y vi con claridad que la pendiente por la que se desliza esta legislatura es m¨¢s pronunciada que el tobog¨¢n de Estepona.
No entro en detalles porque ser¨ªan ininteligibles ¡ªlo eran para bastantes diputados y diputadas¡ª, pero en un momento de la tarde, el portavoz de Junts per Catalunya, Albert Batet, le argument¨® que deber¨ªa suspender el pleno. Torrent, como digo, hizo una pausa, mir¨® papeles, trat¨® de decir algo. En ese momento parec¨ªa un ¨¢rbitro solicitando el VAR. En seguida se repuso y anunci¨® una parada moment¨¢nea para reunir a la mesa. Pero incluso eso son¨® como si pidiera el comod¨ªn del p¨²blico.
El pleno se suspendi¨®, y era ya la tercera vez en una hora y media. Se reanud¨® para dos votaciones, y muri¨® definitivamente antes de cumplir todo el orden del d¨ªa. No s¨¦ si ustedes se han quedado alguna vez sin gasolina en el coche, de tanto apurar. Yo s¨ª. Les cuento: los momentos antes del par¨®n total, el motor da unas se?ales de ahogo, interrumpi¨¦ndose, jadeando, como si tosiera. Bien, eso es lo que me ha parecido este pleno intermitente. Los instantes previos al colapso total.
La legislatura est¨¢ muerta y s¨®lo falta certificarlo. La crisis entre ERC y JxCat es irrecuperable (lo cual no significa que no vayan a tener que gobernar juntos de nuevo, seg¨²n lo que diga la aritm¨¦tica futura, pero bueno, llevan a?os as¨ª). Hoy por hoy, no se puede detectar ni un ¨¢pice de confianza mutua. Ya se encarg¨® Junts per Catalunya de evidenciarlo con el rito de las entradas y salidas del hemiciclo: los consejeros de ese partido entraron cuando Torrent ya llevaba dos minutos hablando, despu¨¦s se ausent¨® todo el grupo, m¨¢s tarde anunciaron que no iban a votar si no pod¨ªa votar Quim Torra (sin acta de diputado)¡ Y si en el hemiciclo hay escenificaci¨®n del divorcio, en los pasillos ya no hay pa?os calientes contra el adversario. Perd¨®n, quise decir contra el socio de Gobierno.
A estas alturas, el pendrive del consejero de Economia Pere Aragon¨¦s con los presupuestos de la Generalitat lleva camino de no conectarse jam¨¢s a ning¨²n ordenador, y la buc¨®lica imagen del acuerdo Govern-Comunes de la semana pasada parece hoy una foto sepia de antes de la guerra (la expresi¨®n se refiere a la Guerra Civil, no a la metaf¨®rica entre indepes). Todo indica que s¨®lo falta decir cu¨¢ndo ser¨¢n las elecciones.
Eso es lo que hoy est¨¢ en juego, mal que le pese a Ciudadanos, que trat¨® de llamar la atenci¨®n, una vez m¨¢s, con preocupante infantilismo -gritando ¡°?delincuente!¡± a Torra-y s¨®lo logr¨® ser la guinda rid¨ªcula de un pleno ya de por s¨ª bastante friki. Se dir¨ªa que han entendido que el fin de la legislatura no les es favorable, y apuran sus ¨²ltimas opciones de primeros planos.
Lo m¨¢s triste de todo es caer en la cuenta de que la fractura no ha llegado por una discrepancia de fondo en la gesti¨®n gubernamental, sino que ha bastado la cu?a introducida por un ¨®rgano de exagerado y sobrevenido protagonismo, la Junta Electoral Central, ejerciendo un poder jam¨¢s antes imaginado. Y por una pancarta.
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