El partido del medio
Si es cierto que un batall¨®n de unos 300.000 electores de centro catalanista, hu¨¦rfanos de formaci¨®n pol¨ªtica, est¨¢ esperando a su comandante en jefe, tambi¨¦n lo es que sus generales est¨¢n perdidos en el laberinto
Hay quien dice que la casualidad no existe. Esto no impide que algunas veces se manifieste. Por ejemplo, haciendo coincidir en la misma semana la presentaci¨®n de dos libros escritos por dos pol¨ªticos marginados, que en sus p¨¢ginas purgan sus penas y proponen sus soluciones. Y como ambos compartieron partido y errores, aunque en planos distintos, tambi¨¦n ambos concuerdan en la alternativa al desvar¨ªo. Partiendo de su expiaci¨®n aspiran a alcanzar el z¨¦nit de nuestra redenci¨®n.
A Marta Pascal (Perdre la por, Catarata) le hubiera gustado pertenecer al PNB. De hecho, ella pensaba que pod¨ªa dirigir su equivalente en Catalu?a. Algo as¨ª como un ¡®PNC¡¯ capaz de mantener el esp¨ªritu fundacional de CiU adaptado al nuevo siglo. Esto supondr¨ªa incorporar la defensa de la independencia como ideal sin plazos ni concesiones. No por casualidad (de nuevo) el pr¨®logo lo firma I?igo Urkullu. El lendakari aboga por dejar atr¨¢s decisiones unilaterales, l¨ªneas rojas, amenazas y provocaciones. Solo as¨ª, a?ade el tambi¨¦n candidato a la reelecci¨®n, se evita cualquier fractura traum¨¢tica de la sociedad. A partir de estas primeras p¨¢ginas, la todav¨ªa senadora matiza m¨¢s que discrepa sobre lo que ha pasado, c¨®mo lo ha vivido y lo que ella cree que deber¨ªa hacerse. Es obvio que su confianza fue traicionada, su voz silenciada y su figura, desplazada. Dijo que call¨® y acat¨® por respeto y disciplina. Ahora admite que fue el miedo. El t¨ªtulo del libro lo justifica.
Todo catal¨¢n concienciado pol¨ªticamente sabe que este pragmatismo hoy est¨¢ en manos de ERC. De ah¨ª las trifulcas con los socios ancorados en posiciones m¨¢s radicales. Extremas. Un intercambio de cromos que sigue provocando una lucha descarnada por la hegemon¨ªa cuyo reguero de sangre fratricida mancha el camino del independentismo. As¨ª, hoy su ruta m¨¢s que se?alizada por la esperanza lo est¨¢ por la desconfianza. El mismo sentimiento que quienes reivindican el legado de m¨¢s de veinte a?os de autogobierno en aquel virtual oasis catal¨¢n mantienen hacia la doble propuesta: pactar o romper. En un caso por razones ideol¨®gicas, en el otro por motivos psiqui¨¢tricos. No en vano, quienes as¨ª lo sienten no se cortan a la hora de tildar de locos a sus antiguos correligionarios.
El caso de Santi Vila (Vencer y convencer, Pen¨ªnsula) pasa por canalizar en sus vivencias durante el juicio al proc¨¦s y su contrici¨®n acompa?ada por reclamar el derecho a equivocarse. Pide perd¨®n, clama compasi¨®n, recrimina al pujolismo no implicarse en la gobernabilidad de Espa?a y adjunta un dec¨¢logo de m¨ªnimos para poder salir adelante. Su libro es la cr¨®nica de una impotencia. Poco ortodoxa, como le corresponde y demuestra a trav¨¦s del listado de citas: de Gil de Biedma a Oscar Wilde pasando por Rosal¨ªa. Unamuno est¨¢ en el t¨ªtulo. Pero los dos verbos inspirados por quien se equivoc¨® doblemente, ya destellan las ansias de reconducci¨®n de un conflicto que se ha escapado de las manos de una de las dos partes que lo provocaron. La otra, sigue con su cruzada.
Las presentaciones de los dos libros convocaron a varios anhelantes. Unos con m¨¢s historia que otros pero representantes todos del deseo de dar cobijo a los hu¨¦rfanos electorales de la batalla. Aquellos trescientos mil de los que hablan algunos soci¨®logos que creen que avalar¨ªan una nueva formaci¨®n de centro, liberal, situada en el matiz que diferencia el catalanismo del nacionalismo y sin hacerle ascos a superiores aspiraciones. Aquellas personas que se sienten catalanas pero se saben espa?olas. Votantes seguidores inconscientes de la m¨¢xima de Blaise Pascal: el coraz¨®n tiene razones que la raz¨®n ignora.
Si es cierto que todo este supuesto batall¨®n est¨¢ esperando a su comandante en jefe, tambi¨¦n lo es que sus generales est¨¢n perdidos en el laberinto. Hasta cuatro grupos, entre formaciones existentes pero diluidas, aspirantes, observantes, dirimentes y dubitativas est¨¢n haciendo c¨¢balas, sondeando, negociando y conspirando para hacerse con el supuesto hueco. Todos quieren ocuparlo aunque saben que el vac¨ªo no existe. Y que el sentimiento de orfandad se diluye con el tiempo. Porque la vida sigue y es posible que aquella multitud le haya encontrado destino a su sufragio. No parece un colectivo tendente a la abstenci¨®n. Al contrario. Su duda existencial pod¨ªa tener que ver con la equidistancia. Cualquiera de las dos trincheras le desagradaba por igual. Ahora, sin superar el trauma pero adapt¨¢ndose a las nuevas circunstancias, puede que sigan esperando al partido del medio que no llega pero a un ritmo distinto. El que marca aquella vieja canci¨®n de Antonio Mach¨ªn: yo no tengo padre, yo no tengo madre, yo no tengo a nadie que me quiera. Eso s¨ª, maracas en mano.
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