Wynton Marsalis repasa en dos horas la historia del jazz en el Palau

Hac¨ªa siete a?os que Wynton Marsalis no pisaba un escenario barcelon¨¦s, demasiado tiempo para un nombre de tanto calado como el suyo y m¨¢s present¨¢ndose al frente de la orquesta del Jazz at Lincoln Center neoyorquino que dirige desde 1991. Por esa raz¨®n, para poder incorporarlo, el Festival de Jazz barcelon¨¦s decidi¨® alargar su programaci¨®n un par de meses m¨¢s de lo habitual y cerrar su edici¨®n 51 con el trompetista y director de Nueva Orleans. Y el p¨²blico respondi¨® con un lleno hasta el ¨®rgano, se acabaron las entradas con meses de antelaci¨®n.

Y el concierto no defraud¨®. Ni siquiera los detractores de Marsalis, que los tiene, se atrever¨ªan a ponerle un pero a las dos horas de un jazz intenso, cambiante y lleno de colores que llenaron el escenario del Palau. La orquesta de Jazz at Lincoln Center es una maquinaria perfectamente engrasada que puede acometer sin miedo cualquier estilo jazz¨ªstico, hacerlo suyo y servirlo en bandeja de plata. Los quince m¨²sicos suenan compactos, dominantes y con un ritmo que cala hondo y m¨¢s en esta ¨¦poca en que, por evidentes problemas econ¨®micos, no abundan las big bands.

En sus m¨¢s de tres d¨¦cadas de vida esta orquesta neoyorquina se ha dedicado a repasar toda la historia del jazz con un sonido denso, sin fisuras, espl¨¦ndidos arreglos siempre de nueva factura y grandes solistas. Y as¨ª sucedi¨® en su nueva visita. A pesar de que su ¨²ltimo disco reci¨¦n aparecido se centra en la m¨²sica de Wayne Shorter, su actuaci¨®n fue un compendio de casi toda la historia del jazz (solo les falt¨® entrar de lleno en el siglo XXI), desde los primeros escarceos de cuando el jazz todav¨ªa no se llamaba jazz (un alegre blues dedicado al primer trompetista de la especialidad, Buddy Bolden que nunca lleg¨® a grabar un disco) hasta composiciones del mencionado Shorter o de algunos miembros de la orquesta, magn¨ªficos los temas de Carlos Henr¨ªquez o Ted Nash. As¨ª fueron desfilando Dizzy Gillespie, Dave Brubeck o Thelonious Monk y para concluir, no pod¨ªa ser de otra manera, un tema de Duke Ellington.

Wynton Marsalis se movi¨® siempre con discreci¨®n. Apenas abandon¨® su pupitre, pr¨¢cticamente nunca actu¨® como director, lo dej¨® en manos de los distintos arreglistas de cada tema, y no ejecut¨® m¨¢s solos que alguno de sus compa?eros. En uno de los temas de Shorter invit¨® a realizar la parte solista al saxofonista Lluc Casares y el barcelon¨¦s la bord¨® con calor y pasi¨®n.

Marsalis no solo tuvo ese detalle con Casares, tambi¨¦n cedi¨® el escenario para que la Sant Andreu Big Band abriera la velada. Tres temas en los que Joan Chamorro, su fundador y director, pudo volver a demostrar el enorme trabajo pedag¨®gico realizado en estos ¨²ltimos quince a?os. Da gusto ver a estos jovencitos tocando con tanto entusiasmo y dedicaci¨®n. Una maravilla.