Esperar a Puigdemont en un ¨¢rea de servicio
El ¨¦xito de convocatoria del expresidente catal¨¢n bloquea los accesos a la ciudad francesa de Perpi?¨¢n
El bocadillo de fuet hay que prepararlo con cari?o. Primero hay que cortar el embutido con precisi¨®n, que no sea una loncha demasiado fina pero tampoco un ladrillo. Luego hay que untar a conciencia el pan con tomate, y regarlo bien con aceite. As¨ª era el bocadillo que atac¨® Jacint Ribes en el ¨¢rea de servicio de Salses. Ribes disfrut¨® este s¨¢bado al mediod¨ªa de su primer momento de satisfacci¨®n tras cuatro horas en la carretera, bloqueado en Francia, en la autopista A9. Ribes y su mujer Concha peregrinaron desde Barcelona a Perpi?¨¢n para ver a su president leg¨ªtimo, Carles Puigdemont. No lo consiguieron, pero no se quejaban, pod¨ªa ser peor: la hermana de Ribes hab¨ªa salido a las siete y media de la ma?ana en autob¨²s y todav¨ªa no hab¨ªa cruzado la frontera.
El independentismo volvi¨® a bloquear la frontera con Francia, esta vez sin tener que recurrir a las barricadas. Si el pasado noviembre se boicote¨® la conexi¨®n entre Espa?a y su vecino franc¨¦s por orden de la organizaci¨®n an¨®nima Tsunami Democr¨¤tic, el responsable en esta ocasi¨®n fue el carisma de Puigdemont. Cientos de autocares y de turismos participaron en una lenta de procesi¨®n 45 kil¨®metros antes de llegar a Perpi?¨¢n, municipio de la Catalu?a francesa donde el l¨ªder de Junts per Catalunya protagoniz¨® un mitin multitudinario nunca visto en la regi¨®n. Ribes y su mujer se resignaron a matar la espera con una siesta sobre el c¨¦sped del ¨¢rea de descanso. Una vez se hubieran normalizado los accesos a Perpi?¨¢n, este matrimonio de jubilados aprovechar¨ªa la tarde ¡°para ver el ambiente en la ciudad¡±.
La de Salses no es un ¨¢rea de servicio cualquiera: Ribes se dispon¨ªa a tumbarse a la bartola en un lugar sagrado, porque esta llanura del Rosell¨®n marca, seg¨²n el imaginario del nacionalismo catal¨¢n, el inicio septentrional de los Pa¨ªses Catalanes. A Delphine Boisseau, vecina de mesa de picnic de Ribes, la trascendencia de Salses le daba igual. ¡°No quiero saber nada de los catalanes. Llevamos horas parados en la autopista. Esto de hoy jode a todo el mundo menos a ellos¡±, dec¨ªa Boisseau rodeada de su familia. Los Boisseau volv¨ªan a su hogar en la Borgo?a tras unos d¨ªas de vacaciones en Arag¨®n. ¡°Por m¨ª que los catalanes se han vuelto locos. Esto es como lo del Brexit¡±.
El acto independentista se celebr¨® en el recinto ferial de Perpi?¨¢n, una zona apartada del centro urbano de esta poblaci¨®n de 121.000 habitantes. Un puente sobre el r¨ªo T¨ºt conectaba los festejos del independentismo con el casco antiguo de la villa: a esa hora, a un lado de Perpi?¨¢n hab¨ªa euforia patri¨®tica catalana y al otro, calles casi vac¨ªas. ¡°La gente de la zona ha preferido no venir al centro en previsi¨®n de las aglomeraciones¡±, explicaba el propietario de la florister¨ªa A le Botte. Para su negocio ha sido una jornada aciaga: ¡°El s¨¢bado es el d¨ªa que tengo m¨¢s clientela pero hoy no ha entrado nadie¡±.
S¨¦bastien Lherbiez, el encargado de la bodega La Part des Anges, confirmaba que esperaba una mayor recaudaci¨®n. Para la ocasi¨®n hab¨ªan montado el viernes y el s¨¢bado una barra en la calle con servicio de vinos y bocadillos. ¡°La verdad es que de momento no consumen mucho, no me ha salido a cuenta¡±. Dos amigas suyas vend¨ªan manojos de retama a los visitantes catalanes, por su color amarillo, s¨ªmbolo de solidaridad con los l¨ªderes separatistas en prisi¨®n. ¡°Yo no soy nacionalista¡±, comentaba Lherbiez, ¡°pero reprimir con polic¨ªa y jueces no es la soluci¨®n. Eso s¨ª, en una Europa que debe estar m¨¢s unida, el independentismo me parece una mala opci¨®n¡±.
Fr¨¦d¨¦ric Mistral, el gran nombre de las letras occitanas, tiene una avenida dedicada en Perpi?¨¢n que coronan su busto y una estaci¨®n de autobuses. En la estaci¨®n esperaban Mar¨ªa ?frica y su hijo, ajenos a la algarab¨ªa independentista. Volv¨ªan de un partido de f¨²tbol del ni?o y ella admit¨ªa que ¡°lo de Puigdemont¡± le tra¨ªa sin cuidado. En el momento en el que arrancaba su bus, a las dos y cincuenta de la tarde, un convoy de la secci¨®n de la Asamblea Nacional Catalana del barrio de Gracia de Barcelona llegaba por fin a Perpi?¨¢n. El autocar cruz¨® veloz en sentido contrario. Sus pasajeros preparaban las banderas y las bufandas amarillas, deseosos de compartir unas horas de camarader¨ªa patri¨®tica en la capital de la Catalu?a francesa. El conductor del autob¨²s municipal inform¨® a ?frica de que no ten¨ªan que pagar el billete: ¡°Por la visita de los catalanes, el servicio de transporte p¨²blico hoy es gratis¡±. La mujer a?adi¨® que ojal¨¢ el Ayuntamiento no se espere a otra visita de Puigdemont para repetirlo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.