Lleg¨® la hora de ponerse serios con la reforma tributaria en Chile
El rechazo a la propuesta del Gobierno revela un problema de fondo: si Boric no logra una m¨ªnima lealtad partidaria, pasar¨¢ a la historia como una gran oportunidad perdida
Gabriel Boric se encontr¨® con la presidencia de sopet¨®n. No la persegu¨ªa ni le interesaba. Lo suyo era la disrupci¨®n. Ser un francotirador fino y de lengua afilada, un polemista temido que con cada una de sus embestidas hac¨ªa temblar a sus adversarios. Pero, de pronto, y casi sin darse cuenta, se transform¨® en el primer mandatario de Chile, un puesto para el que, seg¨²n sus propias palabras, no estaba preparado. Su proceso de aprendizaje ha sido duro. Hace unos d¨ªas, uno de sus proyectos legislativos m¨¢s importante ¨D...
Gabriel Boric se encontr¨® con la presidencia de sopet¨®n. No la persegu¨ªa ni le interesaba. Lo suyo era la disrupci¨®n. Ser un francotirador fino y de lengua afilada, un polemista temido que con cada una de sus embestidas hac¨ªa temblar a sus adversarios. Pero, de pronto, y casi sin darse cuenta, se transform¨® en el primer mandatario de Chile, un puesto para el que, seg¨²n sus propias palabras, no estaba preparado. Su proceso de aprendizaje ha sido duro. Hace unos d¨ªas, uno de sus proyectos legislativos m¨¢s importante ¨Duna gran reforma tributaria que habr¨ªa de proveer los fondos para financiar sus programas sociales¨D fue rechazado por tan solo un voto en la C¨¢mara de Diputados y Diputadas.
Al enterarse del resultado, el ministro de Hacienda, Mario Marcel, mont¨® en c¨®lera y acus¨® a la derecha de boicotear al Gobierno, de alentar un contubernio para mantener los privilegios de los ricos y poderosos.
El ministro Marcel est¨¢ equivocado. El descalabro no fue consecuencia de la derecha. Todo el mundo sab¨ªa que votar¨ªan en contra y que ese voto ser¨ªa puramente testimonial. Despu¨¦s de todo, el Gobierno ten¨ªa, en el papel, apoyos m¨¢s que suficientes para aprobar el plan tributario en la C¨¢mara, y moverlo al Senado.
Pero nada result¨® como el presidente Boric hab¨ªa previsto. Algunos de sus propios congresistas se ausentaron del hemiciclo, y de ah¨ª el voto faltante. Su ausencia fue una mezcla de desidia e indisciplina, de falta de inter¨¦s y de una rebeld¨ªa del m¨¢s puro corte adolescente.
Muchos analistas han dicho que el infortunio refleja la ineptitud de la Administraci¨®n liderada por el Frente Amplio. Se afirma que ni siquiera saben contar votos, y que se exponen, repetidamente, a situaciones l¨ªmites, a fracasos estrepitosos, a las burlas socarronas de las derechas y de los pol¨ªticos experimentados de la izquierda socialdem¨®crata.
Si bien hay algo de verdad en esas aseveraciones, el problema va m¨¢s all¨¢ que la Administraci¨®n Boric y del Frente Amplio. El problema de fondo es que el sistema pol¨ªtico chileno fomenta la fragmentaci¨®n, la existencia de m¨²ltiples partidos, la indisciplina y la irresponsabilidad. En la c¨¢mara baja hay 21 partidos pol¨ªticos y 155 miembros. Once de estas agrupaciones forman parte de la coalici¨®n de Gobierno, algunas con tan solo uno o dos representantes. Es una coalici¨®n fragmentada, un caleidoscopio d¨ªscolo en el que muchos de sus miembros practican la pol¨ªtica identitaria sin ning¨²n sentido estrat¨¦gico ni comprensi¨®n de lo que est¨¢ en juego, dentro del gran esquema de las cosas.
Si el presidente Boric quiere avanzar en su programa, es menester que ejerza mayor disciplina entre sus partidarios. Su vida ser¨ªa mucho m¨¢s f¨¢cil si, en vez de lidiar con 11 partidos, tuviera que coordinarse con tres o cuatro. Sin una consolidaci¨®n partidista, lograda a trav¨¦s de fusiones de tiendas afines, el destino de la Administraci¨®n ser¨¢ ir de tumbo en tumbo, de fracaso en fracaso. Si no logra una m¨ªnima lealtad partidaria, pasar¨¢ a la historia como una gran oportunidad perdida o como una nota de pie de p¨¢gina. Ninguna de las dos opciones es muy halag¨¹e?a.
Uno de los grandes desaf¨ªos del nuevo proceso constitucional chileno ¨Dproceso que est¨¢ comenzando en su segundo intento¨D es definir un sistema pol¨ªtico que, manteniendo las tradiciones y la cultura nacional, se traduzca en una reducci¨®n del n¨²mero de partidos. Una soluci¨®n obvia es implementar un sistema similar al alem¨¢n. Electoralmente, Alemania est¨¢ dividida en 299 distritos. Cada distrito elige a un solo representante en el Bundestag. Una consecuencia de esta regla uninominal es que los parlamentarios elegidos tienden a reflejar el sentido com¨²n de sus distritos. No se eligen representantes de los extremos. Sin embargo ¨Dy esto es clave¨D los ciudadanos alemanes reciben una segunda papeleta que les permite votar por listas cerradas de partidos pol¨ªticos. Un aspecto esencial de este modelo es que solo aquellos partidos con m¨¢s de 5% de los votos a nivel nacional pueden acceder al Bundestag. Los partidos m¨¢s peque?os quedan, simplemente, fuera.
Si en Chile se aplicara la ¡°regla del 5% m¨ªnimo¡±, siete de los 11 partidos oficialistas desaparecer¨ªan o se ver¨ªan obligados a fusionarse para armar tiendas con mayor peso espec¨ªfico. La eliminaci¨®n de los mini partidos (o partidos de baratija) ser¨ªa, sin duda, un avance que le dar¨ªa a Chile mayor gobernabilidad.
Pero una reforma de ese tipo es una soluci¨®n de largo plazo. El desaf¨ªo inmediato del presidente Boric es lograr un aumento de recursos permanentes que permitan poner en marcha sus promesas electorales. Esto requiere que se involucre directamente en una negociaci¨®n al m¨¢s alto nivel con los l¨ªderes de la derecha. Esta negociaci¨®n debe ser amplia e ir mucho m¨¢s all¨¢ del tema tributario. Se requiere un gran acuerdo nacional que cubra varios temas que preocupan a la ciudadan¨ªa. Entre ellos, controlar con fuerza la inmigraci¨®n irregular y mejorar la seguridad ciudadana ¨Den Chile ha habido un fuerte aumento de la criminalidad en los ¨²ltimos a?os. Esta negociaci¨®n tambi¨¦n debe asegurar el futuro del segmento privado del sistema de salud (las llamadas isapres) y lanzar una reforma profunda al sistema de educaci¨®n.
Despu¨¦s del chasco de la reforma tributaria, lleg¨® el momento de ponerse serios. Y eso significa buscar una pol¨ªtica de acuerdos transversales. Es verdad que es una estrategia que los frenteamplistas detestan, pero si no la practican su Gobierno morir¨¢ lentamente.