El esquivo ¡®momentum¡¯ en el itinerario constitucional chileno
A pesar de que superar definitivamente la Constituci¨®n del r¨¦gimen militar de Augusto Pinochet fue visto por la clase pol¨ªtica como la salida a la crisis desatada por el estallido social de octubre de 2019, el genio del cambio constitucional sali¨® hace tiempo de la botella
Diabolismo pol¨ªtico. La expresi¨®n es del chileno Gabriel Salazar, Premio Nacional de Historia, para referirse a lo que califica como ilegitimidad del nuevo intento por escribir la Carta Magna, iniciado en Chile una vez concluida la etapa anterior, el pasado 4 de septiembre. En un plebiscito de salida realizado en esa fecha, los chilenos rechazaron por un 62% de los votos un borrador redactado por la primera convenci¨®n c...
Diabolismo pol¨ªtico. La expresi¨®n es del chileno Gabriel Salazar, Premio Nacional de Historia, para referirse a lo que califica como ilegitimidad del nuevo intento por escribir la Carta Magna, iniciado en Chile una vez concluida la etapa anterior, el pasado 4 de septiembre. En un plebiscito de salida realizado en esa fecha, los chilenos rechazaron por un 62% de los votos un borrador redactado por la primera convenci¨®n constitucional electa por la v¨ªa de las urnas en toda su historia y conformada, adem¨¢s, con paridad de g¨¦nero.
El historiador la postula como parte de una apelaci¨®n m¨¢s amplia a anular el voto como protesta en la elecci¨®n de este 7 de mayo que, con sufragio obligatorio, est¨¢ llamada a elegir a los nuevos consejeros constitucionales. Este proceso ha presentado algunas dificultades por un dise?o de car¨¢cter mixto que, con el objetivo de reemplazar la Constituci¨®n de 1980, surgi¨® como alternativa, fruto del acuerdo de la C¨¢mara de Diputados con el Senado, y legitimado por el Ejecutivo de Gabriel Boric. En dicha oportunidad, luego de haber defraudo los independientes el protagonismo que se les concedi¨® en la fase anterior, los partidos han tomado de nuevo el control incorporando la figura de expertos, as¨ª como un comit¨¦ de admisibilidad que debe resguardar el respeto de doce bases o bordes por ellos concordadas.
Pero esa no es la ¨²nica dificultad que enfrenta el nuevo ciclo constitucional. De hecho, buena parte de la conversaci¨®n p¨²blica sobre el resultado de la elecci¨®n de quienes lo integrar¨¢n contribuye a adulterar el sentido mismo del proceso, al pensarlo en clave de t¨¢ctica electoral y circunscribir su resultado al c¨¢lculo de la medici¨®n de fuerzas entre los actores pol¨ªticos. En Chile se apunta a su efecto en el reordenamiento interno de los conglomerados de derecha y de izquierda y a su impacto en un Gobierno que, dentro de las opciones posibles, podr¨ªa tener que metabolizar un escenario adverso, especialmente si resultan ganadoras fuerzas que, como las del Partido Republicano (PR) y el Partido de la Gente (PDG), no creen necesario el cambio constitucional. A ello, como dato no menor, debe sumarse la existencia de un clima generalizado de desafecci¨®n ciudadana con el proceso en el que coinciden la mayor¨ªa de las encuestas.
Pero el intento constitucional previo, que se vio cabalgando a lomos de un momentum supuestamente propicio, tampoco las ten¨ªa todas consigo. Ese primer intento ven¨ªa avalado por un apoyo ciudadano expresado en el plebiscito de entrada en 2020 del 78,28% a favor de reemplazar la Constituci¨®n de 1980, junto con un porcentaje similar a favor de una convenci¨®n constituyente integrada en su totalidad por miembros escogidos por voto popular.
Se olvida que, bajo la ¨¦pica del llamado octubrismo ¨Ccomo se le llama al esp¨ªritu de las protestas de 2019¨C las consultas para desencadenar una ruta de elaboraci¨®n constitucional se hicieron con voto voluntario, de tal forma que la mitad del electorado no concurri¨® a votar. Posteriormente, cuando en mayo de 2021 tuvo lugar la elecci¨®n de convencionales para redactar el nuevo texto, votaron solo 43% de los electores. Adem¨¢s, con la convenci¨®n constitucional ya en marcha, Jonathan Haidt, el prestigioso psic¨®logo estadounidense, afirm¨® que la necesidad de actuar para las redes sociales hac¨ªa que ese primer proceso estuviera condenado desde el principio. Sin ocultar su pesimismo, concluy¨®: ¡°En este momento, no hay posibilidad de entendimiento de intereses compartidos¡±.
La inexistencia de ese momentum o coyuntura facilitadora que crey¨® alguna vez avizorarse trasciende la inmediatez de la onda expansiva del estallido social, porque ya durante su segundo mandato, entre 2014 y 2018, la expresidenta socialista Michelle Bachelet intent¨® iniciar un itinerario de cambio constitucional mediante consultas ciudadanas. M¨²ltiples cabildos se realizaron a lo largo del pa¨ªs para desarrollar un ejercicio de deliberaci¨®n conducido desde la presidencia, sin considerar debidamente a la oposici¨®n y terminando al final de su periodo con una propuesta entregada al Congreso. Lo curioso es que los cronistas de la aventura constitucional chilena acostumbran con frecuencia a olvidar dicho intento.
Es probable que tampoco ayude a una experiencia que se plantea indispensable para salvar la democracia el hecho de que dicho sistema pol¨ªtico experimente hoy a nivel global sus horas m¨¢s bajas. As¨ª lo certifican los principales estudios que, a?o a a?o, radiograf¨ªan su estado. Tal es as¨ª que el nivel de democracia del que disfruta el ciudadano mundial en 2021 ha descendido a los niveles del a?o 1989. Los ¨²ltimos 30 a?os de avances democr¨¢ticos han sido erradicados y cerca del 70% de la poblaci¨®n mundial vive en dictaduras.
Es m¨¢s, la fallida etapa anterior puede ser vista como una arena en la que se expresaron, a nivel micro, algunas claves de la erosi¨®n democr¨¢tica que se viene observando en variados contextos. Si bien se pretend¨ªa superar la idea de democracia tutelada que exuda la Constituci¨®n de 1980, el texto que fue rechazado lo remediaba malamente. Si bien consagraba un importante y vanguardista abanico de derechos, adolec¨ªa de contrapesos reales entre los poderes, no consideraba debidamente la protecci¨®n de las minor¨ªas e inclu¨ªa una revisi¨®n completa del aparato de justicia y de la aplicaci¨®n de la ley que hac¨ªa gui?os a ese legalismo autocr¨¢tico observado como una de las se?ales de desdemocratizaci¨®n en varios pa¨ªses.
Tampoco se puede seguir avanzando sin mirar, al menos con el rabillo del ojo, el potencial disruptor de la nueva etapa de la inteligencia artificial la que, a juicio del historiador Yuval Noah Harari, amenaza a la democracia misma ¡°porque esta depende de la conversaci¨®n p¨²blica¡±.
A pesar de que superar definitivamente la Constituci¨®n del r¨¦gimen militar de Augusto Pinochet fue visto por la clase pol¨ªtica como la salida a la crisis desatada por el estallido social de octubre de 2019, con secuelas en la aceleraci¨®n de la erosi¨®n de las fuentes tradicionales de legitimidad, lo cierto es que el genio del cambio constitucional sali¨® hace tiempo de la botella y es probable que nunca se encuentre el momentum favorable para acometerlo.