La psicoanalista Constanza Michelson analiza la sociedad chilena: ¡°El estado de ¨¢nimo es de fracaso¡±
D¨ªas antes de que el pa¨ªs acuda a votar en su segundo intento por cambiar la Constituci¨®n, la escritora cree que se perdi¨® la ilusi¨®n de la pol¨ªtica como fuerza de cambio
En una exposici¨®n sobre salud mental en el Festival Cient¨ªfico de Puerto Ideas de Antofagasta, a unos 1.400 kil¨®metros al norte de Santiago de Chile, la psicoanalista Constanza Michelson (Vi?a del Mar, 45 a?os) le pregunt¨® a los asistentes c¨®mo se imaginaban el futuro en los a?os noventa, 20 a?os atr¨¢s. Las respuestas hac¨ªan referencia a coches voladores y avances tecnol¨®gicos. Despu¨¦s, pregunt¨® c¨®mo se imaginan hoy el futuro. Se escuch¨® algo sobre sequ¨ªa y cambio clim¨¢tico. La autora de libros como 50 sombras de Freud y Hasta que valga la pena vivir proyect¨® unas im¨¢genes que daban cuenta exactamente de lo que hab¨ªan dicho los presentes: en la d¨¦cada de los noventa, la sociedad pensaba que vendr¨ªa un mundo como el de Los Supers¨®nicos y ahora lo primero que se le viene a la cabeza es un desierto.
Esa proyecci¨®n apocal¨ªptica ha impactado a la sociedad global. A esa falta de imaginario, los chilenos han a?adido otros ingredientes: en 2019 vivieron un estallido social, seguido por la pandemia y luego un proceso constitucional fracasado (en septiembre pasado, un 62% rechaz¨® una propuesta de nueva Constituci¨®n). Este domingo, 15,1 millones de ciudadanos elegir¨¢n a los 50 responsables de redactar la segunda propuesta para enterrar la Carta Magna heredada de la dictadura. Michelson espera que esta vez resulte, pero tilda el nuevo intento de ¡°aburrido¡±. ¡°No tiene deseo. Y el ser humano necesita deseo¡±, apunta la editora de Barbarie tras su conferencia en Antofagasta, en una entrevista que se realiza en una terraza, a los pies del cristalino mar norte?o del pa¨ªs sudamericano.
Pregunta. ?C¨®mo est¨¢ el ¨¢nimo chileno?
Respuesta. De decepci¨®n con la pol¨ªtica. Me parece problem¨¢tico, porque la pol¨ªtica, como el amor, es con fracaso. Me pregunto si podemos lidiar con el fracaso hoy en d¨ªa, tanto en la vida individual como en la pol¨ªtica. ?O siempre es la responsabilidad de otro, de los migrantes, de los fascistas? Tengo la sensaci¨®n de que nuestro estado de ¨¢nimo es como cuando alguien fracasa en el amor y dice: ¡°Nunca m¨¢s me vuelvo a enamorar.¡±
P. Parecen r¨¢pido el cambio de estado an¨ªmico...
R. Creo sintom¨¢tico pasar del entusiasmo m¨¢ximo del primer proceso a este desinter¨¦s. Por lo dem¨¢s, ni lo autoritario que hubo en ciertos discursos del proyecto anterior ni este borrador de Constituci¨®n hecho de expertos es lo virtuoso de la pol¨ªtica. Es, incluso, la negaci¨®n de la pol¨ªtica. Y claro, tambi¨¦n est¨¢ la cultura del aburrimiento.
P. ?Cu¨¢l es la cultura del aburrimiento?
R. En los ¨²ltimos 30 a?os, la pol¨ªtica chilena, el papel estatal, se fue transformando en la administraci¨®n de los recursos. El lenguaje de las empresas pas¨® al lenguaje de la vida: a la educaci¨®n, a la psicolog¨ªa (el coaching), al lenguaje del amor. Y esos lenguajes que evitan el conflicto se ahorran parte de la conversaci¨®n humana. Ah¨ª aparece el malestar, el aburrimiento. El tema aqu¨ª es si vamos a poder habilitar la posibilidad de la pol¨ªtica ¨Cque es con conflicto¨C en un momento en que la vida social est¨¢ formateada por lo que pasa en las redes sociales que, dada su estructura, inflaman la opini¨®n. Y la opini¨®n inflamada conduce a la paranoia.
P. ?Por ejemplo?
R. A m¨ª me llam¨® la atenci¨®n que una de las frases que apareci¨® de manera espont¨¢nea en los primeros d¨ªas del estallido social de 2019 fue ¡°hasta que valga la pena vivir¡±. Algo ten¨ªa que ver con el deseo de vivir y no solamente en personas que estaban en lugares marginales, sino que era un malestar bastante transversal. El estallido tambi¨¦n hablaba de un estado de ¨¢nimo. Hab¨ªa algo del sentido de la vida que estaba medio truncado.
P. En 2021, ?hubo ilusi¨®n en el proceso constitucional que fracas¨®, en Gabriel Boric?
R. Hubo esperanza, que no es una palabra menor. Abri¨® un espacio nuevo. A prop¨®sito de que hoy en d¨ªa no tenemos im¨¢genes de futuro, que alguien venga y diga ¡°hay esperanza, la pol¨ªtica todav¨ªa sirve para algo¡±, es una cosa tremenda. Una esperanza sobria, porque tampoco se trata de esperar la utop¨ªa. El hecho de esperar algo de la pol¨ªtica, repara. Esperar algo es una actitud pr¨¢ctica y espiritual para sobrevivir, como la describi¨® Beckett a prop¨®sito de Godot.
P. ?Y qu¨¦ ocurri¨® tras el rechazo al primer texto del pasado septiembre?
R. Creo que el fracaso del primer intento constitucional provoc¨® una desilusi¨®n que trajo de vuelta el ¨¢nimo anterior: ¡°La verdad es que no hay caso, la pol¨ªtica no sirve para nada¡±. Lo que resulta muy curioso es el salto sin ninguna complejidad entremedio: del primer intento, con todas sus desmesuras, a esta otra versi¨®n de expertos, que ya no incluye la ciudadan¨ªa, que es aburrida. Yo espero que resulte, nos conviene que as¨ª sea, pero no tiene deseo. Y el ser humano necesita deseo.
P. ?Y ahora el estado de ¨¢nimo de Chile es igual al de antes del estallido?
R. No, ahora hay desolaci¨®n. Antes hab¨ªa una ilusi¨®n que uno pod¨ªa criticarla o no, pero el estado de ¨¢nimo actual es de fracaso. El historiador Pablo Aravena me pon¨ªa el ejemplo de Sim¨®n Bol¨ªvar, que cuando fracasa en su primer intento revolucionario hace algo que hoy d¨ªa no se sabe si podemos hacer: conciencia hist¨®rica. ?Qu¨¦ es? Recalcular, repensar c¨®mo volver a construir.
P. ?No es lo que se est¨¢ haciendo en este segundo proceso tras el fracaso del primero?
R. Claro, pero aqu¨ª hay un salto cu¨¢ntico. Es buscar una respuesta r¨¢pida: tienen que ser los expertos los que gu¨ªen este nuevo proceso. El deseo que estaba en el estallido, desapareci¨®. Ni siquiera hablo de modelos de ultra participaci¨®n, sino de creer que la pol¨ªtica de verdad sirve para algo y as¨ª no caer nuevamente en la sensaci¨®n de impotencia.
P. ?Cu¨¢nto agrava la sensaci¨®n de inseguridad p¨²blica este estado an¨ªmico del fracaso?
R. Justamente el problema es que no hay libertad sin seguridad y eso es algo que a la izquierda siempre le ha dado pudor. Lo que pasa es que la canallada, luego, es utilizar el miedo. Hay un peque?o duelo que cada ciudadano tiene que hacer: la vida es imperfecta. Parece obvio, pero hoy parece que toleramos poco. Tanto para amar como para sostener una democracia hay que entender que hay que aceptar ciertas cuotas de desenga?o, que se actualiza cada d¨ªa para poder sostenerla. El mecanismo primario del ser humano para defenderse del dolor, del miedo, de la separaci¨®n, es la paranoia. La paranoia es justamente no querer aceptar ninguna cuota de desenga?o, necesitar un culpable para sentirse tranquilo.
P. ?Estamos paranoicos?
R. No solo en Chile. Cuando una ¨¦poca se vuelve paranoica, ese mecanismo de defensa se inflama y no la complejidad del pensamiento. Karl Krauss, al que llamaban el antiperiodista, dec¨ªa que los medios de comunicaci¨®n de su ¨¦poca crearon algo que se llamaba la opini¨®n, cuya estructura es la frase hecha, el clich¨¦. Y a comienzos del siglo XX dijo: eso va a crear guerras. Hoy mucha parte de la pol¨ªtica se mueve por la l¨®gica de las redes sociales, que son casi puro clich¨¦, tienen esa estructura. El problema de la opini¨®n es que nuestras verdades son cada vez m¨¢s s¨®lidas, pero el discurso no tiene cimientos. Nuestro lenguaje se va simplificando. Las redes sociales sirven para mucho, pero favorecen la opini¨®n en este mal sentido. Eso es pensamiento en masa, que tiende a ser paranoide.
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