La izquierda perpleja
La relativizaci¨®n de las violaciones a los derechos humanos en Venezuela es sumamente grave y revela un inconsciente autoritario de izquierdas bastante m¨¢s generalizado en el continente de lo que supon¨ªamos
En distintas partes del mundo occidental, desde Europa hasta esta parte del sur global que es Am¨¦rica Latina, la izquierda (especialmente en su variante woke) est¨¢ sufriendo derrotas estrepitosas. Todo indica que este es el peor momento ideol¨®gico y electoral de las izquierdas, todas las izquierdas, desde que la crisis financiera de 2007-2008 abriera la expectativa sino del colapso del capitalismo, a lo menos de su transformaci¨®n en clave humana. Recordemos que es tras esta grave crisis que el soci¨®logo alem¨¢n Wolfgang Streeck se preguntaba seriamente si no est¨¢bamos en el umbral de una...
En distintas partes del mundo occidental, desde Europa hasta esta parte del sur global que es Am¨¦rica Latina, la izquierda (especialmente en su variante woke) est¨¢ sufriendo derrotas estrepitosas. Todo indica que este es el peor momento ideol¨®gico y electoral de las izquierdas, todas las izquierdas, desde que la crisis financiera de 2007-2008 abriera la expectativa sino del colapso del capitalismo, a lo menos de su transformaci¨®n en clave humana. Recordemos que es tras esta grave crisis que el soci¨®logo alem¨¢n Wolfgang Streeck se preguntaba seriamente si no est¨¢bamos en el umbral de una posible terra incognita, un ¡°interregno¡±, como ¨¦l lo llamaba en su libro ?C¨®mo terminar¨¢ el capitalismo? Ensayos sobre un sistema en decadencia. En ese periodo de hace apenas algunos a?os, fue posible imaginar un abanico de oportunidades de reinvenci¨®n para izquierdas agotadas tras el largo y ¨²nico periodo de ¨¦xito pol¨ªtico e institucional de la social democracia (1945-1975) en m¨¢s de un pa¨ªs, dejando definitivamente atr¨¢s la ilusi¨®n de la Tercera V¨ªa y de una izquierda excesivamente posible debido a su pragmatismo, el que fue teorizado por Anthony Giddens. Esa ilusi¨®n la encarn¨® pol¨ªticamente Tony Blair en el Reino Unido, y tuvo un eco sudamericano ¨Ca veces lo olvidamos¨C con la formaci¨®n del tr¨ªo ABC a comienzos de los a?os 2000 (Argentina con Fernando de la R¨²a, Brasil con Fernando Henrique Cardoso y Chile con Ricardo Lagos). Hubo que esperar la crisis subprime y de sus derivados financieros, as¨ª como sus consecuencias mundiales sobre el bienestar de clases medias bajas y populares, para que se abrieran paso nuevas izquierdas, primero en Espa?a (Podemos), en seguida en Grecia (Syriza), Francia (la Francia Insumisa) y en mucho menor medida en Portugal, y all¨¢ por el a?o 2017 en Chile con la creaci¨®n del Frente Amplio y la exitosa sociedad que ese nuevo bloque de partidos gener¨® con el Partido Comunista.
Pues bien: desde hace un tiempo se ve¨ªa venir la posibilidad de incumplimiento de la promesa de una nueva v¨ªa de cambio social por izquierdas que, unas m¨¢s otras menos, hab¨ªan encontrado una fuente de inspiraci¨®n ideol¨®gica en la identity politics y el pensamiento woke, esto es, enfoques que ven en la humillaci¨®n y explotaci¨®n de grupos marginados por d¨¦cadas y siglos la posibilidad de sustituir el cimiento universalista de la izquierda cl¨¢sica por identidades. La frustraci¨®n de la promesa se inici¨®, cronol¨®gicamente hablando, con la derrota de Syriza en 2019, y prosigui¨® con la doble derrota de todas las izquierdas chilenas a partir del desastre del plebiscito de septiembre de 2022 en el que el pueblo de Chile rechaz¨® abrumadoramente la propuesta de nueva Constituci¨®n, y que desemboc¨® en el triunfo de otra tribu, ultra-conservadora (el Partido Republicano) el 7 de mayo de 2023.
Pero hay algo m¨¢s grave que se ha materializado en los ¨²ltimos 30 d¨ªas, con la nueva derrota de Syriza en Grecia (a 20 puntos de distancia con la derecha), la pulverizaci¨®n del mundo de Podemos en Espa?a y la confusi¨®n cargada de mala onda entre izquierdas latinoamericanas en este mismo periodo. Se podr¨¢ decir que hay demasiadas diferencias entre todas estas fuerzas y algo de falacia en conectar estos episodios. Diferencias hay, ciertamente, pero conexiones entre eventos tambi¨¦n las hay, dado que el mecanismo conector es un esp¨ªritu de ¨¦poca, un Zeitgeist, que de progresismo tiene poco y de izquierda nada. Parece evidente que entre todos estos episodios hay un hilo conductor, que hoy se sincera mediante severas cr¨ªticas al presidente de Chile Gabriel Boric por haber discrepado con el presidente Lula sobre construcciones narrativas malintencionadas referidas al gobierno de Maduro en Venezuela, como si violaciones a los derechos humanos no hubiesen existido. Gabriel Boric fue categ¨®rico: ¡°La situaci¨®n en Venezuela no es una construcci¨®n narrativa, es una realidad seria¡±. Estas discrepancias se tradujeron en groser¨ªas de Diosdado Cabello (t¨¦cnicamente el n¨²mero dos del r¨¦gimen venezolano) en contra del presidente chileno (¡°un bobo de malas intenciones¡±), a la que se sum¨® el ex presidente boliviano Evo Morales enrostrando a Boric el ejemplo de Salvador Allende.
La relativizaci¨®n de las violaciones a los derechos humanos en Venezuela es sumamente grave y revela un inconsciente autoritario de izquierdas bastante m¨¢s generalizado en el continente de lo que supon¨ªamos. Esto est¨¢ llegando tan lejos que incluso el influyente diario brasile?o Folha de Sao Paulo revel¨®, hace pocos d¨ªas, que el presidente Lula tendr¨ªa la opini¨®n de que el presidente Boric ser¨ªa ¡°un reh¨¦n de la derecha¡± y ¡°un mal ejemplo para la izquierda en Am¨¦rica Latina¡±.
El soci¨®logo chileno Eugenio Tironi sostuvo recientemente que lo que est¨¢ ensayando el presidente Boric es una nuevo intento de tercera v¨ªa, intelectualmente mucho m¨¢s modesto que lo que fue la tercera v¨ªa brit¨¢nica, pero m¨¢s acorde con la naturaleza de los tiempos. Puede ser, aunque volver a utilizar el concepto de tercera v¨ªa es una forma de contribuir a la confusi¨®n ambiental. La Cuenta P¨²blica del presidente Boric de la semana pasada fue un excelente intento de ordenar a las dos coaliciones de partidos que lo apoyan, pero que r¨¢pidamente es frustrado por protagonismos personales de una ministra: la ministra de la mujer Antonia Orellana y su comentario de que ¡°el desconocimiento del cl¨ªtoris es un problema de salud p¨²blica¡±, un excelente ejemplo de wokismo radical que se trag¨® la discusi¨®n p¨²blica del fin de semana, as¨ª como la inentendible y confusa cr¨ªtica del senador Latorre a la presidenta Bachelet por haber renunciado a su programa de reformas.
En todos estos episodios no hay amalgamas, sino reflejos en un espejo trizado del p¨¦simo momento por el que atraviesan las izquierdas.