Las grietas de las izquierdas chilenas
No se le puede pedir a todo un pueblo lo imposible: conmemorar como si el tiempo no transcurriera
En las ¨²ltimas dos semanas, dos grietas han aparecido en el tumultuoso mundo de las izquierdas gobernantes en Chile. Se trata de dos grietas de distinta naturaleza, y probablemente con distintas consecuencias: pero su simultaneidad les entrega un poder auto-destructivo considerable.
La primera grieta se arrastra desde hace casi tres semanas: la llamar¨¦ una grieta moral. En la regi¨®n de Antofagasta, se abre paso la noticia de que una fundaci¨®n (¡°Democracia V...
En las ¨²ltimas dos semanas, dos grietas han aparecido en el tumultuoso mundo de las izquierdas gobernantes en Chile. Se trata de dos grietas de distinta naturaleza, y probablemente con distintas consecuencias: pero su simultaneidad les entrega un poder auto-destructivo considerable.
La primera grieta se arrastra desde hace casi tres semanas: la llamar¨¦ una grieta moral. En la regi¨®n de Antofagasta, se abre paso la noticia de que una fundaci¨®n (¡°Democracia Viva¡±) estableci¨® un millonario convenio de colaboraci¨®n con el Ministerio de Vivienda y Urbanismo a trav¨¦s de su estructura descentralizada (la SEREM?A de Vivienda) con escasos requisitos y, sobre todo, sin mediar concurso p¨²blico ni menos una decisi¨®n colegiada de financiamiento. Pero el problema escal¨® pol¨ªticamente ya que el presidente de dicha fundaci¨®n, Daniel Andrade, era la pareja de la diputada Catalina P¨¦rez, quien fuese hasta hace relativamente poco tiempo presidenta de una de los tres partidos del Frente Amplio (¡°Revoluci¨®n Democr¨¢tica¡±). A partir de all¨ª, es todo un patr¨®n de conducta partidaria que comienza a ser denunciado, ya que varias de las personas que se vieron involucradas en este financiamiento pertenecen a Revoluci¨®n Democr¨¢tica.
Tras varios d¨ªas de estupefacci¨®n y mucha confusi¨®n de los dirigentes de dicho partido (partiendo por su presidente, el senador Juan Ignacio Latorre, quien inicialmente blind¨® a quien fuese su antecesora a la cabeza del partido), se llev¨® el caso al Tribunal Supremo. Resultado: dos militantes expulsados y la diputada Catalina P¨¦rez suspendida de su militancia, enredando de paso la gesti¨®n del ministro de Vivienda socialista Carlos Montes, lo que enturbi¨® gravemente la relaci¨®n entre Revoluci¨®n Democr¨¢tica y el Partido Socialista.
Si se puede hablar de un grieta moral con efectos pol¨ªticos considerables es porque el Frente Amplio [la coalici¨®n del presidente Gabriel Boric] fund¨® su necesidad desde una escala de valores superior a la de toda la clase pol¨ªtica chilena de los ¨²ltimos 30 a?os: ¡°nuestra escala de valores y principios dista de la generaci¨®n que nos antecedi¨®¡±, pudo declarar en serio el entonces ministro secretario general de la presidencia y fundador de Revoluci¨®n Democr¨¢tica Giorgio Jackson, desatando una andanada de cr¨ªticas de las generaciones pol¨ªticas previas.
La pol¨¦mica solo pudo amainar con disculpas p¨²blicas del ministro: pero el choque intergeneracional ya hab¨ªa producido estragos. Pues bien, con el estallido del ¡°Caso Convenios¡± que se inici¨® en Antofagasta (ya son 9 regiones investigadas por distintas situaciones de la misma ¨ªndole), lo que queda en entredicho es la pulcritud moral de Revoluci¨®n Democr¨¢tica, en la medida en que se sospecha tr¨¢fico de influencias, negociaci¨®n incompatible y fraude al Fisco. Sin embargo, hay algo m¨¢s profundo en esta oleada de denuncias y que trasciende con creces al Frente Amplio: lo que realmente est¨¢ en discusi¨®n es un antiguo mecanismo de financiamiento de organizaciones de la sociedad civil para acompa?ar al Estado en la ejecuci¨®n de programas sociales y de urbanismo que cualquier gobierno, sea este de izquierdas o derechas, no puede realizar por s¨ª mismo.
Se instala as¨ª una pol¨ªtica de financiamiento de la sociedad civil (en principio algo muy valioso, sino virtuoso), pero a partir de elecciones discrecionales de aquellas organizaciones que merecen ser financiadas, con lo cual se distorsiona tanto la pol¨ªtica como su trasfondo ideol¨®gico-institucional (es porque la actuaci¨®n del Estado chileno est¨¢ restringida por el principio de subsidiariedad que su accionar se externaliza mediante agentes privados, con o sin fines de lucro). Por el momento, la cacofon¨ªa del esc¨¢ndalo es tal que no hay espacio para discutir este transfondo, permitiendo que lo que prevalezca sea la grieta moral que ret¨®ricamente divide a viejas y nuevas izquierdas.
La ¨²ltima semana vio emerger una segunda grieta, esta vez entre las dos viejas izquierdas comunista y socialista de la cual queda fuera el Frente Amplio. La llamar¨¦ una grieta memorial, ya que enfrenta a dos maneras distintas de conmemorar los 50 a?os del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973. Tras su participaci¨®n en el podcast conducido por el soci¨®logo Manuel Antonio Garret¨®n, el delegado presidencial para coordinar las conmemoraciones del medio siglo desde que ocurriese la ¨²ltima cat¨¢strofe de Chile fue desmedidamente criticado por comunistas y decenas de agrupaciones de familiares de detenidos desaparecidos y ejecutados pol¨ªticos bajo los cargos -absurdos- de ¡°negacionismo¡± y ¡°relativismo¡±, a partir de un uso descontrolado de dos categor¨ªas que se tradujeron en cancelaci¨®n y asesinato social. Es as¨ª como el delegado presidencial Patricio Fernandez sostuvo que ¡°los historiadores y los polit¨®logos podr¨¢n discutir¡± las razones de por qu¨¦ se pudo desembocar en un golpe de Estado, sin dejar lugar a dudas a que las violaciones a los derechos humanos ¡°son inaceptables en cualquier pacto civilizatorio¡±.
La pol¨¦mica fue tal -se acusaba a Fern¨¢ndez de no condenar el golpe y de derivar en formas intolerables de negacionismo y relativismo- que ¨¦ste tuvo que renunciar con el fin de no obstruir las conmemoraciones que ya comenzaron sobre algunas de sus estaciones intermedias (como por ejemplo el ¡°tanquetazo¡±, un primer intento abortado de golpe de Estado que tuvo lugar el 29 de junio de 1973 y que prefiguraba la tragedia que tendr¨ªa lugar dos meses despu¨¦s.
De esta forma se consumaba la derrota de una aproximaci¨®n distinta a las violaciones de los DD HH ocurridas en dictadura, aquella que consist¨ªa en hablarle al 80% de los chilenos que no vivi¨® el golpe ni sus efectos m¨¢s abyectos durante los primeros tres a?os de la dictadura (desde la masacre de 70 campesinos y trabajadores en Paine en octubre de 1973 hasta la desaparici¨®n de la direcci¨®n clandestina del PC en 1976 (calle Conferencia), pasando por la aniquilaci¨®n de la direcci¨®n clandestina socialista en 1975, sin olvidar todas aquellas ejecuciones y desapariciones que se registraron desde el primer d¨ªa del golpe). Es con esa finalidad que Patricio Fern¨¢ndez propuso el gui¨®n MEMORIA, DEMOCRACIA, FUTURO, cuya orientaci¨®n para conmemorar era mucho m¨¢s universal, con el costo inevitable de una p¨¦rdida de carga emocional para los familiares de las v¨ªctimas a cambio de comunicarse con quienes no vivieron el periodo, y a quienes l¨®gicamente no se les puede exigir la experiencia del dolor.
Con la salida de Fern¨¢ndez se sella el destino del gui¨®n, m¨¢s all¨¢ de si este era viable con una derecha radicalizada por Republicanos, a la que se ha sumado una ola de parlamentarios de la derecha tradicional en una mezcla de oportunismo electoral y de convicci¨®n para incursionar en una coyuntura revisionista. En t¨¦rminos concretos, se opt¨® por conmemorar apelando a la subjetividad de un n¨²mero cada vez m¨¢s peque?o de chilenos, a quienes s¨ª les hace sentido seguir conmemorando del mismo modo de siempre, hasta que se produzca la extinci¨®n de ese mundo. Es exactamente lo mismo que ocurri¨® en Europa, por ejemplo en Francia, a una distancia temporal sim¨¦trica: en 1995 me encontraba en Par¨ªs defendiendo mi doctorado en el a?o de la conmemoraci¨®n del fin de la segunda guerra mundial y de sus horrores, y me llam¨® la atenci¨®n (que termin¨¦ r¨¢pidamente por entender) ese tufillo de indiferencia popular ante tama?a tragedia. Pues bien, no se le puede pedir a todo un pueblo lo imposible: conmemorar como si el tiempo no transcurriera.
El cambio demogr¨¢fico es tan cruel como inevitable, y es lo que se pas¨® por alto en esta disputa por enmarcar esta segunda grieta, memorial, entre la aproximaci¨®n particularista y un enfoque m¨¢s universalista entre las dos izquierdas viejas, comunista y socialista, la ¨²ltima tragedia de Chile.
Estas dos grietas ponen en evidencia distintos tipos de distancias y equidistancias entre dos coaliciones gobernantes sobre temas esenciales, respecto de los cuales la coordinaci¨®n entre tantas partes y micro-partes es pr¨¢cticamente imposible. Ambas grietas ocultan una tercera, una grieta de proyecto entre todas las fuerzas aliadas, que bien podr¨ªa eclosionar con ocasi¨®n del ciclo electoral que se inicia en 2024.