Lecciones de Par赤s
En Par赤s, en una semana el Estado logr車 desactivar los focos de mayor violencia, lo que en Chile tom車 cuatro meses y solo se detuvo gracias a la pandemia. En Francia ayud車 el Esquema Nacional de Intervenci車n, que coordina a las distintas fuerzas de seguridad con un contingente muy superior al chileno
Nadie sabe con certeza si el estallido social de Chile fue planificado o respondi車 a una suma de sucesos aislados, pero est芍 claro es que quien haya prendido la mecha, encontr車 pasto seco para propagarla. Los disturbios de Francia tuvieron el mismo combustible: millones de personas que viven en una c...
Nadie sabe con certeza si el estallido social de Chile fue planificado o respondi車 a una suma de sucesos aislados, pero est芍 claro es que quien haya prendido la mecha, encontr車 pasto seco para propagarla. Los disturbios de Francia tuvieron el mismo combustible: millones de personas que viven en una ciudad segregada, que no se siente parte de los avances de la naci車n. Una periferia invisible para las elites, lo que impide ver sus detonaciones previas.
Quiz芍s por esta invisibilidad, los hechos escalan de forma inesperada a partir de acciones puntuales. En Chile fue el anuncio del alza en el pasaje del transporte p迆blico, seguido por evasiones masivas que terminaron con los ataques a las estaciones de Metro en comunas populares como Pudahuel, San Ram車n o La Granja.
En Par赤s los disturbios partieron luego que un polic赤a matara a un joven de origen argelino 17 a?os que evadi車 un control de tr芍fico. El hecho ocurri車 en Nanterre, un barrio de bajos ingresos cercano a las zonas m芍s ricas, y quiz芍s por ello, las protestas masivas se activan al otro lado de Par赤s, donde est芍n los barrios m芍s segregados. Uno de ellos fue Clichy-sous-Bois, el mismo donde se iniciaron los disturbios de 2005, tambi谷n por la muerte de un joven en manos de la polic赤a. Luego se prendieron Aulnay, Bobigny, Sevran y Neully-Sur-Marne, y entonces se producen los saqueos en el Par赤s tur赤stico y el contagio hacia otras ciudades y regiones.
Las diferencias entre Francia y Chile se observan en el manejo de la crisis y la comprensi車n de los factores que la explican. En Par赤s, en una semana el Estado logr車 desactivar los focos de mayor violencia, lo que en Chile tom車 cuatro meses y solo se detuvo gracias a la pandemia. En Francia ayud車 el Esquema Nacional de Intervenci車n, que coordina a las distintas fuerzas de seguridad con un contingente muy superior al chileno.
Las brigadas RAID tienen un entrenamiento especial en situaciones de crisis, con una capacidad de despliegue r芍pido que logra contener des車rdenes antes que se propaguen. Los oficiales de la primera l赤nea usan bastones y escudos pero nunca armas, para evitar heridas graves que aumenten la rabia y sumen m芍s personas a los disturbios, algo que le cuesta entender a los cabeza caliente que piensan que la soluci車n es repartir balazos.
En Chile las fuerzas especiales de Carabineros son muy pocas en relaci車n a Francia. No se encuentran coordinadas con otras agencias de seguridad y, durante el estallido, se desplegaron en el centro metropolitano, dejando las periferias a cargo de polic赤as tradicionales sin preparaci車n, que terminaron recluidos en sus cuarteles dejando amplias zonas de la capital chilena sin control alguno.
Otra gran diferencia entre Par赤s y Santiago fue la actitud de los pol赤ticos franceses. Criticaron duramente a Macron, pero salvo excepciones, nunca pusieron en duda su continuidad como presidente. Tampoco usaron la fuerza de la calle para imponer sus agendas pol赤ticas, como ocurri車 en Chile con el Frente Amplio y el Partido Comunista, que hoy deben lidiar con el monstruo que crearon.
Con ese respaldo institucional, y mucha cabeza fr赤a, Macron tuvo tiempo para abordar la emergencia, pero tambi谷n para entender los problemas sociales que explicaban la furia y como se pod赤an resolver con pol赤ticas p迆blicas. En Chile estamos muy lejos de ello. Primero, porque la comprensi車n del fen車meno se mueve entre dos extremos: para la derecha es un golpe insurreccional y para la izquierda un alzamiento popular. En un caso minimizan el malestar social y en otro las patolog赤as criminales.
Luego todas las fichas se pusieron en un proceso constituyente de alcance limitado y efectos en el largo plazo. En Francia a nadie se le pas車 por la cabeza cambiar la Constituci車n. El presidente Macron, impactado por la corta edad de los manifestantes, ha anunciado un plan focalizado en mejorar la educaci車n, llevando servicios que abran oportunidades para los j車venes, como lo hizo con el Plan de Marsella.
Los franceses reconocen que tienen una deuda con los habitantes que viven en las periferias, pero saben que hay grupos delictuales y radicales que se aprovechan de esa vulnerabilidad para atacar su forma de vida. El Esquema Nacional de Intervenci車n existe para desactivar cientos de atentados terroristas por a?o, mediante un sofisticado sistema denominado Vigipirate que monitorea se?ales tempranas para desplegar fuerzas que prevengan estos ataques.
En Chile no tenemos nada parecido. Tampoco hemos entendido que con una ciudad segregada e invisible, siempre se acumular芍 rabia que terminar芍 reventando. Nuestros pol赤ticos deben abandonar la idealizaci車n de esa violencia y la simplificaci車n del desaf赤o de la seguridad, pensando que solo se resuelve con m芍s polic赤a. Por cierto que ese paso es indispensable, con equipos de elite como los RAID, pero tambi谷n es clave que el Estado retome presencia en los barrios donde viven los j車venes que se sienten marginados, con inversiones y programas sociales que abran horizontes y sentido de pertenencia a una misma naci車n.
Sin esta aproximaci車n ser芍 imposible que en Chile contengamos disturbios de propagaci車n r芍pida, agravados por el crecimiento del crimen organizado. Adem芍s, es muy probable que en el pr車ximo estallido participen los hijos chilenos de padres haitianos o colombianos que crecieron en los guetos de Quilicura o San Bernardo y que sienten que Chile nunca ha sido su pa赤s, tal como ocurri車 en Francia.