Derechos culturales, tradici¨®n y buenas costumbres: un retroceso preocupante
El Consejo Constitucional, liderado por el Partido Republicano, busca constitucionalizar una forma de administrar la cultura propia de los gobiernos autoritarios y antidemocr¨¢ticos
La reciente enmienda sobre derechos culturales emanada por el Consejo Constitucional y que consagra que ¡°el Estado promover¨¢ la relaci¨®n arm¨®nica y el respeto de todas las manifestaciones de la cultura que no sean contrarias a la tradici¨®n chilena, las buenas costumbres, el orden p¨²blico o la seguridad del pa¨ªs¡±, significa un retroceso preocupante y peligroso para Chile. En todo orden creativo y art¨ªstico, la libertad y la experimentaci¨®n simb¨®lica es un der...
La reciente enmienda sobre derechos culturales emanada por el Consejo Constitucional y que consagra que ¡°el Estado promover¨¢ la relaci¨®n arm¨®nica y el respeto de todas las manifestaciones de la cultura que no sean contrarias a la tradici¨®n chilena, las buenas costumbres, el orden p¨²blico o la seguridad del pa¨ªs¡±, significa un retroceso preocupante y peligroso para Chile. En todo orden creativo y art¨ªstico, la libertad y la experimentaci¨®n simb¨®lica es un derecho humano consagrado tanto en Chile como por los organismos internacionales. Esta propuesta, in¨¦dita e incongruente con las l¨®gicas mundiales de producci¨®n art¨ªstica, significa un cuestionamiento radical a la libertad creativa.
Desde que el pa¨ªs retom¨® la democracia, los distintos sectores pol¨ªticos acordaron la necesidad de evitar el intervencionismo del Estado en la producci¨®n cultural nacional, resguardando la libertad de creaci¨®n y difusi¨®n de las artes. Para ello, desarrollaron instrumentos de pol¨ªtica p¨²blica que promovieron la cultura y las artes sin interferir en sus contenidos. Ello, porque a finales de los a?os 80 y despu¨¦s de haber vivido la peor censura intelectual durante 17 a?os, lo que la sociedad chilena buscaba era libertad, experimentaci¨®n y reflexividad simb¨®lica: en otros t¨¦rminos, una sociedad democr¨¢tica que no solo fomentara la creaci¨®n y la participaci¨®n en la vida cultural, sino tambi¨¦n la posibilidad de cuestionar el poder instituido y fomentar los procesos creativos para expresarse y denunciar el horror vivido durante la dictadura c¨ªvico-militar.
Hoy, el Consejo Constitucional, liderado por el Partido Republicano, busca constitucionalizar una forma de administrar la cultura propia de los gobiernos autoritarios y antidemocr¨¢ticos: una total intervenci¨®n del Estado en la definici¨®n de la ¡°buena cultura¡± y acorde a la ¡°tradici¨®n¡± y la ¡°seguridad del pa¨ªs¡±. Esto significa distinguir lo que merece ser promovido y reconocido de aquello que debe ser censurado y acallado. Como ha se?alado la teor¨ªa hist¨®rica, la tradici¨®n es una invenci¨®n social que refuerza los ¨®rdenes del poder y la estructura de la clase dominante. Para los que la defienden, la cultura buena es aquella que supedita los fines art¨ªsticos a aquellos fines pol¨ªticos que sirven para reforzar los s¨ªmbolos imaginarios de unidad. En base a ello, ?Qui¨¦n definir¨¢ cu¨¢l es la tradici¨®n chilena?, ?Qui¨¦n determinar¨¢ lo que son las buenas costumbres?, ?Qu¨¦ tipo de manifestaciones culturales ser¨¢n consideradas como contrarias al orden p¨²blico y la seguridad del pa¨ªs? Probablemente bajo este pan¨®ptico censurador la mayor¨ªa de los grandes artistas chilenos y sus obras habr¨ªan sido acallados: Violeta Parra, Manuel Rojas, Andr¨¦s P¨¦rez, Pablo de Rokha, Los Prisioneros, Ana Tijoux o el mismo Pailita. La lista podr¨ªa continuar y ser infinita. Pero, sobre todo, podr¨ªa generar una recesi¨®n creativa hist¨®rica.
El rol del arte y la cultura no es ser servil a las tradiciones, a las buenas costumbres ni al orden, sino justamente activar constantemente nuevos significados, nuevas relaciones sociales y nuevas perspectivas compartidas de la vida social. ?C¨®mo podr¨ªamos crear nuevos sentidos comunes si toda producci¨®n cultural debe atenerse a una tradici¨®n ¨²nica y predeterminada?
Nuestra constituci¨®n actual garantiza pocos derechos culturales. Sin embargo, uno de ellos es fundamental y en el que no debemos retroceder jam¨¢s: la libertad de creaci¨®n y difusi¨®n de las artes. La nueva constituci¨®n que nos propone el Consejo Constitucional est¨¢ buscando devolvernos al oscurantismo de la dictadura o, pero a¨²n, de la inquisici¨®n. Es deber del mundo art¨ªstico y cultural y, sobre todo, de la sociedad toda, cuestionar y contravenir esta propuesta constitucional. De lo contrario, las artes y la creatividad cultural caer¨¢n en un oscurantismo in¨¦dito y degradante.